El constante ascenso de los políticos hispanos en Estados Unidos
La presencia de latinos en cargos políticos está lejos de su proporción entre la población
Aunque al pensar en un político hispano en Estados Unidos sea fácil acordarse de Marco Rubio o Ted Cruz, los senadores republicanos de Florida y Texas siguen siendo una excepción en el panorama nacional. La representación de los hispanos entre diferentes cargos políticos estatales y federales sigue estando muy lejos de la proporción que suponen entre la población. Este viernes, el presidente Obama dará un paso más para acortar esa distancia con el nombramiento de Julián Castro, hasta ahora alcalde de San Antonio, Texas.
Los 53 millones de hispanos representan ya el 17% de la población estadounidense. Sin embargo, sólo 28 de los 438 representantes y tres de los 100 senadores son de origen latino. Diferentes iniciativas han tratado de romper esa barrera en las últimas convocatorias electorales, invitando a los hispanos a acudir a las urnas y también reclutando líderes locales y estatales que quieran dar el salto a la política nacional, como es el caso de Castro y de su hermano gemelo, Joaquín, representante demócrata por el Estado de Texas.
El nombramiento de un hispano tan querido es una apuesta de Obama por conservar la lealtad de un electorado cada vez más frustrado con sus políticas
Cerca de un millón de jóvenes hispanos cumple la mayoría de edad todos los años, sumando un porcentaje importante de votantes potenciales para uno y otro partido. Además, cada cita electoral ha significado un récord de participación para esta comunidad, convertida en un grupo decisivo en 2012, con la reelección del presidente Obama -el 70% del electorado hispano le dio su respaldo- pero también para otros senadores y representantes cuyas victorias resultaron especialmente significativas, por ejemplo, en las legislativas de 2010, como fue el caso de Harry Reid, senador de Nevada.
Numerosas encuestas han demostrado en los últimos años que el voto hispano está estrechamente ligado a las leyes de inmigración y, en concreto, a la posible reforma del sistema migratorio, todavía pendiente. A falta de esa nueva legislación, el nombramiento de un político hispano tan querido por la comunidad como es Castro es una apuesta de Obama por conservar la lealtad de un electorado cada vez más frustrado con sus políticas.
El Partido Demócrata impulsará también en las próximas legislativas, que se celebran en el mes de noviembre, las candidaturas de otros líderes como Angel Taveras, el primer alcalde hispano de Providence (Rhode Island) y ahora candidato a gobernador del Estado; Lucy Flores, representante estatal en Nevada y también aspirante a gobernadora; o Amanda Renteria, demócrata de California que puede convertirse en representante por aquel Estado.
A pesar del creciente número de candidatos hispanos y de la cada vez mayor participación de esta comunidad en las elecciones, los políticos se encuentran con dos obstáculos a la hora de convencer al electorado. El primero es precisamente la ausencia de hispanos entre los aspirantes a representar sus intereses en la esfera política. El segundo es la decepción de los votantes que desde 2008 han visto rota la promesa de avanzar una reforma del sistema migratorio, bloqueada por la división entre republicanos y demócratas en la Cámara.
Las deportaciones tienen potencial para alejar a los hispanos de los demócratas durante décadas”
Esta falta de avances supone un peligro aún mayor para los demócratas cuando el presidente Obama mantiene su política de deportaciones, que roza las 400.000 personas cada año, en su mayoría hispanos, desde que llegó a la Casa Blanca. Las estadísticas también están en su contra. En EE UU viven 33 millones de jóvenes de padres inmigrantes. Cerca de 9 millones de ellos viven en hogares con uno o más familiares indocumentados. El 46% de estos jóvenes hispanos, de entre 18 y 31 años, tiene al menos un progenitor que vivió durante un tiempo ‘sin papeles’ y un cuarto conoce a alguien que ha sido deportado, según una encuesta reciente de Latino Decisions.
El estudio de esta organización descubrió además que los hispanos se alejan del Partido Demócrata, y de sus candidatos, cuanta más información conocen sobre las políticas de deportación de Obama. “Dado que las afiliaciones de partido que se forman en la juventud tienden a perdurar durante la vida del votante, esto sugiere que las deportaciones tienen potencial para alejar a los hispanos de los demócratas durante décadas”, advierten los autores.
Demócratas y republicanos han depositado en los candidatos hispanos la mayor parte de sus argumentos electorales para lograr el apoyo de este sector del electorado. Pero la apuesta de Obama con Castro, quien ya protagonizó uno de los principales discursos de la Convención Nacional Demócrata en 2012 y está considerado como una de las grandes promesas para 2016, es también la consolidación del poder de los hispanos para decidir el camino que tomará el país en un futuro, desde las urnas y, quizás, también desde la Casa Blanca.
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