El Parlamento de la Unión cuesta 1.700 millones al año
El PE podría ahorrarse más de 80 millones anuales si todos los plenos fueran en Bruselas
Circo ambulante; cementerio de elefantes; exceso de burocracia. El imaginario colectivo sobre el Parlamento Europeo, única institución elegida democráticamente en la Unión, oscila entre el despilfarro y la falta de actividad. "Estamos en manos de los tópicos”, lamenta Enrique Guerrero, eurodiputado del PSOE y vicepresidente del grupo socialista europeo durante esta legislatura. La Eurocámara ha aprobado unas mil normativas en los últimos cinco años. Cuesta unos tres euros anuales a cada europeo. Cuenta con 6.817 trabajadores, y está previsto que este año gaste 1.756 millones de euros, algo más del 1% del presupuesto de la UE.
“¿Que cobramos demasiado? Eso es ridículo”, clama al otro lado del teléfono Astrid Lulling, del Partido Popular Europeo. “Ganamos lo mismo que un maestro de primaria en mi país”, continúa esta luxemburguesa, de 84 años, que llegó al Parlamento Europeo como diputada hace casi medio siglo. “En mi caso son 6.100 euros al mes después de haber pagado impuestos. Para mí es suficiente, pero desde luego no es demasiado”. El salario de los 766 diputados --serán 751 en la próxima legislatura-- es de 8.020,53 euros brutos al mes. Además, disponen de 4.299 euros mensuales para gastos de oficina y de 304 euros diarios por cada jornada en la que están presentes en actividades oficiales de la Eurocámara. Las dietas se ven reducidas a la mitad si en los días de votación en el pleno el diputado falta a más del 50% de los votos nominales. También disponen de 21.209 euros al mes para contratar personal. Los parlamentarios no manejan ese dinero, sino que se limitan a notificar con quién quieren contar y es la institución quien gestiona los contratos. En esta legislatura ha habido 1.566 asistentes, que viene a ser algo más de dos por cada eurodiputado.
El socialista español Guerrero reconoce que se trata de un salario elevado, pero lo justifica. “Antes cada eurodiputado cobraba lo mismo que un parlamentario en su país de origen. Y no tenía sentido que se percibieran distintas cantidades por realizar el mismo trabajo. El sueldo se ha establecido de tal forma que hay diputados que ganan lo mismo que los parlamentarios en su país, y otros que ganan más, dependiendo del nivel salarial de los distintos Estados miembros”, explica. “Las dietas están congeladas desde 2011. Y los sueldos no hemos podido bajarlos porque no somos competentes para ello, habría que modificar los tratados”, continúa. Tanto él como sus colegas consultados son conscientes de que la opinión pública asocia la institución a privilegios. Y lamentan que los ciudadanos no sean conscientes del frenético ritmo de la vida en el Parlamento. De sus agendas organizadas casi al minuto de lunes a jueves –el tiempo que pasan fuera de su circunscripción--, de las reuniones que se van sucediendo hasta la noche.
“La mayoría de las propuestas legislativas que se debaten y se aprueban en los Parlamentos nacionales tienen que ver con el desarrollo de legislación europea aprobada previamente en la Eurocámara, que legisla sobre muchísimos temas, desde inmigración a medio ambiente, pasando por política social o energética, el mercado interior o de las telecomunicaciones”, expone Jaume Duch, portavoz del Parlamento Europeo. “Las únicas materias sobre las que no tiene competencia son la política exterior y los asuntos monetarios”. Duch atribuye gran parte del gasto en la Eurocámara a la traducción y la interpretación. Hay 24 lenguas oficiales en la Unión y cada diputado puede expresarse en su idioma. Aun así, insiste en que ni el Parlamento Europeo cuesta tanto a los ciudadanos –“tres euros al año, frente a los ocho euros que supone su Parlamento nacional a cada alemán”—ni hay tantos funcionarios trabajando en la UE. “Toda la Administración de la Unión cuenta con menos de 40.000 funcionarios”, indica. Solo en el Ayuntamiento de Madrid y en sus organismos autónomos hay 28.872 puestos de trabajo, según recogen los presupuestos de 2014.
“Hay de todo. Claro que hay diputados que no trabajan. Pero quien quiere hacerlo, lo hace, y mucho. Y somos la mayoría”, dice Edvard Kožušník, parlamentario de la República Checa, del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos. “En la Eurocámara hay 20 comisiones y lo normal es que cada diputado sea titular en una y que participe en una o dos más. Allí se trabaja mucho. Es importante lograr consensos”, indica.
Kožušník ha sido especialmente activo para intentar acabar con el traslado mensual que los diputados tienen que realizar para asistir al pleno. En 1992, los Gobiernos nacionales de la UE decidieron por unanimidad que las sedes de las instituciones estuvieran situadas en Luxemburgo, donde está la Secretaría del Parlamento, la dirección de personal; en Bruselas (Bélgica), donde se celebran las reuniones de las comisiones parlamentarias, y en Estrasburgo (Francia), la sede oficial, lugar en el que tienen lugar la mayor parte de las sesiones plenarias. Esto supone que una vez al mes los 766 diputados, 1.500 trabajadores del Parlamento y cientos de asistentes se trasladen de Bruselas a Estrasburgo durante cuatro días. Según cálculos de la institución, podrían ahorrarse 88,9 millones de euros al año si este traslado pudiera evitarse, aunque Kožušník eleva esta cantidad hasta los 180 millones. Cada sábado antes del pleno, una caravana de camiones parte de Bruselas por la mañana y llega allí por la tarde para que los parlamentarios dispongan del material necesario para participar en la sesión. “Es un gasto inútil. La mayoría de nosotros ya hemos manifestado en repetidas ocasiones nuestra voluntad de que esto no sea así, pero es algo que solo puede decidir el Consejo. Habría que modificar el Tratado de Lisboa y hay Gobiernos nacionales, como Francia o Luxemburgo, que se niegan”, señala.
“El traslado de Bruselas a Estrasburgo cuatro días al mes es una pérdida de tiempo”, comenta, en esta misma línea, Amelia Andersdotter, del Partido Pirata sueco, que forma parte del grupo de Los Verdes y, con 26 años, ha sido la eurodiputada más joven en esta legislatura. Forma parte del 36,03% de mujeres que componen la Eurocámara, y del 2% menor de 35. Un 6% tiene más de 65 años. La mayoría, 700 diputados, están entre los 35 y 65. Enrique Guerrero se niega a que el Parlamento Europeo sea catalogado como retiro dorado para los políticos: “François Hollande [presidente francés] y Enrico Letta [ex primer ministro italiano] han sido primeros ministros después de haber sido eurodiputados. No es un sitio de retirada, sino de formación”.
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