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La agonía del condenado Berlusconi

El político trabajará durante un año en un centro para pacientes que padecen Alzheimer Sus colaboradores son detenidos por asociación mafiosa

Silvio Berlusconi comienza a trabajar en un geriátrico.Foto: reuters_live

¿Votaría usted dentro de dos semanas a un partido cuyo líder está cumpliendo su condena por fraude fiscal cuidando a enfermos de alzhéimer, su viejo amigo del alma permanece detenido en Beirut tras fugarse de Italia para no cumplir una condena por colaboración con la Cosa Nostra y uno de sus ministros preferidos —lo fue de tres carteras distintas desde 2001 al 2010— acaba de ser capturado en Roma por ayudar a huir a un colega del partido condenado por su cercanía a la ‘ndrangheta, la mafia calabresa? El votante italiano que responda afirmativamente podrá elegir la papeleta de Forza Italia en las próximas elecciones europeas. 

Este y no otro —al margen de los consabidos exabruptos contra los jueces, los comunistas que ya solo sobreviven en su imaginación y Europa como fuente de todos los males— es el verdadero cartel electoral que Silvio Berlusconi puede ofrecer al centroderecha italiano el 24 y el 25 de mayo próximos. Una redundancia de condenas y más condenas que empiezan a llover tras años huyendo de la justicia por conductas tan graves en un líder político como la de evadir grandes cantidades de dinero al fisco mientras presidía el Consejo de Ministros o la de mantener en puestos de responsabilidad durante años a personajes ya señalados por sus amistades mafiosas. En sus dos décadas al frente de la política italiana —ya sea gobernando el país o impidiendo que lo gobernaran otros-—, jamás Berlusconi enfrentó una cita electoral tan cuesta arriba.

O, mejor dicho, tan cuesta abajo. Porque quiso el azar que el día fijado para que empezara a cumplir su año de trabajos sociales en un centro para ancianos y discapacitados de Milán —eso sí, en cómodos plazos de cuatro horas a la semana— coincidiera con el señalado por el Tribunal Supremo para establecer la condena definitiva Marcello Dell’Utri —su íntimo amigo condenado ya a siete años por sus relaciones con la mafia siciliana— o el que Claudio Scajola, ministro que lo fue de tres carteras incluida la de Interior, amaneciera por primera vez en la cárcel después de ser detenido en Roma por ayudar a escapar de la justicia a Amedeo Matacena, diputado de Berlusconi hasta 2001 y condenado a cinco años de cárcel por su conexión con la ‘ndrangheta.

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Así que no es de extrañar que cuando Berlusconi llegó a las 09,43 de la mañana a la Fundación Sagrada Familia de Cesano Boscone, en el extrarradio de Milán, para acompañar a enfermos de alzhéimer no saludara siquiera a los periodistas, simpatizantes y detractores que en considerable número fueron testigos de su llegada. Una imagen que se repetirá cada semana durante los próximos 10 meses y medio.

El líder de Forza Italia, que en principio fue condenado a cuatro años de cárcel por fraude fiscal, no tendrá que cumplir ni un año al beneficiarse de una amnistía, de la ausencia de antecedentes penales y de su avanzada edad —en septiembre cumplirá 78 años—. Descartada también por estos motivos la cárcel, la otra opción hubiese sido el arresto domiciliario, la medida que más temía el político y magnate porque le habría impedido participar en la campaña electoral. Eso sí, los jueces de vigilancia penitenciaria de Milán le impusieron una pequeña y dolorosa condición: no arremeter contra la justicia durante el periodo de condena a riesgo de revocar la medida de servicios sociales y mandarlo un año a casa. Un requisito que Berlusconi está cumpliendo por los pelos. “He sido golpeado por una injusticia enorme”, ha llegado a declarar desafiando a los jueces, “por una sentencia monstruosa que me ha acusado de haber cometido un delito de fraude fiscal, a mí, que soy probablemente el primer contribuyente italiano en los últimos 20 años”. Tampoco se explica el ex jefe del Gobierno —y en eso tal vez coincida con muchos italianos— cómo es posible que los jueces pretendan a estas alturas reeducar a un señor de su edad y con su currículo…

El caso es que Forza Italia, que según los últimos sondeos marcha en tercer lugar, muy por detrás del Partido Democrático (PD) de Matteo Renzi y aun del Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo, lo tiene difícil, muy difícil. La hasta ahora fuerza hegemónica del centroderecha sufrió el jueves un gran golpe cuando agentes de la DIA —la dirección nacional antimafia— se llevaron detenido a nada menos que al exministro Claudio Scajola por “concurso externo en asociación mafiosa”, esto es, por ayudar a la Mafia desde la legalidad, poniendo a su disposición su poder de influencia. El mismo delito por el que fueron condenados en su día Marcello Dell’Utri –detenido en Beirut —y Amedeo Matacena, quien se encuentra bloqueado en Dubái. Precisamente, los fiscales antimafia italianos estaban persiguiendo el rastro de Matacena cuando se toparon con que el exministro Scajola estaba intentando ayudarlo para que volara de Dubai a Beirut.

Tras conocer la detención de su amigo y colaborador, Silvio Berlusconi mostró su “dolor” y aseguró que, si bien había evitado colocar a Scajola en las listas a las elecciones europeas, no había sido porque le hubiese llegado un soplo de los manejos en que andaba o que estuviese siendo investigado. La excusa no solicitada se debe a que Scajola tuvo que presentar su dimisión en mayo de 2010 como ministro para el Desarrollo Económico después de que se descubriera que su casa, un apartamento de 210 metros cuadrados frente al Coliseo, había sido pagado en parte por un constructor. Scajola se defendió entonces diciendo que se lo habían pagado “sin su conocimiento” —lo que provocó el pitorreo generalizado—, si bien el pasado mes de enero la justicia falló que, sin su conocimiento o con él, el asunto no constituía un delito. Ante lo cual, el exministro intentó regresar sin éxito a las páginas de la política. Ahora al fin lo ha conseguido. Pero con un agente de la DIA a cada lado.

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