Asesinados a golpes en México un luchador social y su esposa
El crimen de un matrimonio apreciado por su compromiso con la sociedad impacta al Estado de Morelos, cuna del Movimiento por la Paz
“Es una acción atípica”, ha dicho el gobernador estatal Graco Ramírez. El comunicado de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos lo define de una forma muy diferente; como un crimen impactante pero característico de una situación de inseguridad estructural: “Es un brutal y deleznable asesinato (…) que pone una vez más en el centro de la conciencia del país la negación del derecho a la vida y de la seguridad de los ciudadanos”. Lo que para un político en apuros es una “acción”, para los compañeros del catedrático asesinado es un crimen. Lo que a él le resulta “atípico” a ellos les parece una horrible muestra de un problema colectivo de responsabilidad pública.
Los cadáveres del reconocido profesor de psicología y luchador social Alejandro Chao, de 77 años, y de su esposa Sara Rebolledo, 71, fueron hallados el lunes por la mañana en su domicilio de Cuernavaca, capital de Morelos. En la cabeza tenían marcas de golpes con una piedra. Una ventana de la casa tenía un marco roto. La Fiscalía de Morelos, cuya sede está a dos cuadras del domicilio del crimen, supone que se trató de un intento de asalto durante el que el matrimonio llegó de noche a casa y se encontró con los delincuentes. El comisionado de seguridad de Morelos, Alberto Capella, ha dicho que los autores del crimen habrían reaccionado con violencia porque conocían al matrimonio y se vieron sorprendidos por su llegada “fuera de rutina”.
Morelos, un pequeño Estado con unos dos millones de habitantes, limita con el sur de la capital, México DF. No es una de esas regiones de México en las que la violencia del crimen organizado es abrumadora, pero sí es una zona en la que crece de forma preocupante la delincuencia a pequeña escala: secuestros y extorsiones, sobre todo. En 2013 fue el Estado mexicano con mayor proporción de raptos, 8,5 por cada 100.000 habitantes. Si los Estados de Michoacán y Tamaulipas son los paradigmas actuales de los problemas de las autoridades para combatir el poder de las grandes mafias del narcotráfico, Morelos ejemplifica la problemática de las carencias estructurales para proteger a los ciudadanos de los delitos cometidos por bandas menores. Estas, a rebufo de la dinámica de violencia surgida en México en los últimos años de lucha contra el narco y alimentadas por el combinado fatal de marginación socioeconómica e impunidad penal, encuentran en el ciudadano de a pie la víctima propicia para hacer dinero.
La universidad del profesor Chao ha convocado una marcha para este miércoles en Cuernavaca. Esta ciudad ya se convirtió hace tres años en un símbolo de la indignación social contra el crimen. En marzo de 2011 fue asesinado en Morelos con 24 años el hijo del poeta Javier Sicilia, un intelectual mexicano de renombre que, de inmediato, encabezó una marcha de Cuernavaca a México DF que fue el inicio del fenómeno social más relevante de este país en los últimos tiempos, el Movimiento por la Paz, la Justicia y la Dignidad. Tres años más tarde, con Sicilia retirado a un segundo plano tras dos años de activismo sin freno, la sociedad de Cuernavaca se encuentra ante un nuevo caso de especial impacto por las características de la víctima: un académico reputado en la zona y que después de una vida dedicada al progreso social termina asesinado en su casa con su mujer en un supuesto asalto de delincuentes comunes.
En el comunicado de repulsa de la universidad se recuerda que Chao seguía en activo como director de la Escuela de Trabajo Social después de 36 años dedicado a la formación de psicólogos. Se menciona también que fue representante de México ante el Consejo de Educación Superior de la UNESCO. Chao, según la institución, “dio voz a lo largo de su fecunda vida a las comunidades y pueblos excluidos históricamente”. La nota termina llamando a la marcha de este miércoles y con una rúbrica. “Por una humanidad culta”.
El profesor Chao era, además, un promotor cultural y creó una colección de poesía que se llamaba Voces al viento, en la que publicaba a poetas jóvenes. En esta colección sacó un libro suyo de poemas que se titulaba Cántigas de la cábala. El académico colaboraba en un blog literario y político llamado La hormega. Este lunes, después de conocerse su asesinato, sus compañeros del blog pusieron uno de sus poemas. Según contaba esta mañana por teléfono un responsable de La Hormega, Juan Pablo Picazo, el profesor andaba metido en un proceso de reescritura de sus cántigas. “Decía que cuanto más se crece más se aprende, al estilo de Walt Whitman”. El último párrafo de la cántiga homenaje publicada ayer por la bitácora literaria decía así:
El poeta se reanima con la melodía de ocarinas y flautas de cáñamo;
yo salgo al jardín adonde las luciérnagas excitan al mundo cuántico
con el vibrante arcoíris del colibrí que liba en las flores de calistemo…
Tres años después de la tragedia del hijo de Javier Sicilia, se constata que México tiene un problema con la poesía y con la propia vida.
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