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Pena de muerte

¿Se le han proporcionado fármacos suficientes para matarle?

La ejecución de un preso en Oklahoma muestra graves fallos de procedimiento. A Clayton Lockett se le aplicó una descarga eléctrica aquel día para reducirlo

Yolanda Monge
Penitenciaría de McAlester, Oklahoma, donde falleció Clayton Lockett 43 minutos después de empezar su ejecución.
Penitenciaría de McAlester, Oklahoma, donde falleció Clayton Lockett 43 minutos después de empezar su ejecución.John Clanton (AP)

El alcaide que colocó una sábana sobre la zona pélvica de Clayton Lockett consideró que los testigos que asistieron a su ejecución podían observar la agonía de un hombre pero no sus genitales, razón por la que se le cubrió y razón por la que el médico que supervisaba la muerte no vio que la vía que se le había introducido en su ingle para inyectarle el cóctel mortal de fármacos se había desprendido de la vena y se le estaba inyectando en la piel y no en el flujo sanguineo.

Lo que sucedió el martes 29 de abril en la penitenciaría estatal de McAlester (Oklahoma) confirma el laboratorio con humanos como conejillos de indias en el que se han convertido las cámaras de la muerte en Estados Unidos después de que el preso Clayton Lockett tardara 43 minutos en morir durante una ejecución fallida que hubo que suspender.

En un relato incompleto de los hechos, el director de Prisiones de Oklahoma, Robert Patton, ha remitido un comunicado a la Gobernadora del Estado, la republicana Mary Fallin, con lo sucedido el pasado martes para salir al paso de las críticas por la muerte de Lockett, que ha llevado a la oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas a asegurar que el tratamiento dado al reo es considerado “cruel e inhumano” por la ley internacional y ha pedido a EEUU que imponga una moratoria sobre la pena capital. Barack Obama era este viernes cuestionado -por un periodista alemán durante la rueda de prensa junto a Angela Merkel- sobre lo sucedido en Oklahoma y, además de defender la pena de muerte en ciertos casos, dijo que había pedido a su fiscal general, Eric Holder, un análisis de la situación.

Clayton Lockett.
Clayton Lockett.AP

5.06. A esa hora comenzó el último día en la vida de Lockett -38 años, condenado a muerte en 2000 por el asesinato de una joven de 19 años-, cuando un equipo de Respuesta Inmediata de la cárcel llegó a la celda del reo para trasladarle a la sala de Rayos X y hacerle unas placas, algo que es protocolo habitual durante las ejecuciones. Como Lockett se negó a hacer lo que se le pedía, fue reducido, la primera vez solo por la fuerza pero a las 5.50 de la mañana se le aplicaba una descarga eléctrica en el cuerpo para calmarle.

A las 5.53, el preso fue llevado en un vehículo al centro médico donde se observó que tenía un corte en su brazo, que no fue considerado grave. Se dictaminó que no necesitaba puntos más de dos horas después, a las 8.15 de la mañana.

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Desde entonces y hasta las 17.19, el preso estuvo bajo vigilancia de tres guardas de prisones que comprobaban su estado, junto a un doctor, cada 15 minutos.

Sobre las 9.15, siempre según el relato ofrecido por el director de prisones, que no es preciso en términos de horario sobre este punto, Lockett rechaza una visita de sus abogados. Algo que vuelve a hacer sobre las 10.25.

A las 9.42, al hombre que le quedaban pocas horas de vida se le ofrece una bandeja con comida. El preso no la toca. A las 11.11 se le vuelve a insistir y vuelve a rechazar la bandeja.

11.35-14.50 El equipo de vigilancia comprueba el estado de Lockett cada 15 minutos.

15.10-15.55 Se repite la operación arriba citada y así se recoge en el informe del director de prisiones.

Entre las 16.10 y las 16.40, el equipo de contención escolta al condenado del centro médico a las duchas, última instancia donde estará el preso antes de pasar a la cámara de ejecución.

16.55-17.10 Un equipo de especialistas en salud mental se reune con Lockett.

A las 17.19, el alcaide anuncia, como es protocolo, que un condenado a muerte se dirige hacia el patíbulo y lleva, junto al equipo de emergencia y contención, a Lockett a la sala donde se le aplicará la inyección letal que debe acabar con su vida como impone su condena.

17.22 Al condenado se le tumba y se le ata a la camilla en la que se le ejecutará.

17.27-18.18 Un especialista en sangre (flebotomiano) accede a la cámara de ejecución para determinar cual es la mejor vena para insertar la vía por la que se le inyectará al reo el cóctel mortal de fármacos que debe poner fin a su vida. El experto examina el brazo izquierdo y derecho de Lockett así como sus piernas. Todas sus extremidades son suceptibles de que se les coloque una via pero sin embargo no existe una buena vena por la que introducirla. El facultativo examina entonces el cuello del condenado y a continuación su ingle.

18.18 Se completa el proceso de inserción de la IV. La zona por la que se ha introducido la via se tapa con una sábana para prevenir que los testigos vean los genitales del condenado.

18.20 El especialista abandona entonces la cámara de ejecución.

18.23 El alcaide Trammell recibe el visto bueno por parte del director Patton para proceder con la ejecución. Se abren las cortinas que cubren el cristal que separa al preso de la zona de los testigos. Al condenado se le da la oportunidad de decir sus últimas palabras y la rechaza. El alcaide inicia la ejecución y al preso se le inyecta Midazolam, la primera de las tres drogas, un sedante, supuestamente la benzodiacepina de efecto más rápido del mercado, y que ha venido a sustituir a la anestesia con pentotal sódico, del que carecen ya las prisiones de EEUU ante la negativa de los laboratorios a venderla con fines no médicos.

18.30 El médico comprueba si Lockett está consciente. Lo está, se lee en el informe.

18.33 El médico vuelve a examinar el estado del preso y dictamina que esta inconsciente. Esta afirmación no coincide con los relatos de los testigos y periodistas, que aseguran que el condenado se quejaba, intentaba deshacerse de las ataduras y tensaba su mandíbula como resultado del dolor. Los momentos de caos y tensión vividos no quedan reflejados en el informe de Patton. El doctor indicó que se le podía suministrar el bromuro de vecuronio –que provoca parálisis y el bloqueo de la respiración- y el cloruro potásico –que para el corazón y provoca la muerte-.

18.42 Se corren las cortinas. El experto sanguineo y el médico comprueban la vía del condenado.

18.44-18.56 El médico informa de que la vena se ha cerrado y que los medicamentos han podido derramarse o entrado solo en la piel. El alcaide contacta al director de prisiones y este pregunta: “¿Se le han proporcionado al condenado fármacos suficientes como para provocarle la muerte?” El médico responde que no. El director pregunta: “¿Existe otra vena por la que se le pueda inyectar y, si es así, quedan medicamentos?” El doctor contesta negativamente a ambas cuestiones. El director vuelve a insistir en si el preso tiene en su cuerpo fármacos suficentes como para morir. El médico replica de nuevo que no. Cuando el director pregunta por el estado del reo, el alcaide le responde que el médico le está examinando y que está inconsciente y con un latido de corazón débil.

18.56 El director de prisiones Patton ordena suspender la ejecución bajo la autoridad que le concede el Gobernador.

19.06 El doctor pronuncia la muerte de Clayton Lockett.

Habían pasado 43 minutos desde de que comenzara la ejecución a las 18.23 con la administración del midazolam. Los últimos 20 se vivieron sin testigos independientes.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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