_
_
_
_

Moscú abraza a los camaradas ucranios

Putin ordena dar todas las facilidades a los militares que decidan incorporarse a flota del mar Negro o servir en el ejército, la policía o el servicio secreto rusos

M. A. Sánchez-Vallejo (enviada especial)
Varias personas esperan para obtener el pasaporte ruso, este jueves en una oficina de Simferópol.
Varias personas esperan para obtener el pasaporte ruso, este jueves en una oficina de Simferópol.EFE

“Por el momento solo se dará la ciudadanía rusa a los miembros de las Berkut”, las fuerzas especiales ucranias, advierte un cartel colgado hace días a la puerta del consulado ruso en Simferópol. La zanahoria que esgrime Moscú para lograr la rendición sin tiros de los uniformados ucranios está dando buenos resultados; también el hecho de que no son precisamente tropas —de toda laya— lo que hoy falta en Crimea. Tras muchos días mano sobre mano, “esperando órdenes que no llegaban y sin nada que hacer”, cuenta la esposa de un oficial destinado en Sebastopol, la mayoría de los acuartelamientos ucranios en la península de Crimea han ido deponiendo las armas que no llegaron a empuñar. El pacto de no agresión acordado el domingo por Kiev y Moscú, que expira eñ viernes, pone fin a una amenaza pírrica: la de un Ejército menguado y acogotado por fuerzas rusas —identificadas o no— que centuplican su tamaño y su fuerza.

El presidente ruso, Vladímir Putin ordenó el jueves al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, que pusiera en marcha la refundación en Sebastopol de la Escuela Naval Almirante Najímov y añadir a la península una nueva escuela de cadetes navales. Moscú también reconocerá los títulos universitarios y los grados de los militares ucranios que decidan quedarse en Crimea e incorporarse a flota rusa del mar Negro. También se les facilitará la opción de servir en el ejército, los servicios secretos o en la policía.

Mientras, los guardias fronterizos ucranios, desde hace días bajo control de tropas rusas, han empezado a replegarse hacia el continente, a las regiones contiguas al doble istmo que engarza la península de Crimea en Ucrania. “La decisión del Ministerio de Defensa de evacuar a las unidades militares ucranias existe; se instalarán campamentos temporales para reubicarlas”, informaron fuentes del Gobierno de Kiev citadas por la oficina de relaciones públicas del Maidán en su cuenta de Twitter. Dicha página, entusiasta órgano de propaganda de las nuevas autoridades ucranias, informó también del abandono de una unidad entera de la base naval de Novoozernoye.

Banderas rusas en el puerto de Sebastopol.Foto: reuters_live

En una nueva demostración de poderío, tropas rusas se han hecho con el control de varias bases navales en los dos últimos días. El comandante de la Armada ucrania en Sebastopol fue liberado el jueves después de que el día anterior miembros de autodefensas crimeas y cosacos rusos tomaran el control de las instalaciones y desalojaran a la dotación. Salvo el incidente, aún oscuro, que el martes costó la vida a dos soldados ucranios en Simferópol, la sustitución de unas fuerzas armadas por otras está siendo en líneas generales fluida. “Los crimeos somos pacíficos, y es de desear que siga siendo así pese a las provocaciones”, decía esperanzada Gulnara, de la minoría tártara, en Simferópol. No obstante, pese a la aparente tranquilidad que domina la vida cotidiana, hay advertencias muy claras a los extranjeros recién llegados: nada de aventurarse ante el cuartel general de las autodefensas y el nuevo Ejército de Crimea —inicialmente formado por veteranos—, en las afueras de Simferópol, donde en los últimos días han sido retenidos varios informadores y activistas locales pro-Maidán.

El terreno dejado por los miles de ucranios que emprenden el camino de vuelta al continente ha sido ocupado por otro tipo de tropas; no en balde, como advirtió el jueves el viceministro de Defensa ruso ante la Duma, el Kremlin incrementará su presencia militar en la península para protegerla de “amenazas externas” (a comienzos de esta semana, el número de soldados regulares desplegados en Crimea se elevaba a 22.000). Además, por las calles de Simferópol, o en las instalaciones del aeropuerto, circulan toda clase de seres uniformados, si por uniforme se entiende una amplia gama de caquis y tonos terrosos rematados por pasamontañas, armas blancas y ostensibles zapatillas de deporte, como si de un disfraz de atracador se tratara. Así lucen las autodefensas crimeas, visibles en algunas calles de la ciudad o con verdadero mando ejecutivo en el aeródromo, en el que los últimos funcionarios ucranios de inmigración chequeaban el jueves sus penúltimos pasaportes.

Fuentes de Interior apuntaban el jueves a que se están emitiendo los primeros pasaportes rusos para ciudadanos crimeos. Bien podrían ser para esos miembros de las Berkut que señala el cartel del consulado de Simferópol. O para algunos de los exmilitares ucranios, antiguos trabajadores de la base naval de Perevalnoye, que el jueves se inscribían con sus familias como solicitantes de la ciudadanía rusa, en un listado que parecía un boleto de la lotería. O el registro de una leva invertida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_