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Los maestros bonaerenses cumplen once días de huelga

Los docentes de 15 provincias argentinas, incluida la de la capital, piden un aumento salarial que los proteja de la inflación

Alejandro Rebossio
Miles de docentes bonaerenses han protestado en La Plata.
Miles de docentes bonaerenses han protestado en La Plata. D. Estevez (EFE)

Los maestros de la provincia de Buenos Aires, donde viven casi el 40% de los argentinos, han cumplido este miércoles once días consecutivos en huelga. Se trata del paro más extenso de los docentes bonaerenses en la historia, según el Gobierno provincial. Los más de tres millones de alumnos de los niveles inicial, primario y secundario permanecen en sus casas sin comenzar el ciclo lectivo de 2014, mientras que el gobernador de Buenos Aires - el kirchnerista moderado Daniel Scioli – decretó el martes que los maestros reciban un alza salarial de 30,9% pero en dos cuotas. Los sindicatos han rechazado esta subida puesto que la inflación ya alcanza el 32,1% anual tras la devaluación del peso de enero pasado.

Pero no solo en Buenos Aires hay conflicto. Tampoco en la sureña Chubut comenzaron las clases. En otras 13 provincias también continúa la discusión por la nómina aunque, en general, la huelga no se ha extendido durante las tres primeras semanas de clases sino que ha tenido lugar algunos días puntuales. En cambio, en ocho provincias - incluidas la peronista opositora Córdoba y la socialista Santa Fe - y en la ciudad autónoma de Buenos Aires, en manos conservadoras, ha habido acuerdos con los maestros tras alzas salariales de entre el 30% y el 31%.

Esta huelga de docentes no es la más larga de la historia argentina. En la década de los 80, los maestros de la capital argentina pararon 43 días contra el Gobierno del radical (centrista) Raúl Alfonsín. En los 90, los docentes canalizaron sus reclamaciones con la instalación de la llamada carpa (tienda) blanca frente al Congreso. Durante los casi 11 años de gobiernos kirchneristas, el salario docente de Argentina ha mejorado de manera sustancial, al elevarse el doble que la inflación, pero aún se encuentra por debajo de los que se perciben en países no solo desarrollados sino también latinoamericanos, como México y Chile.

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Dentro de los profesionales argentinos, los maestros se encuentran entre los que menos ganan. Además, suelen impartir clases en la mañana en una escuela y en la tarde en otra, con lo que deben usar su tiempo libre para prepararlas, planificar, corregir tareas de los alumnos o recibir a los padres.

Padres de alumnos de escuelas estatales bonaerenses se las arreglan por estos días para ver quién cuida de ellos mientras trabajan. “Seguimos de vacaciones”, explica un niño que se pasea por su barrio en bicicleta.

El principal sindicato de los maestros bonaerenses está liderado por el kirchnerista Roberto Baradel, pero se encuentra a la izquierda de Scioli. El gobernador se ha mantenido fiel a la presidenta de Argentina, la peronista Cristina Fernández, pero representa al sector más tradicional del partido, que suele alinearse con quien lo lidera, más allá de diferencias ideológicas. Scioli, un excorredor de lanchas, comenzó su carrera política en los 90 por invitación del entonces jefe de Estado argentino, el neoliberal Carlos Menem (1989-1999). Ahora está lanzado a la carrera por suceder a Fernández en las elecciones de 2015. En las encuestas figura detrás del diputado opositor Sergio Massa, pero delante del alcalde porteño - el conservador Mauricio Macri - y del legislador socialista Hermes Binner. En el kirchnerismo puro y duro ven a Scioli como si fuera derechas y estos días promueven a diversos candidatos alternativos para que lo enfrenten en las primarias. De momento, el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, es el favorito de los kirchneristas que pretenden rivalizar con Scioli, según los sondeos. Su suerte depende de que cumpla con la prometida renovación de los trenes de cercanías de Buenos Aires para sustituir el material ferroviario vetusto que desencadenó el accidente en el que murieron 51 personas en 2012 en la estación porteña de Once.

En la prensa argentina se tejen especulaciones sobre las razones que hay detrás del enfrentamiento entre Scioli y el sindicalista Baradel. Hay quienes conjeturan con que se trata de una estrategia kirchnerista para desprestigiar al gobernador. Otros informan de que las bases del sindicato son las que presionan a su líder. El temor a la pérdida de poder adquisitivo es justificado ante la situación económica reinante. Además, los sindicalistas deben mostrar fortaleza en la negociación si quieren evitar que surjan otros liderazgos internos desde el peronismo opositor o la izquierda trotskista. Claro que el Gobierno de Fernández tampoco quiere que los aumentos salariales sean tan elevados porque eso empeoraría el déficit fiscal y además impactaría en la inflación, según fuentes oficiales. El incremento de las nóminas a los docentes será una referencia para las negociaciones de otros sindicatos, aunque hay sectores con riesgo de desempleo, como el metalúrgico, que tal vez rebajen su expectativa de una subida del 30% y acepte el 28%.

Scioli, cansado de la negociación con el sindicato, decretó el martes el alza que él ofrecía y que los maestros rechazaban. Este miércoles, miles de docentes marcharon a La Plata, la capital provincial, para protestar. El jueves, cuando se cumplan 12 días de huelga, las partes en conflicto irán a una mediación prejudicial y si no, intervendrá la justicia en el diferendo.

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