El Papa y Fernández conversaron durante casi tres horas en Roma
La presidenta de Argentina fue invitada a almorzar en la residencia vaticana de Santa Marta
La política argentina depara extrañas alianzas, traiciones, reconciliaciones, borrones y cuentas nuevas. Pero pocas veces se verá un giro más rotundo que el que imprimió la presidenta, Cristina Fernández, a su relación con Jorge Bergoglio después de que este se convirtiera en el papa Francisco. Allá donde solo se respiraba distanciamiento y frialdad hoy campea una relación de afecto. Fernández telefoneó la semana pasada a Francisco para felicitarle por su primer aniversario en el Vaticano y el Papa la invitó a un almuerzo en la residencia de Santa Marta, aprovechando que Fernández debía viajar el miércoles a París, donde se entrevistará con el presidente François Hollande.
Fernández acudió a la cita con una bota ortopédica en su pierna izquierda, tras sufrir la noche anterior un “mal movimiento” que derivó en esguince. La presidenta le regaló al Papa una foto de un joven Jorge Bergoglio junto a otro cura argentino en una villa, un termo decorado con imágenes del bicentenario de la independencia argentina, un libro con la imagen del presidente Néstor Kirchner (2003-2007) en la cubierta y un cuadro de Santa Rosa de Lima pintado con un vino malbec argentino. Y el pontífice repartió rosarios entre toda la delegación argentina. Fernández y Franscico almorzaron a solas durante dos horas y media. Antes de proseguir su viaje hacia París, la presidenta argentina dijo que dialogaron sobre "la paz en el mundo”. Y además: (sobre) “un tema que lo preocupa y lo desvela, que es la falta de trabajo en el sector de la juventud”. El Papa sigue muy de cerca la política argentina. Pero sobre eso Fernández no dijo nada.
El domingo, el ministro de Exteriores, Héctor Timerman, había declarado: “Tenemos una cercanía muy grande con el Papa. Y el Papa tiene una cercanía muy grande con el pueblo argentino y con la presidenta en especial”. Esas palabras contrastan con la fría carta de felicitación con que Fernández acogió el nombramiento del Papa hace un año. Es como si en vez de un año hubieran pasado cien. Aquel jueves 13 de marzo de 2013, Fernández se limitó a expresarle al nuevo Papa su “consideración y respeto”. La presidenta y su esposo, Néstor Kirchner, dejaron de acudir desde 2006 a los Tedéum que oficiaba Jorge Bergoglio en la Catedral de Buenos Aires cada 25 de mayo. Aquel año, Bergoglio pronunció una severa homilía en la que afirmó que que el poder “nace de la confianza, no de la manipulación, el amedrentamiento o la prepotencia",
La relación era tan distante que el día en que nombraron Papa a Bergoglio, Fernández pronunció un discurso y sólo al final de los 18 minutos que duró se refirió al nuevo Pontífice. Había cientos de jóvenes militantes kirchneristas escuchándola. Fernández tuvo que recurrir entonces a la vieja táctica retórica de repetir varias veces la misma frase para acallar disimuladamente los silbidos con que sus seguidores recibían el nombramiento del Papa. Las palabras exactas fueron éstas: “Por primera vez en la historia de la Iglesia, en los 2.000 años de historia de la Iglesia, va a haber un Papa (silbidos) que pertenece a Latinoamérica…Y que le deseamos (silbidos)… Y que le deseamos (silbidos)… Y que le deseamos… (silbidos). Y que le deseamos… de corazón (silbidos)… Que le deseamos de corazón (silbidos) a Francisco I que pueda lograr mayor grado de confraternidad entre los pueblos, entre las religiones”.
Fernández terminó aquel discurso sin mencionar el nombre de Bergoglio y sin decir que es argentino. Pero tardó muy poco tiempo en darse cuenta de que Francisco era mucho más influyente y popular que Bergoglio. Así que cuatro días después, el lunes 18 de marzo de 2013, acudió a la residencia de Santa Marta y ya pudo hacerse la primera foto junto al nuevo Papa. La siguiente sería en julio, durante el viaje de Francisco a Brasil. El Papa le regaló entonces unos zapatitos para su nieto Néstor Iván. Desde entonces, cada vez que recibe a un dirigente argentina de lo oposición siempre suele repetir el mismo mensaje: “Cuiden a Cristina”.
La prensa local ha especulado sobre los posibles temas que puede tratar la presidenta con el Papa. Uno de ellos es la posible intercesión de Francisco ante el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para que le eche una mano al Gobierno argentino en su batalla judicial en Estados Unidos contra los fondos que no aceptaron una quita de la deuda argentina y exigen cobrarla en su totalidad. Lo cierto es que nada ha transcendido de forma oficial y que el beneficio más claro y directo para Fernández puede ser la foto en sí misma con un hombre que bate récords de popularidad en Argentina, con un 93% de aceptación.
A diferencia de Cristina Fernández, el director del diario argentino Página 12, Horacio Verbitsky, ha mantenido a los largo de este último año, la misma postura crítica respecto a Bergoglio. En un artículo del domingo titulado Y que cumplas muchos más, Verbitsky cita a Eduardo De la Serna, coordinador del Grupo Carlos Mugica de Sacerdotes en Opción por los Pobres: “De la Serna encomia los gestos de sencillez de Francisco porque ‘los pobres los entienden y se identifican’. (…) En cuanto a sus acciones, las más profundas y serias requieren seguramente más que un año ‘pero hasta ahora no hizo nada. No hubo cambios fundamentales en la curia vaticana’. Para De la Serna, lo más importante sería una profunda reforma del papado”.
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