Dimite el comisionado nacional de seguridad en México
La renuncia de Mondragón, funcionario clave en la lucha contra la delincuencia, es el primer cambio relevante con Peña Nieto
Manuel Mondragón, el comisionado nacional de seguridad en México, ha presentado su renuncia al cargo. "Acepté la solicitud de @mondragonykalb de retirarse del campo operativo e incorporarse a tareas de diseño estratégico en materia de seguridad", escribió este domingo en Twitter el secretario de Gobernación -ministro del Interior-, Miguel Ángel Osorio Chong. Se trata del primer cambio relevante en el Gabinete del presidente Enrique Peña Nieto en los 15 meses que lleva gobernando.
Mondragón había recibido el encargo del presidente de crear la Gendarmería, un cuerpo policial basado en el modelo de la Guardia Civil española y considerado clave en la estrategia de seguridad del nuevo Gobierno. El proyecto se ha ido diluyendo con el paso del tiempo. De los 95.000 efectivos con los que iba a contar en un principio se pasó a 5.000 y su puesta en marcha, prevista para junio, todavía alberga muchas incógnitas.
La salida de Mondragón del gabinete, que se hará oficial el martes, era algo con lo que se venía especulando desde principios de año. Su encaje dentro del mismo ya era de por sí un asunto complejo. El médico naval tenía tratamiento de secretario de Estado y era considerado por el presidente como un colaborador cercano pero organizativamente dependía de Osorio Chong, con quien desde hace meses se decía que no tenía buena sintonía. Tampoco tuvo una relación fluida con el jefe de la Policía Federal, Francisco Galindo. En teoría, debía coordinarse con ellos.
Sus mayores éxitos en el cargo tienen que ver con operaciones de desalojo de manifestantes
Mondragón había llegado al cargo de comisionado precedido por la buena fama que se había granjeado como secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal. La capital es considerada -con matices- un oasis de seguridad en comparación con la violencia que ha golpeado a otras regiones mexicanas. Sin embargo, desde dentro le critican su falta de visión global. En la capital, los policías tienen autoridad en las distintas delegaciones que la conforman y Mondragón pudo aplicar -con notable éxito- una división de la ciudad en cuadrantes para combatir el crimen. El modelo no ha podido ser replicado en todo el país por la existencia de distintas policías estatales y regionales inconexas entre sí, un galimatías que dificulta la procuración de justicia. De ahí que la propuesta de Peña Nieto de crear una única policía con competencias en todo el territorio fuera especialmente importante.
En las distancias cortas, Mondragón se perfila como un personaje incorruptible a quien no le tiembla el pulso a la hora de limpiar las comisarías de policías pendencieros. Cuenta en público que un agente del DF le pidió una mordida a cambio de perdonarle una infracción de tráfico. Él se negó a pagarle nada y, dos semanas después, cuando tomó posesión de su cargo en el Gobierno de la capital, se encontró al policía de frente. Dice que le sostuvo la mirada hasta que el otro tuvo que agachar la cara de pura vergüenza. Esas maneras lo asemejan a un sheriff recién llegado a un pueblo de bandoleros. La campechanía la aplica con cualquiera que se le cruce. "Llegué a una colonia popof (de ricos) y una señora me dijo que por qué no teníamos una policía como la de Nueva York. Le dije: 'váyase a Nueva York, señora", contó Mondragón en noviembre del año pasado durante una conferencia en el Colegio de México.
Sus mayores éxitos en el cargo tienen que ver con operaciones de desalojo de manifestantes, actuaciones policiales especialmente delicadas en un país donde estas, en ocasiones, han acabado en matanzas. Los agentes dispersaron sin mayores contratiempos a los profesores que protestaban contra la reforma educativa en el Zócalo, la plaza más emblemática del país, e hicieron lo mismo con los que tomaron la autopista federal que une la Ciudad de México y Acapulco.
Simplemente, Mondragón no pintó nada", resume un exfuncionario de inteligencia a la hora de valorar su legado
Los borrones más destacados en su gestión están ligados a los continuos escándalos de policías involucrados en secuestros o actuaciones en las que se pisotean los derechos más elementales de los ciudadanos. También se le vincula con el operativo desplegado por la policía para evitar disturbios durante la toma de posesión de Peña Nieto en diciembre de 2012. Las organizaciones sociales acusaron a los policías de reprimir a los manifestantes. Un hombre murió meses después de los altercados por las heridas provocadas durante ese día. Bajo la dirección de Mondragón, la Comisión de Seguridad es la dependencia gubernamental que más quejas recibió en 2013 ante el órgano de Derechos Humanos.
La pérdida de peso de Mondragón en los asuntos más relevantes del Gobierno en materia de seguridad era cada vez más evidente. No fue tenido en cuenta a la hora de decidir la estrategia en Michoacán, la región dominada por el narcotráfico a la que se envió a principios de año a 10.000 policías y militares para sofocar un estallido de violencia. A las últimas reuniones ni siquiera había sido convocado. En la detención de Joaquín Archivaldo El Chapo Guzmán - el narcotraficante más buscado del mundo - no tuvo nada que ver pero se asomó al hangar de la Marina donde fue presentado en público el líder del cartel de Sinaloa y acabó saliendo en la foto.
La llegada de Mondragón al Gobierno se interpretó como un gesto del presidente hacia aquellos que pensaban que iba a colocar en los puestos de más responsabilidad a amigos o colaboradores cercanos. Mondragón, en ese entonces, era considerado el mejor en lo suyo. Lo nombraba a pesar de que su nombre había sido esgrimido en campaña electoral por Andrés Manuel López Obrador, el líder de izquierdas que le disputó la presidencia a Peña Nieto. "Simplemente, Mondragón no pintó nada", resume un exfuncionario de inteligencia a la hora de valorar su legado. El hombre al que se creía capaz de combatir el crimen en México se marcha sin grandes logros que destacar.
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