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¿Qué pudo impedir a los pilotos comunicar un problema?

El GPS y el radar tienen limitaciones que explicaría por qué es tan complicado dar con la localización el aparato siniestrado

Un helicóptero sale en búsqueda de alguna señal del avión Boeing 777-200.
Un helicóptero sale en búsqueda de alguna señal del avión Boeing 777-200.REUTERS

A los profesionales de la industria de la aviación comercial no les gusta especular cuando se produce un accidente. Por eso insisten en que, antes de decir nada sobre las causas que llevaron a la desaparición del avión de Malaysia Airlines, hay que localizar el aparato y la caja negra. Solo en ese momento se podrá tener una idea de lo sucedido en la cabina. El misterio que rodea el incidente, sin embargo, sí alimenta el debate sobre la necesidad de que los aviones lleven un sistema que comunique en tiempo real el estado de la aeronave.

Las cajas negras, a diferencia de lo que el viajero de un avión pueda pensar, no dan datos constantes a los centros de gestión de las aerolíneas sobre la marcha de un vuelo determinado. Simplemente se limitan a registrar la posición del avión, las conversaciones en cabina y otros datos relevantes de la aeronave, que se descargan y analizan a posteriori. Estos dispositivos están diseñados para sobrevivir el impacto, el fuego y la inmersión.

Sí hay sistemas, como el desarrollado por Flight Aerospace Solutions, que permiten una comunicación en pleno vuelo, utilizando la red global de satélites. En una situación anormal, el dispositivo permite hacerlo además en tiempo real. Pero las aerolíneas son reacias a dotarse con este tipo de sistemas porque son demasiado caros y porque en los vuelos transoceánicos no hay banda suficiente para que la comunicación sea efectiva.

Estos dispositivos están pensados para mejorar la rutina y el rendimiento de los aviones. Es decir, para conseguir un uso más eficiente del combustible y dirigir al personal de mantenimiento hacia una supuesta avería. Los modelos más modernos, como el B787 Dreamliner de Boeing, también disponen de un sistema de comunicación en tiempo real parecido. Pero no están concebidos para casos de emergencia o situaciones catastróficas.

Lo que nadie es capaz de explicar en este momento es cómo en una industria tecnológicamente tan avanzada, un avión tan puntero y fiable como el B777 pueda desaparecer con 239 personas a bordo. Los pilotos, como señala el capitán retirado Mark Weiss, están entrenados para navegar y comunicarse en casos extremos. “Al menos tratan de hacer saber a otros aviones que se desvían de su ruta”, explica. Por su experiencia, señala, el avión debía estar fuera de cobertura.

“El radar y el GPS tienen sus limitaciones, porque no cubren todas las áreas”, explica, “y hay una gran diferencia entre volar en tierra o en agua”. También recuerda que son las aerolíneas las que deciden la configuración de cada avión, incluida la tecnología que equipan. Sí explica que el B777 tiene un triple sistema para la navegación. En su opinión, no cree que el siniestro se deba a un problema de instrumental porque el aparato fue objeto de una revisión dos semanas antes.

Weiss conoce bien el modelo accidentado. Pilotó uno similar. Boeing acaba de presentar la nueva generación. Explica que la tecnología que equipa el B777 es mucho más sofisticada que la que se puede encontrar en cualquier dispositivo de consumo. Pero los expertos reconocen que se enfrenta a las mismas vulnerabilidades de un teléfono o una tableta. Se baraja, en paralelo, la posibilidad de que el piloto haya desactivado por error los sistemas de localización.

Los técnicos de FlightAware, uno de los portales en Internet que sirve para seguir el rastro de un avión en vuelo, indican que es normal que las aeronaves entren en zonas en las que los radares y sistemas de GPS civiles no tienen suficiente señal. Por eso creen que en este momento lo importante es la lectura que hagan los sistemas militares, que son más sofisticados. Son los que indican ahora que el vuelo de Malaysia Airlines podría haberse desviado hacia el oeste.

La hipótesis más extrema es que el avión haya sido objeto de un evento catastrófico, que lo haya destruido de forma repentina y violenta como el vuelo 800 de la TWA, en 1996. En aquel caso fue por la explosión de los depósitos de combustible. También podría deberse a la despresurización de la cabina. Para este piloto retirado, el problema es que se buscan los restos del avión por la zona equivocada. En el caso del cambio de ruta, añade, no hay que descartar el sabotaje, aunque las autoridades no vean vínculos terroristas en este momento.

Weiss tampoco se sorprende por el hecho de que los pilotos no comunicaran su posición o emitieran un SOS si estaban en dificultades. Asegura que fue lo que ocurrió con el Airbus A330 de Air France que se estrelló sobre el Atlántico en 2009. “Los pilotos estaban concentrados en salir de la situación con vida, luchando por salvar a los pasajeros, y por eso no pensaron en hacer una llamada de emergencia”, relata. Por eso cree que las aerolíneas deben incorporar los nuevos avances tecnológicos e integrar sistemas que van más allá de lo que queda registrado en la caja negra.

Lo cierto es que existe una amplia multitud de tecnologías que deberían permitir localizar a un avión con mayor precisión que un coche. Y, como indican los expertos del sector, la discusión sobre la necesidad de que las aerolíneas las adopten es necesaria. Admiten que es costoso para un sector al que le cuesta ser rentable, pero también precisan que el desembolso que se está haciendo para la búsqueda del avión lo compensa.

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