Latinoamérica y el contagio de las crisis económicas
Hace relativamente poco tiempo se llegó a pensar que los ciclos económicos eran pasado
México, finales de los años 80. El país azteca, hasta entonces muy proteccionista con su economía, decidió abrirla, lo que atrajo inversiones extranjeras. El problema fue que a estas inversiones no siguieron, como se esperaba, crecimientos económicos. Buscando ese desarrollo que no llegaba los mexicanos decidieron devaluar su moneda. Pero, si algunos economistas aseguraban que la devaluación que México necesitaba era del 30%, la realmente efectuada fue apenas del 15%. Consecuencia: Los inversionistas extranjeros, temerosos de una nueva devaluación, retiraron su dinero del país del Tequila. Para retener esos capitales, el estado Mexicano subió los tipos de interés creando una serie de bonos por los que tenía que pagar grandes cantidades de dinero. México se vio ante un problema serio: No tenía dinero para pagar. México, simplemente, no tenía dinero.
Hace algún tiempo conocí a un ciudadano de fuera de América. Cuando le comenté que vivía en Nicaragua, él me contestó: “¡Qué casualidad: Mi primo vive en Perú!”. Esta anécdota plasma una idea bastante generalizada (y falsa) consistente en considerar a América Latina como un territorio único. Es así como operan las inversiones extranjeras.
El problema serio que acabo de relatar sobre México tuvo consecuencias en otros países latinoamericanos. Prestamistas extranjeros que hasta entonces prestaban dinero a empresarios argentinos dejaron de hacerlo temerosos de algún tipo de contagio. La consecuencia fue que el país del tango se vio escaso de capitales: Argentina no tenía dinero.
La economía estadounidense estaba entonces muy expuesta a la economía de su vecino del sur. Previniendo mayores males, los norteamericanos decidieron ayudar a México: Estados Unidos inyectó a la economía mexicana la nada desdeñable suma de 50.000 millones de dólares. El Banco Mundial, por su parte, hizo lo propio con la economía argentina, e inyectó en las arcas del país de Borges cerca de 15.000 millones de dólares.
La situación de crisis en la que se encontraban estos dos países latinoamericanos se debía a una multitud de factores coyunturales. La falta de dinero era solo uno de los problemas de esos países: Es falso pensar, como muchos hicieron, que la escasez monetaria era el problema mayoritario de Argentina y México. Pero entonces ocurrió algo sorprendente: Tras las inyecciones monetarias en México y Argentina, las economías de los dos países despegaron: La mejoría de sus datos económicos era clara y palpable. Parecía que tanto Argentina como México habían superado sus crisis.
Este nuevo crecimiento económico se debió a una multitud de factores, uno de ellos, sin duda, fueron las inyecciones monetarias. Pero es un error creer que esa introducción de dinero fue la única razón (o incluso la razón predominante) por la cual la crisis fue superada por esos países. Y sin embargo, muchas grandes firmas de la macroeconomía internacional apoyaron esa hipótesis.
La enciclopedia se creó cuando el ser humano creyó que algún día iba a ser capaz de saberlo (absolutamente) todo… El conjunto de equivocaciones, aciertos y golpes de suerte acontecidos en estos dos países latinoamericanos contribuyó al asentamiento de la muy repartida creencia de que el ser humano había encontrado por fin la capacidad para solucionar todos los problemas de orden económico-financiero que pudieran surgir y que, por tanto, las crisis económicas se habían acabado definitivamente.
Estas teorías simplistas e ingenuas quizás contribuyeron a que algunas economías, sobre todo occidentales, se hicieran insaciables propiciando el despilfarro hasta unos límites nunca vistos. Esto, a su vez, provocó la crisis económica que ha azotado a algunos países desarrollados y que sigue siendo un flagelo para economías emergentes como la de Argentina, que pasa hoy por una nueva crisis.
Miguel Forcat Luque es economista y ejerce como agregado para Asuntos de Cooperación de la Unión Europea. Las opiniones de este artículo no reflejan el punto de vista de la institución.
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