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Conferencia de Seguridad de Múnich

Ucrania dispara la tensión global

Occidente y Rusia intercambian duras acusaciones en la pugna por el futuro del país Representantes de EEUU se reúnen con los opositores y expresan apoyo a su lucha

Andrea Rizzi
El líder opositor ucranio Vitali Klitschkó, en Múnich.
El líder opositor ucranio Vitali Klitschkó, en Múnich. Joerg Koch (Getty Images)

Un duro intercambio de estocadas verbales entre representantes de Rusia, por un lado, y Estados Unidos, Unión Europea y la OTAN, por el otro, dejó aflorar ayer en la Conferencia de Seguridad de Múnich la naturaleza cada vez más descarnada del pulso entre Occidente y Moscú por Ucrania. El espectro de una intervención en la crisis por parte de los militares ucranios enturbia aún más el horizonte en ese país. La tensión entre ambos bloques es además agravada, en otro frente, por la falta de avances en el desarme químico de Siria. La Casa Blanca reclama al Kremlin que ejerza su influencia sobre Bachar el Asad para que Damasco agilice ese estancado proceso.

Las acusaciones vertidas en el foro bávaro —que, en su 50ª edición, reúne a medio centenar de ministros del sector y una quincena de jefes de Estado y Gobierno— fueron inusualmente explícitas para un debate de política internacional público y entre autoridades.

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, respondió con vehemencia a un discurso del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en el que este había afirmado, con un sutil giro de palabras en inglés, que el futuro de Ucrania está en la Unión Europea y que Kiev debería poder elegir libremente su camino. Lavrov acusó directamente a Europa de estar “imponiendo una decisión” a Kiev y de que, tras el argumento de la promoción de la democracia, los líderes occidentales están respaldando protestas violentas y antidemocráticas. “¿Por qué no se oye [desde Occidente] ninguna condena de aquellos que ocupan sedes del Gobierno, atacan a los policías, gritan eslóganes racistas? ¿Por qué los europeos animan eso en Ucrania, pero en sus países son muy rápidos en sancionar toda infracción de la ley?”, preguntó Lavrov.

Poco después, el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, elevó un punto más el incendio diplomático lanzando un ataque a la “preocupante dinámica que se desarrolla en varios países del Este europeo” por la que las “aspiraciones de los pueblos son pisoteadas por los intereses de oligarquías corruptas que utilizan dinero para manipular los medios y debilitar la independencia judicial”.

Lavrov sostiene que Europa intenta "imponer" a Kiev una solución

“Una amplia mayoría de los ciudadanos de Ucrania quiere vivir en un Estado libre y próspero y lucha para el derecho de asociarse con socios que los ayudarán a realizar esas aspiraciones. Es una lucha por un futuro democrático y europeo. EE UU y la UE están al lado del pueblo ucranio en esa lucha”, dijo Kerry.

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Posteriormente, el jefe de la diplomacia estadounidense se reunió al margen de la conferencia con varios líderes de la oposición ucrania. Washington entró así, de lleno y abiertamente, en la crisis ucrania.

La reunión fue calificada de “circo” vía Twitter por parte del viceprimer ministro ruso Dimitri Rogozin, exembajador ante la OTAN.

Los opositores también se reunieron con otros ministros de Exteriores occidentales. El francés, Laurent Fabius, dijo que habían solicitado la adopción de sanciones a Ucrania, según France Presse. Fabius alertó de los “síntomas de degradación” de la crisis.

Kerry denuncia las "oligarquías corruptas" de Europa del Este

Las declaraciones ante la audiencia de Múnich de uno de los líderes opositores, Vitali Klitchkó, avalaron esa sensación. “La protesta ya no es Euromaidán. Es directamente contra un sistema”, dijo.

El ministro de Exteriores ucranio en funciones, Leonid Kozhara, destacó que el Gobierno y el presidente han hecho ya muchas concesiones y que es hora de que la oposición asuma una actitud responsable; recordó que Ucrania es un país fracturado en el que un importante sector de la sociedad discrepa de las tesis de los manifestantes; y que la asociación con la UE, rechazada a última hora el pasado noviembre, supondría muchos sacrificios pero ninguna garantía de entrar algún día en la Unión.

En otro frente, Lavrov también intercambió fuego dialéctico con el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen. En su intervención, este había expresado la preocupación de la Alianza por el presunto desarrollo de “capacidades militares ofensivas, no defensivas” por parte de Moscú. Rasmussen se refirió a maniobras para trasladar aviones de combate a Bielorrusia, al despliegue de nuevos recursos militares en el enclave de Kaliningrado y en el Ártico, entre otros temas.

En tono helador, Lavrov respondió que “si hay un interés en resolver estos asuntos, no deberían plantearse en una conferencia pública”. “Aquí en Múnich solo he escuchado monólogos; ningún diálogo”, dijo.

A continuación, cargó contra el proyecto de escudo antimisiles de EE UU, que a su juicio garantizaría una inmunidad nuclear a Occidente, lo que alteraría el factor disuasorio tan importante para mantener el equilibrio nuclear.

Kerry y Lavrov mantuvieron aquí en Múnich un encuentro en la noche del viernes. Washington trató de persuadir a Moscú para que presione a Damasco en el desarme químico. EE UU calcula que El Asad sólo entregó el 4% del arsenal. Preguntado al respecto, Lavrov afirmó que la situación en Siria es muy compleja, y que Rusia “no puede resolver sola” la crisis. Hay que trabajar juntos, dijo, y “los demás también deberían hablar con el Gobierno sirio”.

Hubo un tiempo reciente en el que una eficaz cooperación entre Occidente y Rusia pareció al alcance. En 2010, Washington y Moscú firmaron un importante tratado de reducción de armas nucleares; ese mismo año, hubo el importante acuerdo de Lisboa entra la OTAN y Rusia; en 2011, Rusia permitió con su abstención en la ONU la intervención en Libia. Parece haber transcurrido toda una era geoestratégica desde entonces.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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