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Los rebeldes de Sudán del Sur controlan ya dos de los diez Estados del país

La ONU estima que más de un millar de personas podría haber muerto en la violencia étnica

José Naranjo
Funcionarios de la ONU abandonan Juba rumbo a Uganda.
Funcionarios de la ONU abandonan Juba rumbo a Uganda.I. SCOTT (AFP)

La facción rebelde del Ejército de Sudán del Sur, que se ha alzado en armas contra el presidente Salva Kiir controla ya las capitales de dos de los diez estados del país, en concreto Jonglei y Unidad, mientras los enfrentamientos y actos de violencia, que incluyen ejecuciones sumarias, se extienden por múltiples zonas. Naciones Unidas habla ya sin tapujos de al menos quinientos muertos confirmados desde el domingo 15 de diciembre, aunque según Toby Lanzer, coordinador humanitario de la ONU, probablemente ya sean más de un millar, así como cientos de heridos y unos 100.000 desplazados internos, de los que 40.000 buscan refugio en las instalaciones de la ONU. Kiir ha anunciado una ofensiva, que se prevé “inminente”, para recuperar las ciudades de Bor y Bentiu, capitales de ambos estados, que suman una cuarta parte de la superficie del país.

Asimismo, la organización humanitaria Médicos sin Fronteras ha informado de la existencia de combates en el estado de Alto Nilo. De estos dos últimos estados procede buena parte del petróleo que exporta este joven país, que alcanzó su independencia el 9 de julio de 2011. Al menos tres campos petroleros han detenido su producción desde el comienzo de la violencia.

Al reconocer que había perdido el control sobre ambos estados, Kiir anunció que la ofensiva esperaría a que todos los ciudadanos estadounidenses fueran evacuados. Precisamente la capital de Jonglei fue el escenario el pasado sábado de un intenso tiroteo contra tres aviones militares de EEUU que estaban llevando a cabo tareas de repatriación, con el resultado de cuatro soldados americanos heridos. Horas después, el presidente estadounidense Barack Obama informó al Congreso del envío de 46 militares a Bor para continuar sacando a sus ciudadanos del país, que se unen a los 45 enviados la semana pasada a Juba, la capital del país, para reforzar la seguridad de la Embajada. No obstante, EE UU mandará finalmente 150 marines provenientes de España.

La mayoría de los muertos son civiles y los testimonios de que se están llevando a cabo asesinatos en función del origen étnico son ya incontables. Si bien el propio Gobierno sursudanés y muchos analistas coinciden en señalar que el origen de la crisis es político, lo cierto es que el factor étnico está muy presente en la violencia desatada de los últimos días. Salva Kiir es dinka y su ex vicepresidente y rival político Riek Machar es nuer, dos de los grupos étnicos más numerosos del país que ya en el pasado, sobre todo durante la larga guerra civil que acabó con la partición de Sudán en dos países, vivieron enfrentamientos y tensión. Kiir ha reiterado en las últimas horas su oferta de diálogo “sin condiciones”, pero Machar ha pedido la previa liberación de sus diez leales detenidos y que dichas conversaciones se lleven a cabo fuera del país, en Adis Abeba por ejemplo, en un claro intento de implicar a organizaciones supranacionales, como la Unión Africana, en el conflicto.

El origen de la actual crisis que desangra a Sudán del Sur hay que buscarlo en la fuerte rivalidad entre Kiir y Machar. El todopoderoso Salva Kiir, primer presidente del país desde que alcanzó la independencia, jefe de gobierno, y gran líder y comandante en jefe del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán, no parece dispuesto a permitir que nadie le haga sombra. Sin embargo, Riek Machar, hasta mediados de este año su vicepresidente, ha anunciado su intención de presentarse a las elecciones de 2015 y disputar el poder a Kiir, a quien acusa de deriva totalitaria. La tensión entre ambos llegó a su punto álgido durante la reunión del Consejo Nacional de Liberación del pasado 14 y 15 de diciembre, tras lo cual Kiir acusó a Machar de estar preparando un golpe de estado y ordenó su detención y la de una quincena de sus seguidores, entre ellos varios ex ministros.

Sin embargo, miembros de la Guardia Presidencial de la etnia a la que pertenece Machar se negaron a acatar esta orden y comenzaron a enfrentarse con miembros de la etnia del presidente Kiir. La chispa saltó pronto a los cuarteles de la capital, Yuba, y de ahí se ha extendido a otras regiones, sobre todo a aquellas como Jonglei, Unidad y Alto Nilo, en la que la presencia de nuer en el Ejército es más notable. Amnistía Internacional ha constatado la existencia de persecución y asesinatos por razón de la etnia en ambos bandos enfrentados. Los esfuerzos de mediación de los líderes de países vecinos, como Uganda, Kenia y Etiopía, así como las llamadas a la moderación por parte del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, han sido hasta ahora estériles.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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