Brasil elige renovar su fuerza aérea con cazas de origen sueco
La elección del Saab Gripen pone fin a 18 años de batalla diplomática entre Brasília, Washington, París y Estocolmo
El Gobierno brasileño ha decidido poner fin a 18 años de pugnas diplomáticas al decidirse por la oferta de la sueca Saab para modernizar su aviación militar. La Fuerza Aérea Brasileña (FAB) negociará con el fabricante escandinavo un contrato para entregar 36 aviones de caza Gripen NG a cambio de 4.500 millones de dólares (3.300 millones de euros). Se espera que las negociaciones puedan llevar más de un año. Los otros candidatos eran el Dassault Rafale, de fabricación francesa, y el estadounidense Boeing F-18.
Según el ministro de Defensa, Celso Amorim, la elección tuvo en consideración tres criterios: el rendimiento de los aparatos, el coste, tanto de la compra como del mantenimiento, y la transferencia de tecnología necesaria para que Brasil pueda construir los aviones en su territorio.
El país sudamericano lleva desde 1995 buscando un sustituto para sus aviones de caza Northrop F-5 y Dassault Mirage, que entraron en servicio durante los años 70, como parte de un programa de modernización militar. “La defensa y el desarrollo son objetivos complementarios”, ha afirmado la presidenta Dilma Rousseff, en su discurso de fin de año a las fuerzas armadas. “Somos un país pacífico, pero no vamos a ser, de ninguna manera, un país indefenso”. Entre otros objetivos, Brasil pretende usar los cazas para reforzar su porosa frontera amazónica.
El ministro sueco de Exteriores, Carl Bildt, celebró la decisión brasileña en su cuenta de Twitter: “Es un elogio de la tecnología y la competitividad suecas”. El ministro de Defensa francés, Jean-Yves Le Drian, restó importancia a la derrota del Rafale: “Brasil no era nuestro objetivo prioritario”. El anuncio se ha hecho cinco días después de la visita al país sudamericano del presidente francés, François Hollande.
El modelo francés era el candidato favorito de Luiz Inácio Lula da Silva, que llegó a anunciar en 2009 que el Rafale sería el elegido. El entonces presidente se vio obligado a dar marcha atrás por las quejas de la propia FAB, que argumentó no haber sido consultada en la decisión. En 2010, el diario Folha de São Paulo, citando fuentes militares, afirmó que el caza sueco era el preferido de la fuerza aérea.
También ha pesado en contra de la oferta francesa el hecho de que Brasil se ha apoyado en la Armada gala para modernizar sus fuerzas navales, incluyendo la compra de un portaviones, el São Paulo (ex Foch) y de cinco submarinos, uno de ellos de propulsión nuclear. Para algunos analistas, la compra del Rafale supondría una dependencia muy fuerte de la tecnología francesa. Según Bernardo Wahl, profesor de Seguridad Internacional de la Fundación Armando Álvares Penteado, la variedad de suministradores “es un reflejo de la política exterior brasileña, que busca la autonomía a través de la diversificación”.
Mientras, la candidatura del tercero en discordia, el Boeing F-18, se ha visto lastrada por varios factores, entre ellos el escándalo desatado en el país sudamericano tras saberse que varias empresas y líderes brasileños, entre ellos la propia presidenta Rousseff, fueron víctimas del espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA, en sus siglas en inglés), según las revelaciones del exanalista Edward Snowden. “Brasil ha querido mostrar a Estados Unidos que esa clase de comportamiento tiene sus costes. Es eso lo que quiso hacer al cancelar su viaje oficial a EE UU y también en la elección del caza sueco”, afirma Wahl.
Otro factor era la reticencia del Gobierno estadounidense en transferir tecnología militar al país sudamericano y, en consecuencia, permitir la obtención por parte de Brasil de la capacidad de desarrollar equipamientos militares propios. “Los estadounidenses son mucho más restrictivos, porque, obviamente, quieren mantener sus secretos”, explica Salem Nasser, profesor de la Fundación Getúlio Vargas. En 2006, EE UU vetó la venta por parte de la brasileña Embraer de 24 aviones de entrenamiento Tucano por poseer tecnología estadounidense. El régimen de Hugo Chávez decidió entonces comprar aviones Sukhoi, de fabricación rusa.
Los analistas no se esperaban que el Gobierno de Rousseff tomase una decisión de este calibre —la inversión prevista en el proyecto equivale a un 1,5% del presupuesto federal para 2014— a menos de un año de las elecciones presidenciales y en un contexto de contención del gasto público. “[El ministro de Hacienda] Guido Mantega había dicho que la economía brasileña está coja, y la defensa es un tema a largo plazo”, señala Wahl.
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