Máximo Kirchner, el poder en la sombra
El hijo de la presidenta ejerce una influencia decisiva en el Gobierno a través de la asociación juvenil La Cámpora
Cristina Fernández confía plenamente en el criterio político de su hijo Máximo Kirchner, de 36 años. Máximo no cuenta con ningún cargo oficial en el Gobierno, no concede entrevistas, nunca pronunció un mitin y casi nunca aparece en actos públicos. Pero comenzó a organizar en 2003 la asociación juvenil La Cámpora, una estructura que se mueve al margen del peronismo tradicional. Y a través de ella ha sabido alimentar la llama de la militancia juvenil. Cuando Fernández reaparezca en público, seguramente lo hará ante miles de jóvenes kirchneristas que corearán: “Cristina, corazón, acá tenés los pibes para la liberación”. Hay cientos de vídeos en Internet con la misma escena: cánticos, sonrisas y lágrimas de la presidenta. “No sé qué fue primero, si los jóvenes eligieron al Gobierno o el Gobierno los eligió a ellos”, decía Fernández en un anuncio electoral.
Los jóvenes le otorgan vitalidad y energía al proyecto del Gobierno. Y a su vez, el Gobierno incluye a los jóvenes en las estructuras más poderosas del Estado. El caso más notable es el de Axel Kicillof, el nuevo ministro de Economía. Kicillof tiene 42 años, no es exactamente un joven. Ni siquiera procede de la militancia peronista. Pero Máximo trabó amistad con él, se lo presentó a su madre y a partir de entonces Cristina Fernández le fue concediendo cada vez más poder. Primero ocupó la dirección financiera de Aerolíneas Argentinas, después la secretaría de Estado de Economía, más tarde accedió al directorio de la YPF expropiada, después se encargó de gestionar un plan de viviendas y fue colocando a su propio equipo en los organismos más poderosos del país y en alguna que otra embajada.
La lista de amigos de Máximo que copan altos puestos en la Administración no termina con Kicillof. Entre los cinco nombramientos anunciados el lunes se encuentra el del nuevo presidente del Banco Nación, el mayor de Argentina. El cargo ha recaído en el abogado de 37 años Juan Ignacio Forlón, amigo de Máximo desde la adolescencia. A imagen y semejanza de Máximo Kirchner, Forlón nunca ha concedido ninguna entrevista.
Todo lo que concierne a la influencia de Máximo Kirchner en el gobierno se basa en especulaciones y en declaraciones ofrecidas bajo la condición del anonimato. Ningún dirigente kirchnerista se ha expresado abiertamente sobre el asunto hasta que a raíz de la intervención quirúrgica de Cristina Fernández quedó patente que Máximo era su conexión directa con el mundo. Fue durante aquellos días de reposo, el pasado octubre, cuando la diputada kirchnerista Diana Conti declaró: "Máximo Kirchner siempre opinó y con sentido muy común. (…) Máximo siempre estuvo muy compenetrado con los asuntos que manejaba su padre y maneja ahora su madre; seguramente es el nexo de transmisión porque es el hijo".
Entre los principales dirigentes de La Cámpora se encuentra Mariano Recalde, presidente de Aerolíneas Argentinas y el diputado Andrés, "El Cuervo" Larroque o el concejal de Buenos Aires Juan Cabandié. Este último es el nieto recuperado por las Abuelas de Mayo número 74, dentro de una lista de restituciones que el pasado agosto, 30 años después de la dictadura, llegó al nieto 109. Es, por tanto, una de las víctimas más famosas de la dictadura. Pero durante la campaña de las últimas legislativas trascendió un vídeo en el que Cabandié hacía uso de su pasado como víctima para intentar evadir el pago de una multa de tráfico. Pero los dirigentes más notables de La Cámpora cerraron filas en torno a él.
Los más críticos con este movimiento juvenil sostienen que son jóvenes cuya solidaridad y abnegación durará lo que dure los cargos y prebendas que reciben desde el poder. Sus defensores, sin embargo, aseguran que La Cámpora realiza muchas labores de ayuda en las poblaciones más desfavorecidas, que normalmente no se refleja en los medios. Y que esa ayuda y esa militancia, en la mayor parte de los casos es desinteresada.
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