“En México el petróleo fácil se acabó”
David Penchyna, senador del PRI y presidente de la Comisión de Energía del Senado, habla del panorama en el que el debate de la reforma energética comenzará en la Cámara Alta
En el escritorio del senador mexicano David Penchyna (Pachuca, 1965) está el proyecto de reforma energética que en los próximos días los legisladores de la Cámara Alta comenzarán a debatir. La iniciativa de cambios constitucionales, asegura, estará integrada por las propuestas tanto del presidente, Enrique Peña Nieto, y su partido, el Revolucionario Institucional (PRI) como por las del Partido Acción Nacional (PAN, de derechas) y buscará abrir el sector energético a la inversión privada. Penchyna, un abogado con una larga carrera en el sector público y constante actividad dentro de su partido, reconoce que no es posible posponer más la reforma energética, aunque lograrlo tenga un costo político para su partido. El presidente de la Comisión de Energía acepta que existen negociaciones con la derecha mexicana para diseñar la reforma, mientras la izquierda está cerrada totalmente a modificar la Constitución.
Pregunta. ¿Cuáles son las aspiraciones de su partido en la discusión de la reforma energética?
Respuesta. El PRI aspira a tres cosas fundamentales para recuperar valor y hacer del sector energético una verdadera palanca de desarrollo nacional, porque creemos que estamos dejando de obtener oportunidades para los mexicanos por un paradigma ideológico-histórico y no por un paradigma técnico, económico, social y político correcto. Primero, a mantener la propiedad y la rectoría económica del Estado sobre sus recursos energéticos, eso no está en discusión en ninguna iniciativa. Se nos ha querido acusar de que vamos a privatizar el sector energético y eso es una verdadera mentira, porque cualquier reforma va a partir constitucionalmente de mantener la propiedad del Estado mexicano de sus recursos energéticos. Segundo, aspiramos a hacer una reforma constitucional para darle certidumbre al sector energético. No podemos seguir con la ambigüedad actual de nuestra legislación donde la Constitución prohíbe contratos, pero de todas formas hacemos contratos y acabamos en controversias en la Corte. Y tercero, lo que buscamos es construir un nuevo paradigma energético diferente al de los últimos 75 años, que ya le dio mucho a México pero creemos que le puede dar más, y que además en la historia actual está colocado en otro contexto. El petróleo fácil se acabó. Le apostamos a un sector que pueda ser competitivo, que sea más productivo y que permita la participación del capital público y privado.
P. ¿Cómo van a sortear en el Senado el paradigma histórico sobre la energía en México?
R. No se puede sortear en definitiva y hay que asumir nuestros riesgos y costos políticos. Es difícil de vencer un paradigma construido de medias verdades que acaban por ser mentiras completas. ¿Cómo contrarrestar eso?, yo digo que con la verdad y teniendo un debate franco y honesto. Tenemos una razón basada en pruebas contundentes de la historia, de la eficiencia y la eficacia de este modelo y cómo podemos mejorarlo. El problema es que ese paradigma tan fuerte que se constituyó a partir de una realidad petrolera muy cómoda ya se acabó. Sólo en nueve años perdimos un millón de barriles de petróleo, y de no hacer la reforma correcta, en menos de siete años vamos a estar importando petróleo. Ya ocurre que siendo la séptima potencia en gas importamos el 40%. Y eso significa oportunidades de empleo, atracción de inversión, de manufactura, de industria, significa que tenemos – siendo una potencia mundial del petróleo—una balanza en petroquímica deficitaria en 18.000 millones de dólares, cuando deberíamos ser una potencia petroquímica mundial. Eso se traduce en falta de empleo y yo no conozco ninguna política pública que combata la pobreza que no se base en una política de empleo. En las últimas tres décadas hemos invertido infinidad de recursos en los pobres y la pobreza sigue igual o peor, porque no había una política verdaderamente expansiva en este país y el petróleo sí puede generar una política expansiva del empleo.
P. En una visión internacional, ¿cómo quedaría México si esta reforma se logra dentro de los parámetros que ustedes estiman?
R. El modelo mexicano no va a ser igual al de ningún país del mundo, por nuestra geopolítica, por nuestra ubicación, por nuestro pastel energético de los diferentes productos que tenemos en el subsuelo. Hemos revisado varios modelos que tienen muchas ventajas. Están Noruega, Brasil, Colombia, Azerbaiyán, son modelos muy importantes que hay que tener en cuenta. Jamás tendremos el modelo de Estados Unidos, donde la nación no es propietaria de los hidrocarburos, eso está totalmente descartado. En modelos regulatorios, Canadá es un ejemplo. Estamos tomando lo que funciona. México tiene una ventaja, de no haber hecho su reforma como el resto del mundo, -en nuestra mediocridad terrible-- es que sabemos qué funciona y qué no funciona en el mundo. Esa es una buena taza de medida y sería imperdonable que no supiéramos hacer la reforma correcta, teniendo experiencia mundial probada exitosa y no exitosa. En la discusión se está trabajando en una tropicalización de los diferentes fenómenos de energía mundial, porque somos diferentes y tenemos una ubicación particular en el mundo. Somos vecinos de Estados Unidos, tenemos salida al Atlántico, salida al Pacífico, tenemos shale gas (gas de esquisto), petróleo en tierra, petróleo en aguas someras, petróleo en aguas profundas y ultra profundas. Ese panel de realidades hay que transformarlo con un modelo que sirva en la Economía mexicana, tomando como referencia de las buenas prácticas internacionales.
P. El PAN ha dicho que el PRI se muestra bastante receptivo a su propuesta que es más aperturista y contempla concesiones y contratos de producción compartida. ¿Qué tan receptivo es el PRI con el PAN?
R. Hay dos partidos políticos en esta Cámara que sí queremos una reforma constitucional y esos dos partidos somos el PAN y el PRI. Es imposible negociar con alguien que te dice no a una reforma constitucional, ahí no hay nada que discutir. El PRD es totalitario, absolutista, bastante draconiano en su contundencia de que no, que yo creo que es más por una defensa político-electoral de la izquierda que por convicción. Nosotros no es que nos estemos acercando al PAN o el PAN a nosotros. Nosotros estamos negociando con el PAN. Primero porque es con quien hay condiciones para negociar, coincidimos en varias cosas y tenemos una realidad básica, que es que ni el PRI, ni el PAN pueden hacerse reformas solos, porque este país le dio un mandato constitucional a las fuerzas políticas donde nadie tiene mayoría. Creo que el PAN ha sido generoso en entendernos y acercarnos para un acuerdo. No puedo decir en qué, pero ha habido cosas que hemos debatido de la iniciativa del PAN donde hemos demostrado juntos lo que no es correcto y eso no vendrá en la reforma. Lo mismo ha pasado con nuestras propuestas. Va a ser un modelo compartido donde ha prevalecido la razón. Además, sabemos bien que va a ser muy difícil, en muchos años, volver a hacer una reforma constitucional en materia energética. O la hacemos bien o nos vamos a equivocar con nuestro país e historia.
P. ¿Con el PRD no hay un ligero margen de negociación?
R. En materia constitucional no. Y es lamentable porque en la reforma secundaria, propuesta por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, que entiendo es la del PRD, hay cosas muy valiosas que vamos a incorporar y hacerlas reforma constitucional en las reformas secundarias.
P. ¿Como qué?
R. Como fortalecer a Pemex y los mecanismos que él propone. Como el que la petrolera siga siendo una actividad estratégica para la nación, como generar condiciones legislativas para que la industria mexicana tenga un lugar especial. No se trata de llevarnos la autoría de una reforma, se trata de que salgamos del bache y que hagamos de Pemex un motor de desarrollo.
P. Cuauhtémoc Cárdenas ha insistido en convocar a una consulta ciudadana. ¿Qué opina de esta propuesta?
R. Respeto mucho la consulta ciudadana de Cuauhtémoc Cárdenas, pero a mí me huele más a campaña electoral. Creo que hay que ser cuidadosos con las materias que son sujeto de plebiscito o no. Una consulta, así como lo plantea la izquierda, me parece una demagogia asquerosa. No sé si necesariamente la gente tenga el conocimiento pleno de qué es lo que se le pregunta, me parece entonces muy irresponsable jugar con un país así. Creo que va a haber diferentes opiniones en la población mexicana respecto a la reforma que impulsemos, como lo ha habido en todos los países en donde ha habido una reforma de este calado. A Álvaro Uribe lo odiaban en Colombia, hoy lo aman por la reforma que impulsó porque se ha vuelto un factor de crecimiento y de desarrollo.
P. La clave de los cambios en el sector energético en México está en las leyes secundarias ¿cómo van a garantizarle a los otros partidos que no habrá sorpresas?
R. Acepto que es una inquietud que en la iniciativa del PRI y del PAN fue insuficiente, porque ni la del PAN ni la del presidente traen el detalle de las leyes secundarias. Ese es un mundo al revés y de desconfianzas porque no podemos hablar de las reformas secundarias mientras no concretemos una reforma constitucional, porque ninguna reforma secundaria puede estar por encima de la Constitución. Vamos a presentar una reforma constitucional que marque muy bien el mandato a las reformas secundarias que deberemos de hacer. Con el menor número de huecos posibles de lo que se diseña en una Constitución. Pero creo que el dictamen que vamos a impulsar en los próximos días tendrá un mandato muy favorable para que esta inquietud no sea de tal grado. Hay artículos transitorios y hay mandatos que pueden dar luz clara hacia dónde puede ir la legislación secundaria y la garantía de que no podrán superar la Constitución.
P. ¿Todavía es posible que antes de que termine el año la reforma energética se apruebe?
R. No sólo hay tiempo, hay mucho tiempo todavía y confío en que lo vamos a lograr. Llevamos 15 años debatiendo el sector energético y en todos los intentos hemos fracasado. La que salió en 2008 fue una reforma mediocre e insuficiente que no le ha dado valor agregado a la economía mexicana, entre otras razones, porque no tocamos la Constitución y no generamos certidumbre jurídica. Esta es la última oportunidad para hacer una reforma energética sin tener que importar petróleo, más vale que la hagamos.
P. ¿El proyecto de reforma ya está listo?
R. El proyecto no está cerrado, seguimos trabajando pero estamos listos para discutirlo. No puedo hablar de un producto terminado, no sería la verdad, tampoco voy a decir aún qué contiene pero estamos listos para discutirlo, conformarlo y votarlo. Hemos trabajado, incansablemente los últimos 10 meses, precedido con un debate de los últimos 15 años.
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