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Los brasileños condenan las acciones violentas de los ‘Black bloc’

Los ciudadanos han rechazado hasta en un 95% las acciones de vandalismo realizadas hasta en las manifestaciones más pacíficas

Juan Arias
Un miembro de los Black Bloc salta encima de una barricada ardiendo en Rio de Janeiro.
Un miembro de los Black Bloc salta encima de una barricada ardiendo en Rio de Janeiro.Felipe Dana (AP)

Los ciudadanos brasileños condenan masivamente las acciones violentas de los Black bloc durante las manifestaciones callejeras. En São Paulo, la ciudad, donde, junto con Río de Janeiro, las protestas desde junio pasado fueron más multitudinarias y violentas, los ciudadanos de a pie han rechazado hasta en un 95%, según un sondeo de Datafolha, las acciones de vandalismo realizadas puntualmente, hasta en las manifestaciones más pacíficas, a cargo de este grupo.

En Río, el diario O Globo, con un trabajo de campo entre los ciudadanos de todas las edades y categoría sociales ha llegado a la misma conclusión: “Las manifestaciones en sí son válidas. Se condena sólo a esas personas que se mezclan con los manifestantes para hacer vandalismo”, afirma la mayoría absoluta de los entrevistados.

Según los sondeos, el apoyo a las manifestaciones pacíficas que en un inicio tuvieron el apoyo de hasta del 87% de la población, fue bajando cada mes en la medida en que los grupos violentos se fueron apoderando de la calle. En septiembre, el apoyo bajó a un 74% y en esta semana ha descendido ya a un 66%.

La última gota de agua fue la agresión grave por parte de un grupo de Black bloc en una manifestación de la semana pasada en Sao Paulo, al coronel de la Policía Militar, Reynaldo Rossi, de 48 años que tuvo que ser atendido en el hospital. Hasta la presidenta Dilma Rousseff usó su cuenta de Twitter para condenar lo que ella calificó como “barbarie antidemocrática”.

Las acciones violentas de los Black bloc tanto contra la policía como contra lo que ellos llaman los “símbolos del capitalismo”, como agencias bancarias o tiendas de coches de lujo, han sido condenadas en mayor porcentaje por los más pobres que por los más ricos.

Ello desmentiría, según algunos analistas, lo defendido por algunos grupos de extrema izquierda de que esa violencia es azuzada por los jóvenes que vienen de los suburbios pobres de las grandes urbes, que defienden que no es posible en Brasil realizar una manifestación pacífica de protesta porque el Estado mantiene contra la sociedad una constante “violencia institucional” que se refleja en la violencia impartida por la policía, que según ellos actúa aún como en los tiempos de la dictadura, lo que justificaría la violencia.

En general, son también los de mayor edad los que se manifiestan con mayor fuerza contra las acciones violentas. Los jóvenes, en muchos casos, piensan que entre los Black bloc pueden haberse infiltrado policias militares para desacreditar las manifestaciones paíìficas.

Los analistas de comportamientos de masa discuten cómo las autoridades del Estado deberían comportarse ante una situación tan delicada. Según, Werneck Vianna, catedrático e investigador de la Universidad Católica de Río (PUC), los actos de vandalismo en curso tienen, en efecto, potencial suficiente para “deslegitimar el proceso de protesta social” iniciado en junio. Vianna cree, sin embargo, que la democracia debe tener los instrumentos necesarios para aislar a esos violentos dejando libertad a los ciudadanos que desean seguir manifestando sus protestas pero sin violencia.

Y ese es el gran punto de interrogación. No cabe duda de que la policía militar en muchas ocasiones ha pasado los límites en sus acciones para responder a los violentos. Ya son, por ejemplo, más de 100 los periodistas heridos en las manifestaciones, en un 70% por parte de las fuerzas del orden. Los policías responden que también ellos cuentan con 70 heridos.

Y como se preguntaría “el idiota”, personaje creado por el escritor y periodista Elio Gáspari: ¿por qué el gobierno no es capaz de impedir en una manifestación pacífica de miles de personas y que un grupo de 40 Black bloc pongan de patas arriba la ciudad ante la impotencia general?

La pregunta es siempre la clásica: ¿a quiénes interesa que continúen las acciones violentas y que vaya perdiendo fuerza el número de ciudadanos que apoyan unas manifestaciones que querían ser pacíficas y que sonaban como una esperanza de renovación en una sociedad que “quiere más bienestar social”?

La pregunta se la hacen hoy todas las fuerzas democráticas del país.

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