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La NSA espió los ordenadores de los diplomáticos franceses en Washington

El espionaje estadounidense no solo interceptó comunicaciones en Francia, también espío a conciencia en las legaciones de París ante EE UU y ante la ONU

“No es que seamos ingenuos, ya sabíamos que nos espiaban, ¡pero esto es demasiado!”. Así se expresa en las páginas de Le Monde un alto funcionario del Gobierno francés, alarmado por la segunda entrega de revelaciones del diario sobre las escuchas que los servicios secretos de Estados Unidos realizaron a Francia, no solo en su territorio nacional, sino también en las embajadas que París mantiene en Washington y Nueva York.

Los documentos de la Agencia Nacional de Seguridad de EE UU (NSA) filtrados por el exagente Edward Snowden cuentan que los servicios estadounidenses no solo interceptaron decenas de millones de comunicaciones emitidas en Francia, sino que espió a conciencia en las legaciones de París ante EE UU y ante la ONU, implantando a distancia dispositivos electrónicos en sus ordenadores.

Ya sabíamos que nos espiaban, ¡pero esto es demasiado!”, afirma un alto funcionario francés

La envergadura del espionaje del teórico aliado ha generado un profundo malestar en París. Tras convocar al embajador de EE UU el lunes, el presidente François Hollande llamó por teléfono a Barack Obama por la noche para pedirle explicaciones y expresarle su “profunda reprobación hacia esas prácticas inaceptables entre aliados y amigos porque atentan contra la vida privada de los ciudadanos franceses”.

La cuestión volvió a ser abordada ayer en una entrevista celebrada en París entre los jefes de la diplomacia francesa, Laurent Fabius, y de EE UU, John Kerry. Además, el jefe de la Inteligencia de EE UU, James Clapper, ha asegurado que las noticias publicadas por Le Monde son "inexactas y engañosas". "La información según la cual la Agencia de Seguridad Nacional ha recopilado más de 70 millones (de registros de llamadas telefónicas de ciudadanos franceses) es falsa", ha dicho Clapper, según informa AFP.

Una nota secreta de la NSA, fechada el 10 de septiembre de 2010, resume en diez páginas los códigos que debían utilizar los agentes para orientarse en el meandro de siglas que usa la agencia. El papel explica cómo funcionaba el programa GENIE, la principal herramienta de la guerra electrónica que permitió a EE UU a implantar a distancia dispositivos de escucha en ordenadores.

La Embajada francesa en Washington fue identificada por la NSA con el código secreto Wabash, y la representación en Nueva York ante Naciones Unidas, con el de Blackfoot, traducción literal de la conocida expresión pied noir —los franceses que vivían en Argelia antes de la independencia—.

Los servicios secretos utilizaban diferentes técnicas de recopilación de información: el sistema Highlands pirateaba ordenadores a distancia y el Vagrant se usaba para captar los contenidos de las pantallas.

Otro documento secreto de agosto de 2010 procedente de la dirección de información electrónica de la NSA cuenta que las informaciones sustraídas a las cancillerías extranjeras, y en particular a Francia, tuvieron un papel importante en el voto, realizado el 9 de junio de ese año en el Consejo de Seguridad de la ONU, de una resolución que imponía más sanciones a Irán por su programa nuclear.

De acuerdo con el análisis de la agencia, esa operación fue un “éxito silencioso que ayudó a diseñar la política exterior de Estados Unidos”. La entonces embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Susan Rice, afirmó que el espionaje ayudó a “conocer las posiciones sobre las sanciones y permitió hacer avanzar las negociaciones”.

Le Monde había revelado el lunes el carácter "masivo" del espionaje estadounidense de las comunicaciones emitidas en Francia y para ilustrarlo señaló que en sólo 30 días, entre finales de 2012 y comienzos de 2013, fueron interceptados 70,3 millones de mensajes, correos electrónicos y llamadas.

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