Lampedusa abuchea a Europa
El primer ministro italiano y el presidente de la Comisión visitan el lugar donde murieron 302 inmigrantes
Durante la rueda de prensa conjunta que ayer ofrecieron en Lampedusa —una semana después de la tragedia y cuando ya se han recuperado más de 300 cadáveres— el primer ministro italiano, Enrico Letta, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, sucedió algo que puso de manifiesto, desgraciadamente, la vacuidad de los gestos tardíos y las palabras huecas.
Antes, nada más aterrizar, Letta y Barroso, que llegaron acompañados por el vicepresidente italiano, Angelino Alfano, y la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmstrom, fueron increpados por un grupo de ciudadanos al grito de “¡asesinos!” y “¡vergüenza!”. No obstante, la mayor parte de los ciudadanos de la isla prefirió regalarles la indiferencia. La comitiva oficial, que se desplazó en lujosos vehículos traídos ex profeso de Sicilia, visitó el hangar del aeropuerto convertido en inmensa morgue. Enrico Letta se arrodilló ante una hilera de ataúdes blancos y depositó unas flores. Luego declaró que Italia despedirá a las víctimas con un solemne funeral de Estado. Lo que no quita que aún continúe adelante la denuncia incoada por la fiscalía de Agrigento contra los 114 supervivientes de edad adulta por un delito de inmigración clandestina, que les puede acarrear, además de la expulsión, una multa de 5.000 euros.
Solo ante la insistencia de la alcaldesa de Lampedusa los líderes aceptaron visitar el centro de acogida
A continuación, y solo ante la insistencia de la aguerrida alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, los mandatarios aceptaron modificar el programa y visitar el centro de acogida para inmigrantes situado al otro lado de la isla. Ahí tuvieron oportunidad de comprobar que, a los que escaparon al drama de la muerte, aún les queda el drama de la vida en condiciones indignas.
Y ya, por último, se celebró la rueda de prensa. Lo primero que llamó la atención fue la insistencia de Barroso en recalcar la impresión que se había llevado ante los tres centenares de ataúdes. "Una cosa es verlo en televisión", dijo, "y otra cosa es verlo aquí. Son imágenes que no olvidaré jamás. He visto los ojos desesperados de los supervivientes . Tenemos que darles. Tenemos que dar esperanza a quien huye de la guerra". Nunca es tarde. Pero eso que dejó tan impactado a Barroso y a la comisaria Malmstrom -"un inmenso dolor frente a los 280 ataúdes de Lampedusa. No es digno de Europa", escribió en su cuenta de Twitter-lo llevan viendo, y pregonando, los vecinos de Lampedusa desde hace años. De hecho, el propio Barroso ofreció unos datos que demuestran que el drama que a él parece impresionarle por primera vez es un drama viejo y cotidiano. "En 2012", dijo el presidente de la Comisión Europea, "llegaron a Europa 332.000 inmigrantes. El 70% de las peticiones de asilo se recibieron en cinco países: Alemania, Francia, Suiza, Reino Unido y Bélgica". Tal vez ahora, tras su impactante visita a Lampedusa, Barroso pueda encargar otras datos: ¿Cuántos no llegaron? ¿Cuántos se ahogaron en el Canal de Sicilia sin derecho a pena ni funeral de Estado?
Además de las frases de rigor -"tenemos que reaccionar de manera adecuada" o "Europa no puede mirar hacia otro lado" o incluso "sabemos que hay que afrontar con solidaridad el fenómenos de la inmigración"--, poco más. Si acaso la promesa de la Comisión Europea de librar 30 millones de euros para ayudar a Italia o las palabras de Enrico Letta admitiendo que el centro de acogida -o de internamiento-situado en el extremo más solitario de Lampedusa no era digno ni de los inmigrantes ni de un país civilizado.
Y entonces fue cuando, de entre los periodistas, se levantó un espontáneo e hizo una pregunta sencilla pero que dejó desnudas todas las palabras y las promesas anteriores. "Oiga", vino a decir, "¿y de esos 30 millones de euros no tendrán mil euros para comprar dos tiendas de campaña, de esas que usa el Ejército o la Protección Civil, para que los refugiados no sigan pasando frío y mojándose?". Angelino Alfano, que además de vicepresidente es ministro del Interior, ensayó una respuesta, visiblemente molesto, incluso enfadado con el autor de la pregunta. Pero no fue capaz de darla. Dijo no sé qué de un contrato que ganó una empresa y recurrió otra y la burocracia italiana….
Mientras los buzos siguen rescatando cadáveres del barco hundido y los supervivientes de este naufragio se confunden con el millar de compañeros de infortunio que abarrotan el centro de acogida de Lampedusa, en Italia se produce otra imagen chocante. Mientras Enrico Letta pide que Europa ponga en el centro de sus preocupaciones "el fenómeno de la inmigración", su propio Gobierno no logra ponerse de acuerdo en cómo tratar a los hombres, mujeres y niños que llegan a sus costas huyendo de la persecución y la guerra. El ala derecha dice que como hasta ahora, o sea, como delincuentes. El ala izquierda, que como refugiados, pero tal vez sin la convicción suficiente para poner en peligro el acuerdo de Gobierno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.