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El Estado superlativo alemán

La rica Baviera vota a los conservadores de hace casi seis décadas Su pujanza económica explica parte del éxito de la derecha en el ‘land’

Un hombre con el traje típico bávaro, el domingo en Oberammergau.
Un hombre con el traje típico bávaro, el domingo en Oberammergau.KARL-JOSEF HILDENBRAND (EFE)

El mitin estaba lejos de llenar la plazoleta del Stachus y los presentes asentían con algo de guasa a los argumentos que se trajo de Berlín el vicecanciller Philipp Rösler a Baviera, que “está entre los länder con más éxito de Alemania, que es uno de los países con más éxito…” Markus, un estudiante que simpatizaba menos con Rösler que con su partido, el liberal (FDP), replicó con deje local: “¡Somos el land con más éxito del mundo!”. La parodia del orgullo bávaro tuvo éxito en su grupo de amigos, pero las risas celebraban también el fondo real de la broma. Baviera, el gran Estado federado del sureste alemán, es la sede multinacionales como BMW, Siemens o del gigante financiero Allianz, así como de un recio entramado de empresas medianas que sustentan el bienestar de una de las regiones más prosperas de Alemania. Si la ecuación del ministro Rösler es correcta, también del mundo. Del fútbol a la alta tecnología, pasando por un desempleo juvenil del 2,8%, los datos de Baviera son superlativos. Las exportaciones florecen hasta en la lechería: entre 2010 y 2012, Baviera multiplicó por diez sus ventas de leche a China.

En una pared del restaurante de barrio Fraunhofer, en la calle muniquesa del mismo nombre, la celebración de los 25 años del establecimiento se anuncia en un cartel amarillento que tendrá otros tantos, como la decoración y su menú carnívoro sin concesiones. Sentados debajo, los Wotjak, ella autónoma y él científico en un gran instituto público, dicen votar a la Unión Social Cristiana (CSU) “por la educación y por la política económica”. La tradición de casi 60 años de gobierno ininterrumpido “no tiene nada que ver” con su preferencias políticas: “es una cuestión de resultados”. Baviera invierte el 3,16% de su Producto Interior Bruto (PIB) en Investigación y Desarrollo. El 2011 fueron 14.403 millones de euros. España invierte el 1,39%. Con 12,5 millones de habitantes, el PIB bávaro (465.500 millones de euros en 2012) supera la suma de los de Cataluña, País Vasco y Madrid.

El primer ministro regional Horst Seehofer insiste en que su omnímoda CSU puso hace décadas las vías para la modernización del viejo reino bávaro, antes un reducto católico y agrícola frente la pujanza industrial, militar y luterana de Prusia. Al revés que en Europa y pese a las teorías sobre la ética protestante como alma del capitalismo, el sur alemán es más rico que el norte.

Desde el tranvía que lleva al sur desde del centro de Múnich al municipio adyacente de Grünwald, los coches que se ven en dirección contraria van subiendo de gama y las casas quedan cada vez más lejos de las vías hasta que sólo se distingue ya el “verde bosque” que da nombre al lugar. Uno de cada 100 de sus 11.000 habitantes es millonario por ingresos. La guía del castillo medieval, Margit Memminger, vivió aquí 25 años y dice que los habitantes “son cordiales y tienen valores firmes; la arrogancia, que también hay, no siempre coincide con la riqueza”.

Dejando su móvil de gama baja junto a su cuenco de helado en el Bar Italia, un vecino de Grünwald de unos 40 años alardeaba el sábado de que “aquí no se vive de alquiler”. ¿Compran? Dos mesas a su derecha, frau Müller rió: “antes se compraba, cuando eso era posible”. La escasa oferta de ahora alcanza precios astronómicos. Sentado entre ellos, un jubilado atildado y hierático se llevaba a la boca sustanciosas cucharadas de postre con su mano ensortijada. El letrado no quiso dar su nombre, pero aclaró que Baviera “fue una región agrícola y atrasada que se ha enriquecido en pocas décadas, pero su gente sigue siendo conservadora y poco dada a las aventuras”. Por eso gana siempre la CSU. Entre los parroquianos del Italia, los socialcristianos obtendrían una mayoría a la Búlgara. Hace cinco años, más del 50% de los votos de Grünwald fueron a la CSU. El 23%, al ahora malhadado FDP.

El archicampeón Bayern derrotó el sábado al Hannover. Su presidente Uli Hoeneß protagoniza un tremendo escándalo desde que se autoinculpó por una multimillonaria evasión fiscal. Todavía con sus bufandas rojiblancas, Arne Fehrlage y su hijo adolescente Moritz abogaban por su procesamiento, pero tampoco parecía inquietarles gran cosa. Fehrlage vota “a la derecha liberal”. Junto al estadio Allianz Arena, hay que buscar entre los hinchas de aspecto más urbano para dar con alguien un poco molesto con el directivo. Anne S. vota “a la izquierda”, pero dice entender “absolutamente” que gane la conservadora CSU: “primero, las cosas van bien y segundo, lo social de los socialcristianos no va solo en el nombre”.

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