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Guerrero y Michoacán, dos Estados sin ley

Los dos estados del oeste del país viven una crisis política y una deriva violenta que tienen en jaque al Gobierno

Ocho cadáveres fueron dejados en una camioneta en Guerrero
Ocho cadáveres fueron dejados en una camioneta en GuerreroEFE

El Estado fronterizo de Tamaulipas, en México, ha sido el escenario de los dos grandes golpes contra el narcotráfico del Gobierno de Enrique Peña Nieto. La detención del líder de Los Zetas, hace un mes, y la del jefe del cartel del Golfo, este sábado, se firmaron en el norte, pero la atención del país hace meses que está puesta en otros dos Estados, convertidos en un polvorín armado.

La violencia y el desgobierno se ceban con Michoacán y Guerrero, al oeste del país, sumidos en una profunda crisis política incapaz de hacer frente a la lucha sangrienta de los carteles. En medio de ambos, entre montañas, se extiende Tierra Caliente, un área regada de cultivos de amapola y marihuana, feudo original del cartel de los Caballeros Templarios en disputa por otros grupos criminales. Solo este fin de semana, las autoridades cuentan más de 20 cadáveres hallados en la zona.

Ante la ausencia de un poder político fuerte y la hasta ahora incapacidad del Gobierno federal por devolver la paz, la población de numerosos municipios y comunidades indígenas también ha dicho basta. Los grupos de autodefensa se han multiplicado en los últimos meses. Pertrechados con armas de alto calibre, custodian municipios sin ley de los que hasta las autoridades se han retirado. Las autodefensas se organizan por grupos de vigilancia y convierten las comunidades en fuertes impenetrables para mantener a raya a los criminales.

Exilio masivo

A finales de julio, en otro fin de semana salpicado de muertos, fue asesinado en un ataque muy confuso en Michoacán el vicealmirante Carlos Miguel Salazar, el mando de mayor jerarquía de la Marina fallecido por un ataque del crimen organizado.

La población de las zonas rurales, las que más sufren el asedio del narcotráfico, abandona sus viviendas en un exilio masivo que ya toca a cientos de familias o se posiciona del lado de los grupos de autodefensa. La ausencia de detenciones de capos y narcotraficantes enfurece a las comunidades que llevan años pagando cuotas a los criminales como forma de extorsión.

El último golpe del Ejército la pasada semana ha contribuido a elevar la tensión en la zona. Los militares desarticularon por primera vez una de estas guardias comunitarias en Aquila (Michoacán) y detuvieron a 41 comuneros. Grupos de autodefensa de otras comunidades ya han anunciado el cierre de carreteras y marchas para exigir al Gobierno federal la liberación de los detenidos. Mientras los narcotraficantes no caen en Tierra Caliente, los frentes armados se multiplican.

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