Jordania se refuerza frente a ataques sirios con la ayuda de EE UU
Un soldado jordano resultó muerto en un ataque la semana pasada Cuenta ya con una batería de misiles Patriot, cazas F-16 y 700 soldados norteamericanos
El Ejército de Jordania ha recibido ataques en las pasadas semanas de soldados oficiales sirios y, considerando que, como ya ha sucedido en Líbano, la guerra civil puede acabar atravesando sus fronteras, sus gobernantes han decidido pedir el respaldo urgente de su principal aliado en la escena internacional, Estados Unidos. Desde hace unos días, el reino hachemita alberga al menos una batería de misiles Patriot, una remesa de avanzados cazas F-16 y 700 soldados norteamericanos, 200 de ellos especialistas en el manejo de armas químicas, de las cuales el régimen de Bachar el Asad cuenta con un nutrido arsenal.
Según las Fuerzas de Seguridad Fronteriza de Jordania, el régimen de Siria ha atacado en numerosas ocasiones a los refugiados que huyen de su país a través de la frontera entre ambos países, de 378 kilómetros y con unos 45 pasos de cruce, en su mayoría ilegales. Jordania dedica 856 soldados diarios a atender y desplazar a los refugiados, con 250 vehículos. En numerosas ocasiones, los soldados han recibido fuego por parte de los soldados sirios. El miércoles pasado, en un incidente sin precedentes, un escuadrón sirio penetró en terreno jordano, ataco un puesto fronterizo y mató a un soldado e hirió a varios más.
“De momento, las órdenes desde el comando central no han cambiado: estamos en modo de autodefensa”, explica el general Hussein al Zyoud, comandante de las tropas fronterizas, en su despacho en una base militar en Al Zarqa. “Responderemos para protegernos. Pero vemos claramente como intentan atraernos al conflicto. Recibimos balas, ráfagas y proyectiles de los enfrentamientos entre el Ejército Libre Sirio y las tropas del Gobierno. A veces nos disparan directamente a nosotros. Jordania sigue manteniendo que es una crisis interna, que no queremos tener nada que ver con ello, pero lo que queremos dejar claro es que estamos listos para defendernos, de acuerdo con nuestras normas para entablar combate”.
El rey Abdalá dijo el pasado 16 de junio en un discurso que su Gobierno es “capaz, en cualquier momento, de tomar las medidas necesarias para proteger al país y los intereses de la ciudadanía”. Es una tarea complicada, sin embargo, pues Jordania cuenta con una de las fuerzas aéreas más magras de la región, cuyo punto fuerte son 80 cazas F-16 comprados hace tiempo con ayuda de EE UU. El aliado norteamericano ha reforzado ahora al reino con una nueva remesa de cazas, más modernos y equipados, y la batería de misiles de largo alcanze tierra-aire Patriot. De los 700 soldados que el Pentágono ha dejado en el país tras un ejercicio militar, 500 se dedican a manejar ese armamento, en cooperación con las tropas jordanas.
En principio el despliegue de ese armamento, situado en el centro del país y lejano a la frontera, tiene en principio una misión disuasiva. Sin embargo, el Gobierno jordano quiere que este sea un primer paso para adquirir sus propios misiles Patriot. “Nos gustaría que nuestros soldados fueran entrenados en esas armas”, admite el ministro de Estado del Gobierno de Jordania, Mohamed al Moami, en conversación con este diario. “La presencia de esas armas, en cooperación y coordinación con las fuerzas armadas de Jordania, le permite a nuestros soldados estar ya expuestos a ellas”, añade.
Siria ha respondido con amenazas al refuerzo norteamericano a Jordania. El embajador sirio en Ammán, Bahiat Suleiman, dijo recientemente que, si Jordania llegaba a tener operativa una batería de misiles Patriot, su Gobierno respondería colocando a su vez en su frontera misiles balísticos de fabricación rusa modelo Alexander. El Gobierno jordano respondió advirtiéndole de que se arriesga a ser expulsado del país. Para Damasco, la presencia de misiles Patriot al sur sólo refuerza sus temores de que finalmente se declaren zonas de exclusión aérea en su territorio, como sucedió en Irak en 1992 y en Libia en 2011.
Al norte de Siria, en Turquía, ya hay operativas seis baterías de misiles Patriot de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) operadas por soldados norteamericanos, holandeses y alemanes. Al suroeste, Israel tiene su propio escudo de misiles, la Cúpula de Hierro, y ha empleado en tres ocasiones su Fuerza Aérea para destruir remesas de misiles enviados por Irán a la milicia libanesa Hezbolá a través de Damasco. Ahora, el gobierno de El Asad teme que Jordania se una a ese escudo de contención de aliados norteamericanos que podrían neutralizar su Fuerza Aérea.
“De momento, en Jordania no nos interesa abrir el debate sobre la declaración de una zona de exclusión aérea desde el sur, porque creemos que facilitaría una fragmentación del Estado sirio”, dice en conversación con este diario un alto oficial jordano, bajo condición de anonimato. “El Asad podría buscar refugio en Latakia y Tartús, en la costa occidental del país, donde reside la mayoría de alauitas [el grupo religioso al que pertenece el Presidente] y aquello rompería el país en zonas oficiales y zonas rebeldes. Eso no mitigaría el conflicto, y abriría más frentes”, añade.
Los 700 soldados norteamericanos que ahora apoyan al Gobierno jordano se suman a otros 200 estacionados en el país desde abril por orden del Pentágono, con la misión de reforzar la frontera con Siria. Las fuerzas armadas de Jordania tienen por sí mismas a unos 2.500 uniformados en esa zona para labores de seguridad, dado que, con el conflicto, han aumentado además los casos de tráfico de droga y armas entre ambos países.
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