Xi garantiza a Obama que el ascenso de China será pacífico
El presidente explica que el 'sueño chino', el eslogan de su mandato, “está conectado” al 'sueño americano'
Los eslóganes son instrumentos característicos de la historia política china, particularmente durante el maoísmo: El gran salto adelante, la campaña de las cien flores o un país, dos sistemas, entre otros muchos. El eslogan con el que llegó el nuevo presidente, Xi Jinping, tratando de remarcar la personalidad de su liderazgo frente a sus antecesores, es el del “sueño chino”, en clara contraposición al sueño americano. En esta cumbre de Rancho Mirage, la primera con Barack Obama, Xi ha asegurado que ese eslogan responde a la voluntad de China de proseguir un ascenso pacífico, garantizando la felicidad de sus ciudadanos.
¿Es esa una promesa de que habrá apertura en China y cooperación otros países? ¿Es ese un gesto que prueba que Xi es un moderado? Muy pronto, sobre todo en parámetros chinos, para responder a esas preguntas.
Esta cumbre, celebrada durante dos días en el remoto paraje turístico de Sunnylands, en el desierto californiano, tenía precisamente ese propósito, calibrar a Xi, conocer su carácter, desarrollar una química positiva con él. De momento se ha visto que es una personalidad mucho más cordial y tratable que su robótico predecesor, Hu Jintao. Pero también se ha comprobado que es un hombre ambicioso que pretende que su presidencia no pase desapercibida.
El eslogan del sueño chino es uno de los misterios que rodea a esta figura. Algunos creían ver en él una promesa de hacer la sociedad china más abierta y atractiva para el resto del mundo, lo mismo que representa el sueño americano. Otros interpretaban justo lo contrario, que el sueño chino era el deseo de elevar al país al lugar predominante en el mundo a cualquier precio y como rival de EE UU.
En Rancho Mirage, Xi ha aclarado algo las cosas. “Le he transmitido muy claramente al presidente Obama”, dijo a los periodistas, “que China está firmemente comprometida con un camino pacífico hacia el desarrollo y que China seguirá firmemente profundizando en las reformas y en abrir más el país al mundo”. “China”, añadió, “trabajará duro para conseguir el sueño chino de la gran renovación nacional y para empujar la noble causa de la paz y el desarrollo de toda la humanidad”.
Xi trató de aclarar algo más su eslogan: “Con el sueño chino buscamos prosperidad económica, renovación nacional y bienestar para el pueblo. El sueño chino es de cooperación, desarrollo, paz y beneficios para todos, y está conectado al sueño americano y a los bonitos sueños que otros pueblos en otros países puedan tener”. En lo que atañe específicamente a la relación con EE UU, Xi manifestó que “China y EE UU tienen que encontrar un nuevo camino, uno distinto a la inevitable confrontación y conflicto de los grandes poderes en el pasado”.
Obama dio por buenas esas palabras y, humildemente, dijo que EE UU necesita a China porque, por sí solo, no puede hacer frente a todos los desafíos del mundo actual. “Entre los intereses de EE UU”, declaró Obama, “uno de los principales es que China continúe su ascenso pacífico, porque, si China tiene éxito, eso ayudará a conducir la economía mundial y pondrá a China en posición de trabajar con nosotros, como socios al mismo nivel, para hacer frente a desafíos globales que ninguna nación por sí sola puede afrontar”.
Obama citó como ejemplo el cambio climático, que claramente es un tema que está en manos de los dos países que más contaminan. Pero hay otros muchos que han sido tratados, con mayor o menor profundidad, en esta cumbre: La estabilidad territorial en Asia, la proliferación nuclear, Corea del Norte, Irán… Xi aseguró que “hemos conseguido importante consenso en estos asuntos”, sin precisar detalles.
Punto y aparte merece el problema de la ciberguerra. Desde luego el asunto que más aterra al mundo es la posibilidad de una guerra convencional entre estas dos nuevas superpotencias. Pero, mientras ese es un riesgo que se ve hoy remoto, es inminente, y también potencialmente muy grave, el conflicto en el ciberespacio, donde potencialmente se puede causar enorme daño al enemigo.
“Es crucial”, advirtió Obama, “que las dos mayores economías y poderes militares del mundo comprendan claramente que tenemos que trabajar juntos en ese asunto”. El presidente norteamericano explicó que queda mucho por hacer, que así como existen tratados y normas que regulan la guerra convencional, no hay convenios de ningún tipo sobre la actuación en el ciberespacio.
Y, por esa razón, los dos países han avanzado mucho en los años recientes para tomar posiciones en ese frente. En los últimos meses se han conocido detalles sobre la unidad militar que trabaja en China para penetrar los sistemas comerciales y de seguridad de EE UU. Ayer mismo, el diario The Guardian revelaba que también EE UU, con la autorización personal de Obama, ha diseñado objetivos y tácticas para la ciberguerra.
Si no se ataja a tiempo, este puede ser un enorme campo de batalla muy pronto, con implicaciones mundiales, puesto que mundial es el terreno de Internet. “Vamos a tener que trabajar”, dijo Obama, “para construir un sistema de defensa y protección, tanto en el sector privado como en el público, al mismo tiempo que negociamos con otros países la creación de reglas generales”.
Lógicamente queda un largo terreno por andar para esa misión, tanto como el que Obama y Xi necesitarán para crear el ambiente de cooperación que prometen. Xi dijo que ha invitado a Obama a China “a una reunión del mismo tipo que esta” y que los contactos entre ambos serán frecuentes. Los dos países tienen en marcha ya múltiples instrumentos de coordinación. Pero ninguno de ellos surtirá efecto sin la concreción real de la convivencia pacífica entre los dos poderes, algo poco frecuente a lo largo de la historia.
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