La carrera hacia la Casa Rosada irrumpe en el tablero político de Argentina
Los aspirantes mejor situados para las presidencias de 2015 pertenecen a la Administración kirchnerista y compiten entre ellos
La carrera hacia la Casa Rosada ha llegado a un extremo de suspense que podría calificarse de apasionante y deprimente a la vez, a pesar de que aún faltan dos años para que se sepa quién será el nuevo presidente de Argentina. Apasionante, porque todas los ojos están pendientes de un hombre que deshoja muy lentamente la margarita de su candidatura. Puede que el político deje pasar la oportunidad de su vida o que suba al tren que lo lleve hacia la Casa Rosada. Y todo eso se sabrá antes del próximo miércoles, que es cuando vence el plazo para presentar las alianzas electorales para las elecciones legislativas de octubre. Y deprimente también, porque no se habla ni de ideas, ni proyectos ni programas. Sólo de nombres.
En la carrera hay tres grandes competidores. La zancada más poderosa —en cuanto a exposición mediática—, hoy por hoy, sigue siendo la de la presidenta Cristina Fernández. La Constitución argentina le prohíbe optar a un tercer mandato. Pero eso no impide que cada dos por tres un alto cargo de su Gobierno enarbole la bandera de su candidatura, lo que implicaría una reforma constitucional que exigiría una mayoría de dos tercios en el Congreso. El jueves, sin ir más lejos, el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, declaró: “No entregaría la continuidad de este modelo a nadie que no sea nuestra presidenta”. Por si no había quedado claro, añadió: “No se me ocurre otro nombre que el de Cristina para seguir frente al modelo”.
La oposición, de momento, no cuenta con un candidato con opciones. Así que el segundo corredor más poderoso —por la envergadura de su cargo, situación en las encuestas y exposición en los medios—, es Daniel Scioli, el gobernador de Buenos Aires, la provincia más rica, poblada y decisiva en cualquier elección presidencial. Scioli es el político peronista que más humillaciones públicas, desafíos, provocaciones, ahogos financieros, críticas y reproches ha recibido por parte de Néstor Kirchner, Cristina Fernández y sus ministros. Y el que mejor los ha sobrellevado. Scioli es un respetable jugador de ajedrez que cultiva la gimnasia de manejar los tiempos con suma frialdad. Hasta ahora su estrategia le salió bien porque la carrera parecía ganarla el que más quieto se quedara, el que menos fallos cometiera y menos desafíos aceptara. Pero las reglas de la carrera no son inamovibles.
La presidenta intentó la semana pasada sacarlo una vez de más de sus casillas. El jueves 30 de mayo, en un acto público y televisado en el que Daniel Scioli se encontraba presente, Fernández declaró que ya estaba cansada de que algunos la tomaran por idiota. Y se refirió a las inundaciones de La Plata, ciudad perteneciente a la gobernación de Scioli donde murieron más de 50 vecinos el pasado abril: “Cuando hace unos días tuvimos la desgracia en la ciudad de La Plata de una tragedia sin precedentes, no se me ocurrió hacerme la estúpida y mirar para otro lado como hacen otros que siempre se borran y nunca ponen la cara y dicen que todo es lindo y que todo está bien. Fui y puse la cara donde no tenía que ponerla porque no era mi responsabilidad”.
La mejor situada es Cristina Fernández, seguida por Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires
Scioli callaba. Fernández siguió dándole: “Soy argentina y cuando hay otro argentino que sufre, ahí voy a estar siempre, sin especulaciones, sin borrarme, sin mirar para otro lado, defendiendo a la gente pese a que a mí no me defienden algunos dirigentes y que cuando dicen las cosas que dicen de mí o de mi compañero, miran para otro lado. Yo no me hago más la estúpida, no crean que soy estúpida”.
Scioli, callado y sin moverse. Y Fernández proseguía: “Por eso, valoro tanto a aquellos compañeros, no que defienden al Gobierno, sino que defienden a un proyecto político. Por supuesto que siempre es más fácil y más cómodo decir palabras de ocasión, siempre es mucho más fácil y más cómodo quedar bien con todos. Nada más fácil que quedar bien con todos y tener un millón de amigos”.
Muchos de los asistentes al acto miraban de reojo a Scioli. ¿Qué haría? Y la presidenta continuó disparando: “Ahora… ¿sabés cuál es el problema? Yo les pregunto a todos ustedes y más que preguntarles, les pido por un minuto un ejercicio de imaginación: imagínense a ese tipo de dirigentes frente a corporaciones como las que ya sabemos [Clarín, siempre Clarín], frente al Fondo Monetario; imagínense a esos discutiendo la reestructuración de la deuda; imagínense a esos discutiendo la Ley de Medios; imagínense a esos discutiendo por los trabajadores o por los jubilados. Olvídenlo”. Y remató: “Y cuídense mucho de esos a los que parece ser que nada les toca ni nada les llega o que todo está bien”.
Hay analistas que creen que Scioli perdió en ese momento la oportunidad de su vida. Piensan que con el simple gesto de marcharse sin decir una palabra el gobernador habría roto de una vez por todas con el kirchnerismo y en 2015 sería presidente de Argentina. Pero Scioli aguantó y en los días siguientes respondió a su manera, concediendo entrevistas entre otros a Clarín –un sacrilegio en la Casa Rosada—donde llamaba una vez más a la conciliación y al diálogo. Scioli no piensa romper con el kirchnerismo… al menos, hasta después de las legislativas de octubre. Sus asesores creen que si rompiera podría suceder algo parecido a lo que el líder sindicalista disidente Hugo Moyano augura: “(Se) pretende que (Scioli) renuncie y asuma el vicegobernador (el kirchnerista Gabriel Mariotto). A partir de ahí (Mariotto) se convertiría en el gobernador más importante de la historia, porque le darían todos los recursos que hoy no le dan a Scioli para poder hacer un Gobierno como corresponde en la provincia más grande y numerosa del país".
El tercero en discordia es Sergio Massa, que deshoja la margarita de concurrir a las urnas
Hasta ahora, su enorme capacidad de aguante le ha garantizado a Scioli seguir al frente de la provincia, mantener una excelente imagen en las encuestas y cultivar su relación con los diarios Clarín y La Nación, muy críticos con la Casa Rosada. El problema para Scioli y también para la presidenta es que hay un personaje que puede destrozar todas sus tácticas de ajedrez y hasta el propio tablero con un solo movimiento: el hombre de la margarita. Desde hace varias semanas la prensa argentina viene especulando con dos preguntas: ¿Jugará Messi en el partido del viernes 7 de junio entre Colombia y Argentina? La otra es más difícil de contestar: ¿Jugará Massa? O sea: ¿se atreverá Massa a disputar las elecciones legislativas de octubre, es decir, a saltar a la cancha política como firme candidato presidencial?
Sergio Massa es el hombre de la margarita, al que todos siguen en cada pequeño gesto. Fue jefe de Gabinete en el Gobierno de Cristina Fernández entre 2007 y 2008. Ahora es el alcalde del municipio de Tigre, localidad de clase media de 308.000 habitantes, en Buenos Aires. Hoy por hoy sería, según varias encuestas, el candidato con más opciones para llegar a la Casa Rosada en 2015. Pero para eso tiene que salir “a jugar”. Y salir significa romper con el kirchnerismo y presentar una lista de diputados propia para las legislativas de octubre.
Massa es uno de esos hábiles políticos que, como diría Cristina Fernández, "les gusta quedar bien con todos”. Su táctica hasta ahora, ha sido muy parecida a la de Scioli: alimentar su buena imagen en las encuestas a base de gestos ambiguos y mucho silencio. Cuenta con más de una decena de alcaldes peronistas en el poderoso conurbano bonaerense que estarían dispuestos a apoyarle. Pero él sigue deshojando la margarita. “Massa sabe que el tren de la historia pasa muy pocas veces delante de uno”, señala un asesor de Massa que prefiere mantenerse en el anonimato. “Sabe que si quiere ser presidente tiene que jugar por fuera del kirchnerismo, presentarse a las legislativas. Su lista de diputados ganaría, con toda seguridad, en Buenos Aires. Y la misma noche en que las gane deberá anunciar su candidatura a presidente. Y empezar a recorrer el país hasta 2015. Pero lo que en última instancia vaya hacer, sólo él lo sabe”.
Hay decenas de alcaldes y diputados de la oposición esperando a ver qué hace Massa para tomar ellos una decisión. “Todo esto habla de la fragilidad del sistema político argentino”, explica el bloguero y novelista Jorge Zaín Asís. “Hay muchos políticos ahora esperando con sus media lunas, a ver en qué café la mojan. O sea, esperando la decisión de Massa a ver si van en su lista o en la de otro. Si este muchacho decide jugar se enfrentará como diputado a un Gobierno y a un Estado a la vez. Y en dos años el Gobierno puede convencer con su plata a muchos de los intendentes que ahora apoyan a Massa”, concluye Asís.
La carrera, el baile, o la partida de ajedrez que conduce a la Casa Rosada se presenta más deslumbrante que nunca. “Pero el panorama es también muy deprimente”, asume el citado asesor de Sergio Massa. “De lo que menos se habla en estos momentos es de proyectos políticos”.
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