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El lado humano de Cunhal

Un reportaje repasa la vida de Álvaro Cunhal, histórico líder comunista portugués, del que se celebra el centenario de su nacimiento

Antonio Jiménez Barca

Portugal conmemora este año el nacimiento de uno de sus líderes políticos más singulares: el histórico dirigente del Partido Comunista Portugués (PCP) Álvaro Cunhal, cuya vida se funde con la convulsa marcha del siglo XX: nació en una familia burguesa de Coimbra, militó desde muy joven en el PCP, vivió los sobresaltos de la clandestinidad en un Portugal aplastado por la dictadura de Salazar, fue encarcelado, escapó de la cárcel con una cuerda, se exilió en Moscú y en París, regresó después del 25 de Abril de 1974 y murió, en 2005, con noventa años, convencido de las teorías marxistas y derrotado por la historia. El martes, un documental elaborado por la periodista Judite de Sousa, titulado Álvaro, Eugénia y Ana: los 100 años de Cunhal y emitido en horario de máxima audiencia por la cadena TVI (del grupo Media Digital, participado por PRISA), abordó el lado humano del político, precisamente la parte menos conocida de Cunhal, celoso hasta el paroxismo de su vida personal.

Para eso, la periodista habla con la anciana hermana de Cunhal, Eugénia, que abre las puertas de su casa y de su memoria para recordar, entre otras cosas, cómo su hermano, una vez, cuando ella era una niña y él ya militaba clandestinamente en el PCP, le dijo: “Si algún día no ves esa gabardina en el perchero, es que me han cogido preso”. Y cómo después de que se cumpliera esa advertencia, cuando Álvaro ya estaba en la cárcel de Peniche, la madre, ahogada por la desgracia, se negó a ir a verlo: “Ya no aguanto más verte preso”, cuenta la hermana que dijo la madre.

El documental, además de presentar fotografías inéditas y de trazar la trayectoria política de Cunhal, investiga otra de las figuras centrales en la vida del político portugués, muy poco conocida: su hija Ana, nacida un año después de la fuga de la cárcel, en 1960. El vídeo rescata fotografías inéditas y rastrea su estancia en el Liceo Camðes, en Lisboa, donde una profesora la recuerda “por lo general sola en el patio”. Ana nació en Portugal pero vivió en el exilio: primero en Moscú, con sus padres, y después en Bucarest, con su madre, tras la separación del matrimonio. Regresó a Lisboa después de 1974. La única hija del líder comunista portugués siempre ha rehuido las cámaras. Actualmente vive en Estados Unidos. Los portugueses la recuerdan, sobre todo, por ser la mujer rubia vestida de negro, que no levantó el puño, situada al lado de la tía Eugénia, el día del multitudinario entierro de Cunhal en Lisboa. La imagen también aparece en el reportaje.

Asimismo, por la filmación desfilan viejos conocidos del histórico dirigente comunista: Domingos Abrantes, el compañero del exilio que le acompañó el día en que regresó a Lisboa después de la Revolución de los Claveles. Y recuerda que era tal el tumulto que se formó en el vestíbulo de una de las salas del aeropuerto que una de las puertas de cristal saltó hecha pedazos por los empujones de la muchedumbre. Eugénia Cunhal, que también acudió esa mañana al aeropuerto, prefirió quedarse apartada. No había visto a su hermano desde hacía casi quince años. “Pero el recuentro fue fácil, porque siempre nos habíamos llevado bien”, dice.

También habla el médico que lo atendió en los últimos años de su vida, Joshua Ruah, que destaca la disciplina de hierro de Cunhal a la hora de seguir el tratamiento. Añade que, en contra de su fama de huraño, displicente e intransigente, él se encontró una persona “cortés, amable y con mucho sentido del humor”. El documental, pues, deja claro que Cunhal era un hombre multifacético, de muchas y aparentemente contradictorias actitudes: un líder político de doctrina férrea, testarudo, incapaz de doblegarse y determinado siempre a exigir a los demás lo que se exigía a sí mismo, austero a rajatabla (se negó a utilizar el Volvo que el partido le había procurado y que tuvo que ser vendido por falta de uso) pero también, como recuerda su hermana, un gran bailarín.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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