El líder de la derecha mexicana castiga al Senado
Acorralado por una crisis interna, Gustavo Madero nombra como coordinador del PAN en la Cámara Alta a un personaje de nulo peso político
El presidente del partido Acción Nacional (derecha) Gustavo Madero ha decidido quitarle todo protagonismo a su partido en el Senado, donde son segunda fuerza. Madero nombró la noche de este martes a Jorge Luis Preciado Rodríguez al frente de la bancada panista en la Cámara Alta, en sustitución de Ernesto Cordero, defenestrado el domingo pasado. El legislador fue calificado por fuentes panistas consultadas como un incondicional del líder, pero también como alguien de nulo peso político y pasado problemático.
“Tiene una vida tan disipada que no lo permitirían en el yunque”, dijo un panista que conoce a Preciado Rodríguez desde hace tiempo, en referencia al Yunque, un grupo de ultraderecha que tiene influencia dentro del PAN y que pujó para que Héctor Larios, un experimentado legislador, fuera el nuevo líder de la bancada. Incluso varios medios dieron la tarde de este martes como un hecho que Larios sería el sustituto de Cordero.
El legislador, nacido en el pequeño estado de Colima (occidente de México) fue calificado por las fuentes consultadas como alguien que ha sido dueño de tables dance (clubes de strip tease) y moteles, que es afecto la fiesta y que incluso fue desaforado en 2007 cuando fue diputado local por irregularidades en su registro.
Con la designación de Preciado Rodríguez, Madero trata de atajar de la peor manera días de tormenta al interior del partido que gobernó México de 2000 a 2012. El nulo liderazgo de Preciado hace poco probable el que pueda destrabar una crisis que hizo que el líder nacional del PAN sufriera este martes la humillación de ser desairado por 23 de los 38 senadores de la bancada panista, que no se presentaron a la reunión convocada por Madero para discutir el relevo de Cordero, cuya remoción provocó la rebeldía de buena parte de los senadores panistas.
Cordero fue secretario (ministro) de Hacienda y de Desarrollo Social en el gobierno de Felipe Calderón. La cercanía de ambos es tal que el ex presidente quiso que Cordero fuera el candidato de Acción Nacional a la presidencia en 2012. El delfín calderonista fue derrotado en la búsqueda de la candidatura por Josefina Vázquez Mota, en uno de los primeros descalabros de Calderón ante los miembros de su propio partido.
El grupo calderonista retuvo sin embargo importantes puestos en la nueva legislatura, entre ellas la de Ernesto Cordero, que fue nombrado por Gustavo Madero líder de los senadores panistas. La presidencia del Senado, que es rotativa, tocó durante el primer año –que aún no concluye—precisamente a Cordero.
Pero la relación entre Madero y Cordero fue deteriorándose. En parte porque los panistas no han digerido aún la derrota de julio pasado, cuando perdieron no solo la presidencia sino el Gobierno de varios Estados como Jalisco o Morelos, en su poder desde hacía 18 y 12 años respectivamente.
Algunos llamaron al presidente del partido a dimitir por la derrota, pero Madero se aferró al puesto, nombró una comisión para revisar las causas del descalabro que no llegó a nada, y sobre todo ganó tiempo para maniobrar su permanencia. La suerte del líder nacional panista pareció cambiar el 2 de diciembre, cuando firmó junto con los líderes del partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Revolucionario Institucional (PRI), el Pacto por México, una agenda de casi un centenar de reformas con las que el presidente Enrique Peña Nieto dio un golpe de timón a una política estancada en la división partidista desde que el PRI perdió la mayoría en la cámara de Diputados en 1997.
La firma del pacto, saludada por amplios sectores productivos y buena parte de los opinadores mexicanos, fue vista sin embargo con recelo por importantes panistas y algunos perredistas, que se sintieron desplazados por un acuerdo de la cúpula que se negoció en secreto durante semanas el otoño pasado. La agenda de reformas, han alegado sus críticos, convierte al Congreso en una oficina que solo tramita lo que los líderes partidistas redactan con el equipo de Peña Nieto.
Entre los más recelosos del procedimiento con el que opera el Pacto de México están senadores ligados al ex presidente Calderón, encabezados por el propio Cordero, que la semana pasada, junto con legisladores de su partido y de la izquierda, presentó una propuesta de reforma política a contrapelo de la que está ya prevista en el mecanismo consensuado por la dirigencia del partido con el gobierno del PRI.
El anuncio de la iniciativa de reforma política fue respondido por Madero con el aviso de que en uso de sus atribuciones como líder panista convocaba a analizar la permanencia de Cordero al frente de la bancada del PAN en la llamada Cámara Alta. La remoción era cuestión de horas, pero buena parte de los legisladores manifestaron su apoyo a Cordero. A partir de ahí una agria polémica entre panistas se desató en los medios y en las redes sociales, en ella incluso participó Felipe Calderón, vía un mensaje en Twitter. “Vieja regla del PAN: los asuntos internos se ventilan internamente. Cuando los presidentes la preservábamos el partido avanzó notablemente” escribió desde su autoexilio en Boston quien también fue jefe nacional panista en los años noventa.
El mensaje de Calderón provocó exactamente lo contrario a lo que enunciaba. Tras él, Madero notificó vía telefónica a Cordero que estaba fuera de la coordinación y ambos se enfrascaron en un maratón mediático de descalificaciones durante todo el lunes. El legislador calificó al líder partidista de querer hacer del partido más antiguo de oposición en México un satélite del PRI. Madero se atrincheró en los estatutos que le dan el derecho de nombrar y remover a los líderes de las bancadas, y dijo que se requería de un coordinador funcional para los intereses del partido.
“Hay una escisión en el PAN, lo que necesitamos es que esto se resuelva, sane la herida y que nos pongamos a trabajar”, dijo este martes a los medios Diego Fernández de Cevallos, ex candidato presidencial de ese partido en 1994 y una figura con tal ascendente en la organización que sin haberla dirigido nunca es apodado como el jefe Diego.
Madero ha removido a Cordero pero está lejos de lograr la unidad y ahora ha llevado a mínimos el liderazgo de su partido en el Senado. La incógnita es si el grupo calderonista recobrará la cohesión perdida hace mucho para disputar con reales posibilidades en noviembre, con Cordero o con otro candidato, la presidencia del PAN a Madero, quien hoy ha atado su suerte a un gris personaje. Madero, sobrino nieto de Francisco I. Madero, el héroe que inició la revolución mexicana hace un siglo, tiene en un punto crítico al partido con mayor tradición opositora en este país.
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