Un nuevo atentado cierra la campaña electoral en Pakistán
Al menos cinco personas han muerto en un mercado de Miranshah en la víspera de los comicios


Ni siquiera el día de reflexión ha dado un respiro en la violencia política que ha marcado la campaña a las elecciones de este sábado en Pakistán. Al menos cinco personas han resultado muertas y otras 15 heridas este viernes en dos explosiones sucesivas en un mercado de Miranshah, la capital de Waziristán del Norte, una de las áreas tribales. Este nuevo incidente se ha producido horas después de que la pasada medianoche los líderes de los principales partidos hicieran su último llamamiento a los votantes antes del inicio de las votaciones.
El primer artefacto se encontraba camuflado en una moto y ha sido activado a distancia, según varios medios locales. Ha dejado 4 muertos. Apenas una hora después, cuando los equipos de emergencia aún trabajaban en el lugar, ha estallado una segunda bomba. La cadena de televisión GEO dice que el objetivo puede haber sido la sede de un partido cercana al mercado.
Aunque nadie se ha atribuido el atentado de momento, los talibanes se han responsabilizado de los ataques que han dejado un centenar de muertos durante la campaña. Sin embargo, no está claro que estén detrás del secuestro —el jueves, en un mitin— del hijo del ex primer ministro Yusuf Raza Gilani, Ali Haider, que se presentaba a la Asamblea Provincial de Punjab por el Partido Popular de Pakistán (PPP). Su padre ha acusado a “rivales políticos”, sin precisar.
Desde el principio de la campaña, los talibanes paquistaníes declararon una yihad contra los comicios y pidieron a la población que evitara acudir a los actos electorales. Poco después, uno de sus portavoces amenazó en concreto a los partidos que formaron parte del Gobierno saliente —los liberales PPP, ANP y MQM—, lo que ha limitado significativamente la capacidad de muchos candidatos para celebrar mítines, sobre todo en las zonas donde los talibanes tienen mayor presencia.
Las regiones tribales en general, situadas en la frontera con Afganistán, y Waziristán en particular, están consideradas un santuario de los insurgentes talibanes y otros grupos asociados a Al Qaeda.
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