El Movimiento 5 Estrellas presenta a una periodista a las presidenciales
Los cerca de 40.000 adscritos del partido liderado por Grillo elige en referéndum a la reportera de investigación, Milena Gabanelli
No se puede negar que el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo tiene una habilidad notable para dejar en evidencia, y hasta en ridículo, a los partidos tradicionales. Mientras que el centroizquierda de Pier Luigi Bersani y el centroderecha de Silvio Berlusconi negocian en secreto —y a insulto limpio en el caso del Partido Democrático (PD)— sus candidatos a sustituir a Giorgio Napolitano al frente de la presidencia de la República, la formación del cómico ya tiene a su candidata, elegida a través de un referéndum por internet en el que han participado unos 40.000 simpatizantes. Se trata de Milena Gabanelli, una periodista de investigación cuyo currículo se puede resumir —y presumir— así: es la reportera italiana que más demandas ha recibido y no ha perdido ninguna. Algo así como la pesadilla perfecta de Berlusconi y sus secuaces.
Bien es verdad que la candidatura de Gabanelli, que desde 1997 dirige el programa Report en el canal público RAI3, no parece que en principio tenga muchas posibilidades de éxito, por cuanto hasta el momento los esfuerzos de Bersani y Berlusconi parecen encaminados a encontrar un nombre que les satisfaga a ambos e incluso al centro político que lidera Mario Monti. Pero la última jugada de Grillo —si el PD vota a la periodista para la presidencia de la República, tal vez pueda ser el inicio de una bonita amistad de cara al Gobierno—, vuelve a poner a Bersani frente al espejo. ¿Está dispuesto de verdad el centro-izquierda a una opción de cambio radical para Italia o va a seguir pasteleando peligrosamente con Berlusconi? La solución, a partir de las 10 de la mañana del jueves.
A esa hora han sido convocados por la presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Boldrini, los 1.007 grandes electores, esto es, los 315 senadores, los 630 diputados, 58 delegados regionales, los tres senadores vitalicios y una diputada que abandonó el Movimiento 5 Estrellas nada más ser elegida. En las primeras tres votaciones es necesaria la mayoría de dos tercios (671 votos), pero a partir de la cuarta es suficiente con mayoría absoluta (504). Como el centroizquierda de Bersani dispone de 496 votos, a partir de la cuarta votación solo necesitaría ocho apoyos más para sacar adelante a su candidato, que todavía no se sabe quién es. Pero todo el mundo parece estar de acuerdo en que un presidente de la República no se puede elegir a las bravas, sino buscando el mayor consenso posible, sobre todo teniendo en cuenta la incapacidad crónica de los partidos italianos para ponerse de acuerdo hasta con ellos mismos. No está de más recordar que los tres últimos presidentes de la República —Oscar Luigi Scalfaro (1992-1999), Carlo Azeglio Ciampi (1999-2006) y sobre todo Giorgio Napolitano (2006-2013)— se han visto obligados en más de una ocasión a bajar del pedestal y jugar un papel activo en la política italiana. El ejemplo más claro y más reciente es la operación de sustitución de Silvio Berlusconi por Mario Monti en noviembre de 2011.
¿Sería capaz la periodista Milena Gabanelli, de 58 años, de soportar una carga así sin contar con experiencia política previa? ¿O habría que recurrir a viejos zorros de la política como los exjefes de Gobierno Romano Prodi o Giuliano Amato, por citar dos de los nombres que se barajan? De momento, la periodista de Report se declaró “sorprendida” y “sobrevalorada”, sobre todo porque los internautas afectos a Beppe Grillo la prefirieron por delante del cirujano Gino Strada, fundador de la organización de asistencia médica Emergency, el jurista Stefano Rodotà o los jueces Ferdinando Imposimato y Gustavo Zagrebelsky. En sexta posición quedó la excomisaria europea Emma Bonino y en novena el Nobel de Literatura Dario Fo.
La situación no puede ser más chocante. Los partidos que desde las elecciones del 24 y 25 de febrero no han sido capaces de formar un Gobierno tendrán ahora que pactar un presidente de la República para los próximos siete años, habida cuenta de que el mandato de Giorgio Napolitano expira el 15 de mayo. De persistir el desencuentro, el nuevo presidente podrá disolver las Cámaras y convocar elecciones, tal vez antes del verano. Napolitano no lo pudo hacer porque, en los últimos seis meses de mandato, el presidente está por ley atado de pies y manos. El llamado semestre blanco se convirtió en un periodo oscuro que Napolitano, un estadista que dedicó su vida política a tender puentes, ha vivido con indisimulada amargura.
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