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Magnicidio en tiempo de elecciones

Venezuela promete enviar este miércoles a El Salvador las pruebas de un supuesto plan para atentar contra Maduro. Es su trigésima denuncia de este tipo en 14 años

Maduro, este martes en un mitin.
Maduro, este martes en un mitin.LUIS ACOSTA (AFP)

Nicolás Maduro teme, como temió su comandante y antecesor, Hugo Chávez, que los enemigos políticos del chavismo ejecuten un atentado en su contra y den al traste con la estabilidad de su revolución. Según la Cancillería venezolana, tales planes ya existen: su epicentro está en El Salvador y este miércoles enviará allí las pruebas. Mauricio Funes, el presidente salvadoreño, ha prometido investigar el asunto, no porque hasta ahora tenga indicios de la supuesta trama de magnicidio, sino por el hecho de que la denuncia proviene un presidente encargado. Con ésta, ya son más de 30 las denuncias públicas de magnicidio hechas por el Gobierno venezolano en los últimos 14 años. La mayoría de ellas han ocurrido en época de elecciones y en ninguno de los casos ha habido investigaciones conclusivas.

“Porque no pueden ganarme las elecciones, están buscando darme un balazo en alguna calle de Venezuela”, dijo este domingo, durante un acto de campaña, el presidente encargado y candidato oficialista a las presidenciales que se celebrarán en Venezuela el 14 de abril. De acuerdo a la versión del Gobierno venezolano, la oposición habría reclutado dos “grupos de mercenarios” en El Salvador, que estarían en el país desde finales de marzo, y que el candidato unitario de la opositora Mesa de la Unidad Democrática, Henrique Capriles, tenía “bien guardados”.

Luego el canciller, Elías Jaua, y el ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol, fueron sumando detalles entre lunes y martes: que el primer grupo de paramilitares estaría comandando por el ex coronel salvadoreño David Koch Arana y por el diputado de Alianza Republicana Nacionalista de El Salvador (Arena), Roberto d’Aubuisson; y que el segundo grupo, estaría comandado por Guillermo Kader Acuña -vinculado con el envío de otro "terrorista", Francisco Chávez Abarca, detenido en 2010- y por el excontraalmirante Marcos Antonio Palacios Luna. “Que nadie se equivoque, porque hoy tenemos patria. Vamos a seguir profundizando las investigaciones que sean necesarias, vamos a realizar algunos allanamientos en las próximas horas y no se descartan algunas detenciones”, ha dicho este martes el ministro Reverol.

El presidente de El Salvador, Mauricio Funes, respondió el lunes que ya ha ordenado a la Policía Nacional Civil que inicie una investigación de oficio. “No tenemos en nuestros servicios de inteligencia ninguna información que nos permita corroborar la certeza de lo denunciado por el presidente Maduro. Pero me parece a mí que Maduro es una persona seria y que por lo tanto no ha hecho una denuncia por hacerla”, dijo Funes durante una entrevista con la televisora Mundo Fox de Estados Unidos. Este martes volvió a referirse al tema, para informar que mañana miércoles la Cancillería venezolana enviaría a San Salvador las pruebas que avalan su denuncia. Por su parte, el diputado salvadoreño Roberto d’Aubuisson ha respondido así a las acusaciones en su contra: “No tengo nada que decir a las personas que dan declaraciones falsas y mentirosas, porque un tema así de serio no puede provenir de gente que tiene por fuente a un pajarito”, dijo el parlamentario, refiriéndose a las declaraciones de Maduro en las que decía que el espíritu de Chávez se le había manifestado en forma de pájaro.

Con ésta, ya son más de 30 las denuncias de magnicidio hechas por el Gobierno venezolano durante los últimos 14 años. En tres oportunidades se ha mencionado a El Salvador como plataforma de la conspiración, y en ninguno de los casos ha habido pruebas que demuestren que las sospechas eran ciertas.

En junio de 2009, el presidente Hugo Chávez canceló a última hora su asistencia a la toma de posesión del presidente Mauricio Funes, por temor a un atentado en su contra. Cuatro meses más tarde fue detenido en Venezuela un supuesto paramilitar colombiano, Geovanny Velásquez, quien confesó voluntariamente que había recibido instrucciones de asesinar a Chávez por parte del líder opositor y ex candidato a la presidencia, Manuel Rosales, asilado en Perú desde entonces. Solo hasta 2009, Hugo Chávez había denunciado 28 intentos de magnicidio y conspiraciones en su contra y en el presupuesto de ese año, el despacho de la Presidencia y el Ministerio de la Defensa gastaron 16,37 millones de dólares en la seguridad y custodia del jefe de Estado.

En vísperas de las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010 volvieron las denuncias de supuestos atentados que involucraban a “agentes” de El Salvador. En aquella oportunidad, el ministro de Interior y Justicia, Tarek El Aissami, informó de la detención del salvadoreño Francisco Chávez Abarca, acusado de planear “una fase de atentados de cara a las elecciones legislativas de septiembre”. “¿Qué quería Chávez Abarca en Venezuela? ¿Quién estaba esperándolo? (…) Este caballero vino para acá a matarme (...) me lo dice el corazón”, declaró Hugo Chávez en aquel momento.

No fue la bala de un mercenario a sueldo sino la enfermedad lo que finalmente acabó con la vida del presidente Chávez, el 5 de marzo pasado. No obstante, el mismo día de su muerte, Nicolás Maduro comenzó a desarrollar la tesis de que el cáncer que le fue diagnosticado a Chávez en junio de 2011 le pudo haber sido “inoculado”. “No tenemos ninguna duda de que los enemigos históricos de nuestra patria buscaron el punto para dañar la salud de nuestro comandante”, dijo Maduro horas antes de anunciar el fallecimiento de Chávez, poco más de un mes antes de declararse él mismo como nuevo blanco de la “derecha salvadoreña”.

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