La figura tutelar de Chávez marca la campaña electoral en Venezuela
Maduro encabeza con claridad las encuestas, pero no saca partido al luto por su predecesor
La primera encuesta hecha tras la muerte del presidente Hugo Chávez, fallecido el pasado 5 de marzo tras batallar 21 meses contra el cáncer, confirma lo que muchos analistas ya habían anticipado. El jefe de Estado encargado, Nicolás Maduro, lidera con cómoda ventaja —14,4 puntos más en intención de voto que el gobernador Henrique Capriles Radonski— la carrera para ganar la presidencia de Venezuela.
El estudio está avalado por la firma local Datanálisis y la compañía de servicios financieros Barclays. A primera vista parece una diferencia amplia, habida cuenta que los comicios están señalados para el próximo 14 de abril, pero Barclays precisa que Maduro solo ha crecido dos puntos desde que asumió la presidencia interina el 8 de marzo pasado. Todo esto demuestra, según la empresa, que el esfuerzo del gobierno por sacarle provecho al luto —que es posible advertirlo con solo sintonizar la televisora oficial— no ha sido del todo exitoso. Dicho de otro modo: el sucesor tiene una popularidad volátil y no ha heredado por completo el carisma de Chávez.
Eso es obvio con solo comparar sus personalidades, pero el gobierno está haciendo el esfuerzo para demostrar que Maduro es el mejor intérprete del comandante presidente. La tarde del lunes declaró en un acto con la militancia chavista: “Somos los apóstoles de Chávez y lo nombraremos mil veces”. Fue la respuesta a las críticas de la oposición, que lo acusa de hacer una campaña necrófila. Un poco más tarde condujo la segunda edición de su programa, Diálogo Bolivariano, con formato similar a Aló, Presidente, el espacio que tenía Chávez en la televisión. Maduro además suele dirigirse al país en transmisiones obligatorias de radio y televisión buscando cambiar esa imagen de burócrata forjada durante tantos años en la cancillería, por la de un hombre llano. En ese programa Maduro también dialoga con los ministros, responde los mensajes que le envían a través de su cuenta en Twitter, estrenada el domingo, y hace gala de una calculada ignorancia en la pronunciación del inglés. Tantos años junto a Chávez no pasan en vano.
El clímax de esta versión del fallecido líder bolivariano lo alcanzó el domingo, cuando, al ser entrevistado por el exvicepresidente José Vicente Rangel el mandatario interino denunció un supuesto plan de la CIA para asesinar a su rival Capriles. Washington se desmarcó de inmediato, al igual que los supuestos jefes del plan, los ex funcionarios Otto Reich y Roger Noriega.
Henrique Capriles, abanderado de la opositora Mesa de la Unidad, también es consciente del proceso de mitificación de Chávez. Ha nombrado a su comando de campaña con el nombre del Libertador Simón Bolívar y usa los colores de la bandera nacional en gorras y chándales, símbolos reivindicados por el gobierno. Para evitar la tentación de nombrar al difunto mandatario ha preferido atacar a sus sucesores retomando las críticas que en vida les hiciera el caudillo. La feligresía chavista percibía que los ministros eran responsables de los fracasos del gobierno. Así, ha denunciado que Maduro no está capacitado para gobernar porque aplicó “un paquetazo neoliberal” y encareció el costo de la vida. Es una alusión a la medida de devaluar la moneda local, el bolívar, en 46%. Neoliberales eran para Chávez todos aquellos gobiernos financiados por el Fondo Monetario Internacional y relacionados con los organismos multilaterales asentados en la capital de EE UU.
Hay también algunas diferencias. Capriles no se parece a aquel que se midió con Chávez en las presidenciales del 7 de octubre. Ha prometido no enviar más petróleo a Cuba para no financiar al régimen de Raúl Castro, algo que jamás mencionó en su pasada campaña. El director del postgrado de Comunicación Social de la UCAB, Marcelino Bisbal, declaró en la emisora Unión Radio que el gobernador se ha mostrado más combativo. No le queda otra, dice, porque la campaña es muy desigual: Maduro cuenta con todo el apoyo del gobierno y del sistema nacional de medios públicos para penetrar en los hogares como el sucesor del mito. Al gobernador le toca la tarea de Sísifo.
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