El Gobierno griego termina por decreto con seis días de huelga de los marinos
El paro ha dejado las islas incomunicadas y con escasez de suministros de productos básicos Es la segunda vez en menos de 10 días que el Ejecutivo recurre a una ley de emergencia
La página web que informa casi al minuto de las huelgas y protestas convocadas en Grecia no da abasto para publicar actualizaciones. Por segunda vez en menos de dos semanas, el Gobierno griego ha invocado poderes de excepción para poner fin a seis días de huelga en el sector de la marina mercante, un paro que ha obligado a amarrar todos los transbordadores y ha paralizado el habitualmente incesante tráfico entre el continente y las islas, en un país con más de 15.000 kilómetros de costa y algo más de un centenar de islas habitadas permanentemente. La protesta ha provocado serios problemas de suministro de productos básicos a los isleños, una de las razones que han empujado al Ejecutivo a decretar la emergencia.
Con todos los puertos del país paralizados desde la semana pasada —y el consiguiente trastorno, aun en temporada baja, para cientos de turistas varados en tierra—, y tras el anuncio del sindicato convocante de prorrogar otras 48 horas la huelga, el Gobierno griego ha recurrido a la norma que hace dos semanas puso fin a nueve días de huelga en el metro de Atenas: la denominada movilización civil, una medida de excepción que contempla penas de cárcel de entre tres meses y cinco años para quienes osen desobedecer y mantengan el paro.
“Desafortunadamente, no hay margen para más discusiones. No hay ninguna razón para que la huelga continúe”, ha dicho el ministro de la Marina Mercante, Kostis Musurulis. El Gobierno había planteado ya este lunes el ultimátum, sin llegar a formularlo oficialmente, pero la orden de movilización no se hizo esperar: bastó que la central Confederación Panhelénica de Marinos (PNO, en sus siglas griegas) desafiase al Gobierno con prolongar hasta el próximo viernes la protesta, que en principio debía terminar a las seis de la mañana de este miércoles. La PNO, que ha instado a sus afiliados y simpatizantes a desafiar la orden del Gobierno, reivindica meses de sueldos impagados y la derogación de una ley que perjudica la alianza sindical. Los marinos reclaman también la negociación de un nuevo convenio colectivo y el fin del empleo precario –mano de obra sin papeles y sin asegurar-, una realidad común en el sector. Alrededor de 1.500 trabajadores afectados se han concentrado este martes en el puerto del Pireo, el mayor de Grecia.
Asociaciones de comerciantes y vecinos de varias islas llevaban días quejándose de la escasez de productos, así como de la cancelación forzosa de numerosas consultas médicas especializadas en otras islas o el continente. La Federación Nacional de Transporte de Mercancías había advertido asimismo de que el paro condenaba a la inmovilidad a cientos de camiones con carga, atrapados en los principales puertos del país.
La orden de movilización forzosa, una medida de excepción que se ha adoptado diez veces desde el restablecimiento de la democracia, en 1974, y que desde 2007 contempla también cualquier emergencia "en tiempo de paz", tiene la potestad de forzar el fin de una huelga o paro en caso de desórdenes civiles, desastres naturales o riesgos para la salud pública.
En solidaridad con los trabajadores de la marina, los dos grandes sindicatos del país habían convocado un paro de 24 horas para este miércoles en Atenas. La protesta de Adedy, el sindicato de la función pública, y GSEE, el gran sindicato del sector privado, amenazaba con dejar vacíos los recintos arqueológicos, museos, escuelas y hospitales de la ciudad.
Adedy y GSEE han convocado una nueva huelga general —la primera del año, pero la enésima desde que empezó la crisis, en 2010— para el próximo 20 de febrero.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.