Valeri Abramkin, defensor de los presos rusos
El disidente sufrió cárcel y destierro en tiempos de la extinta URSS
Valeri Abramkin (1946), uno de los veteranos del movimiento de defensa de derechos humanos en Rusia y miembro del Grupo Helsinki de Moscú falleció el viernes 25, a los 66 años. Abramkin sufría una grave tuberculosis. Abramkin, que fue también miembro del primer Consejo para los Derechos Humanos, realizó una gran labor en defensa de los derechos de los prisioneros y para mejorar sus condiciones en las cárceles.
Valeri Abramkin estudió en el Instituto de Tecnología Química de Moscú, del que se graduó en 1970. Nueve años más tarde, fue detenido por divulgar la revista clandestina Póiski (Búsquedas). Esta publicación había ganado popularidad entre los intelectuales moscovitas a fines de los años setenta y Abramkin ya había sido advertido oficialmente tres años antes por el KGB, durante un registro, de que sería arrestado en caso de que participara en “actividades antisoviéticas”. Fue juzgado y pasó varios años en diferentes prisiones, donde contrajo la enfermedad que le ha causado la muerte. Tras recobrar la libertad en 1985, se le desterró a la provincia de Tver, en Rusia Central, y solo a finales de la perestroika de Mijaíl Gorbachov, en 1989, pudo regresar a Moscú.
En la capital, además de ingresar en el Grupo Helsinki, Abramkin fundó la organización de defensa de derechos humanos Cárcel y Libertad, que más tarde se transformaría en el Centro para la Reforma del Sistema Penal. En 1991 elaboró un programa radial para presos, que, junto con el periodista Ígor Diomin, salió al aire al año siguiente bajo el título de Nubes. En una entrevista de 2006, Abramkin declaraba: “Aún pienso en mí mismo como en un preso”.
El telegrama de condolencias enviado por el presidente Vladímir Putin a la hija de Abramkin subraya que trató “siempre y honestamente” de “humanizar las leyes” y “fortalecer el sistema de garantías de los derechos y libertades del individuo”.
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