La derecha de EE UU pretende moderar su discurso para atraer a las minorías
El Partido Republicano aboga por ampliar su agenda política y reorientar su mensaje pero sin traicionar sus principios
Tras la derrota electoral sufrida en las pasadas elecciones, el Partido Republicano ha decidido alejarse del discurso reaccionario y de constante enfrentamiento político y moderar su mensaje para hacerlo más atractivo para las minorías -en especial hispanos y mujeres-, sin abandonar, eso sí, los valores conservadores que mantienen unida a la formación. En el encuentro anual que cada invierno celebra el Comité Nacional Republicano para revisar su estrategia, sus líderes coincidieron en la necesidad de expandir su agenda, más allá de los temas presupuestarios y estrictamente económicos que han polarizado sus propuestas en la última legislatura. El pacto para una reforma migratoria que este lunes se presentó en la cámara Baja, patrocinada por senadores republicanos y demócratas, se enmarca dentro de la nueva retórica que se ha propuesto explorar el Partido Republicano para recuperar la Casa Blanca en 2016.
No es un secreto que un buen número de republicanos nos han hecho mucho daño con algunos de sus comentarios ofensivos. Ya hemos tenido suficiente. Tenemos que dejar de ser el Partido Estúpido" Bobby Jindal
Quien mejor sintetizó esta necesidad de reorientar las políticas en el seno republicano fue el gobernador por Louisiana y potencial candidato a la presidencia dentro de cuatro años, Bobby Jindal. El mandatario abogó por reconducir la deriva en la que ha caído el partido, enrocado en políticas de confrontación y de defensa de la austeridad económica, y fue muy crítico con determinados comentarios de algunos de sus compañeros relacionados con la violación o los derechos de la mujer a lo largo de este verano. “No es un secreto que un buen número de republicanos nos han hecho mucho daño con algunos de sus comentarios ofensivos. Ya hemos tenido suficiente. Tenemos que dejar de ser el Partido Estúpido”, dijo en su discurso de inauguración del cónclave del Comité Nacional Republicano el jueves pasado en Charlotte, Carolina del Norte.
En su esfuerzo por dejar de ser ese partido estúpido, los republicanos deben resolver cómo encajar en la nueva estrategia al Tea Party , un movimiento que sufrió un fuerte varapalo en las últimas elecciones de noviembre. Una corriente que y que muchos dan por enterrada pero que su principal adalid, Sarah Palin, se empeña en mantener vivo. Este domingo la candidata a la vicepresidencia en 2008 aseguró en una entrevista que el Tea Party “aún no había comenzado a dar guerra”. “El problema es que ahora mismo muchos en la derecha se sienten un poco asustados tras la derrota electoral. No deberían. El conservadurismo no perdió, lo hizo un candidato republicano moderado”, aseguró Palin.
La teoría inmovilista de Palin, sin embargo, no es la que respaldaron a lo largo del fin de semana varios de los líderes republicanos afines al Tea Party. En sintonía con Jindal, el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, defendió la necesidad de “ser más optimistas”. “Debemos aprender a enviar una alternativa positiva a los votantes”, dijo el Gobernador en su discurso. El senador por Tejas, Ted Cruz, otro favorito del Tea Party, aunque insistió en que la senda hacia la victoria pasaba por aprovechar los efectos contraproducentes que la deuda pública ocasionará a Obama, también abogó por la necesidad de promover un “renacimiento del conservadurismo”. Jindal, Walker, Cruz, o el senador por Florida, Marco Rubio, han sido señalados por varios analistas como los futuros reformadores del Partido Republicano
El Tea Party aún no ha comenzado a dar guerra”. “El problema es que ahora mismo muchos en la derecha se sienten un poco asustados tras la derrota electoral" Sarah Palin
Las propias encuestas también le quitan la razón a Palin. El último sondeo publicado por Rasmussen el pasado 7 de enero establece que solo el 8% de los republicanos reconoce pertenecer al Tea Party –en 2010, en pleno apogeo del movimiento, eran más del 24%-. El 49% de los consultados, además, asegura tener una mala opinión de sus miembros y de las políticas que defienden.
Rubio, también se enmarca en esa lucha por cambiar la percepción de que el partido republicano es una formación hostil hacia las minorías y por tratar de alejarse de las posturas más reaccionarias del Tea Party . El dirigente de origen cubano se ha convertido en el puente entre ese movimiento y el ala más moderada republicana necesario para impulsar el pacto sobre la reforma migratoria en EE UU más ambiciosa de los últimos años, que este lunes se ha presentado en el Senado y con la que los conservadores pretender recuperar el apoyo del electorado hispano que en las pasadas elecciones se decantó por más del 70% a favor de Obama.
Durante los dos últimos años, el Partido Republicano ha estado pivotando alrededor de la reducción de la presencia del Gobierno en la vida pública y del recorte del gasto como receta contra el déficit, dos principios asentados en las raíces del Tea Party y que llevó a la formación conservadora a recuperar la mayoría en la cámara Baja en 2010. La austeridad económica no ha impedido el crecimiento de la deuda y Obama ha vuelto a ganar las elecciones. Los conservadores parecen decididos a dejar de ser el partido estúpido, “reorientando el mensaje pero sin cambiar los principios”, como defendió Jindal. Un difícil equilibrio que los republicanos esperan concretar en unos meses, cuando comience la carrera por tener un escaño en el la Cámara de Representantes en 2014.
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