Muere Abdesalam Yassin, principal opositor a la monarquía en Marruecos
El fundador del poderoso movimiento islamista Justicia y Caridad se negó a reconocer al monarca alauí como jefe espiritual de los musulmanes marroquíes
No tenía la mirada severa ni los rasgos tensos de muchos dirigentes islamistas, pero Abdesalam Yassin, de 84 años, que falleció hoy en su casa de Rabat, era, sin embargo, ahora el líder islamista más importante del Magreb a juzgar por la capacidad de movilización del movimiento que fundó, Justicia y Caridad. Durante cuatro largas décadas Yassin ha sido el mayor opositor a la monarquía alauí.
Su organización anunció su muerte a causa, según fuentes oficiosas, de una gripe mal curada. Mañana viernes, se celebrará su funeral en la mezquita Suna de la capital. Serán las exequias más multitudinarias en Marruecos desde que falleció el rey Hassan II en 1999. Los medios de comunicación oficiales apenas han evocado su desaparición. En el telediario de la televisión pública 2M le dedicaron a mediodía tan solo dos minutos.
Yassin fundó en 1987 Justicia y Caridad, la asociación que más gente puede congregar en las calles de Marruecos, pero que no ha sido legalizada. Las autoridades marroquíes la toleran aunque a veces también la reprimen acosando y hasta procesando a sus militantes.
En los años noventa el palacio real negoció con Yassin su salida de la clandestinidad a cambio de que él reconociese al rey como Comendador de los Creyentes, es decir jefe espiritual de los musulmanes marroquíes. Se negó a ello y sus seguidores proclaman también su rechazo a otras muestras de sumisión protocolaria al monarca como arrodillarse ante él e incluso inclina la cabeza.
Nada predestinaba, en un principio, a Yassin a convertirse en un islamista. Nacido en la provincia de Souss (en el sur del país), en una familia de campesinos, Yassin acudió al colegio en Marraquech y concluyó en Rabat su formación de maestro. Durante 20 años subió en el escalafón del Ministerio de Educación hasta ser nombrado inspector de secundaria y enviado a conferencias pedagógicas en Francia y EE UU.
Yassin era entonces un hombre vestido a la occidental, que recurría a la pajarita antes que a la corbata, y que preconizaba la introducción de la música clásica en la enseñanza secundaria. Hablaba un francés perfecto y escolarizó incluso a los tres hijos de su primer matrimonio, contraído con una mujer laica de Tánger, en el liceo francés.
Cuando tenía 37 años empezó a coquetear con una cofradía religiosa. No tardó en ser apartado de su cargo en Educación. Yassin se convirtió entonces abiertamente en opositor, en 1974, cuando escribió una especie de carta/libro dirigida a Hassan II y titulada “El Islam o el diluvio” dándole algunos consejos. Al soberano no le gustó y ordenó que le ingresaran en su psiquiátrico, en Marraquech, durante 42 meses.
Yassin no se “curó” después de ese tratamiento de corte soviético. Volvió a la carga replicando al rey en un artículo publicado en la revista Al Jamaa (La Asamblea). Esta vez sí fue juzgado y también condenado a dos años de cárcel en diciembre de 1983. Inasequible al desaliento fundó al salir de prisión Justicia y Caridad.
Su movimiento es islamista y Yassin recordaba, en una entrevista con EL PAÍS en 2000, que la democracia debía “enmarcarse en la ley islámica, en las enseñanzas del Corán”. Pero a diferencia de muchos grupos radicales musulmanes no es de corte salafista, sino más bien sufí y rechaza la violencia.
Para intentar neutralizarle cuando salió de prisión el régimen le sometió durante una década a un arresto domiciliario en un modesto chalé de Salé. Solo unos meses después de la entronización de Mohamed VI, Yassin recuperó la libertad. No tardó en reincidir publicando otra carta, esta vez destinada al nuevo rey, pidiéndole que devuelva al pueblo la fortuna acumulada por su padre.
Yassin se fue entonces, poco a poco, apartando de la política para consagrarse a la vida espiritual. Se reunía con sus fieles que habían tenido visiones a las que él daba crédito y que Justicia y Caridad hizo públicas. El sueño de una mujer le animó a vaticinar, por ejemplo, la caída del régimen y perdió algo de crédito en la sociedad marroquí donde compite con otras dos corrientes islamistas: el moderado Partido de la Justicia y del Desarrollo, que dirige el Gobierno desde hace un año, y los salafistas que están en auge.
Con el PJD le separa, ante todo, su negativa a reconocer al rey como Comendador mientras que su rechazo de la violencia la mantiene alejado de los salafistas que sin llegar a practicarla la justifican.
Él se alejó de la política, pero no sus seguidores. Sus adeptos se sumaron, hasta finales de 2011, a todas las manifestaciones de la primavera árabe al estilo marroquí convocadas por el movimiento del 20 de Febrero. Ahora están en conversaciones con pequeñas formaciones de la izquierda extraparlamentaria para estudiar cómo reanudar juntos las protestas porque consideran insuficientes las reformas efectuadas hasta ahora por Mohamed VI.
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