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EE UU advierte de que la votación es un paso atrás para los palestinos

Estados Unidos todavía no ha anunciado oficialmente su voto

Antonio Caño

Estados Unidos considera un paso atrás la decisión de la Autoridad Palestina de solicitar su reconocimiento como estado observador en la Asamblea General de Naciones Unidas y, aunque no ha anunciado oficialmente su voto, es seguro que se pronunciará en contra en la sesión que este jueves se celebrará en Nueva York. Pese a que la Administración de Barack Obama intentará compensar esa posición con un nuevo intento de revitalizar las conversaciones de paz, la votación puede acarrear represalias de parte del Congreso norteamericano.

Esta histórica sesión de la ONU, en la que los palestinos cuentan de antemano con votos suficientes como para ser aceptados como miembros de la Asamblea General sin categoría de estado de pleno derecho, está cargada de reminiscencias del pasado y de mensajes sobre el difícil presente y el imprevisible futuro. Para EE UU es, además, una muestra de lo complicado que resulta su papel de promotor de la paz mientras conserva su compromiso con la protección de Israel.

La votación se producirá exactamente el mismo día en el que, 65 años antes, esa misma Asamblea General, aunque entonces con 57 países miembros, votó a favor de la partición de la colonia británica de Palestina en dos estados: uno para los árabes y otro para los judíos. Los árabes rechazaron esa decisión e iniciaron una guerra que perdieron.

Tanto han cambiado las cosas desde entonces que ahora los palestinos, no solo no aspiran a tener la mitad de aquella Palestina, sino un mero reconocimiento testimonial de su soberanía sobre un territorio mucho menor en Cisjordania y Gaza. Pero algo no ha cambiado: la incapacidad de ambos bandos para encontrar un mínimo espacio de entendimiento.

Para EE UU es una muestra de lo complicado que resulta su papel de promotor de la paz mientras conserva su compromiso con la protección de Israel

La votación en la ONU es, en realidad, la certificación de que nada se ha conseguido en 65 años por el camino de la negociación. Con ese nuevo estatus, la Palestina que sea reconocida como observador tendrá, entre otras ventajas simbólicas, acceso al Tribunal Internacional de Justicia, donde Israel podría ser eventualmente condenado por abusos en los territorios ocupados. Eso puede reafirmar la legitimidad de la causa palestina y acentuar el aislamiento diplomático de Israel, que, con el voto de la mayoría de los países europeos a favor del reconocimiento palestino, quedará únicamente con EE UU como gran valedor.

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Pero, desde el punto de vista norteamericano, ese gesto, pese a toda su fuerza simbólica, no permitirá ningún progreso en lo que realmente se necesita: una solución pactada para que los palestinos tengan de una vez su estado independiente. “Creemos que es un error”, ha comentado la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland. “Esto no va a acercar a los palestinos a un estado propio”.

Israel ha amenazado con represalias como el reinicio de algunas construcciones de asentamientos en territorios palestinos. EE UU, que ya congeló los fondos de ayuda a los palestinos cuando éstos fueron aceptados en la UNESCO y, el año pasado, cuando solicitó su plena aceptación como estado en la ONU, podría ahora tomar medidas similares.

Aparentemente, no es ese el camino preferido por la Administración, pero sí es el que exige el Congreso, donde el apoyo a Israel es más explícito y más incondicional. El Gobierno de Obama ha renunciado a la vía de las presiones a los miembros de la Asamblea para que el reconocimiento de los palestinos no prospere. Entre otras cosas, porque sería inútil. De los 193 miembros de la ONU, 132 han reconocido ya al estado palestino. La única duda sobre la votación de mañana es la magnitud de la derrota de Israel y EE UU.

Para la diplomacia norteamericana eso constituye, indudablemente, un revés, en la medida en que va a enconar los ánimos de los principales protagonistas del conflicto, pero no cambia esencialmente la estrategia de Obama. El presidente estadounidense seguirá apostando por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, que hablará ante la Asamblea antes de la votación, como su mejor opción para una solución negociada.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, lo dejó claro en su visita de la pasada semana a la zona, en la que incluyó una escala en Ramala para entrevistarse con Abbas, pese a que era evidente que éste no tenía ningún papel en la crisis de ese momento, la guerra en Gaza. El cese del fuego obtenido dejó a Hamás en una posición fortalecida, lo que, a su vez, desde la perspectiva de Washington, hace más necesario que nunca el fortalecimiento de Abbas.

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