Mitt Romney se refugia en Boston para conocer su futuro político
El candidato escoge pasar la noche electoral en la ciudad en la que reside desde 1970 La capital de Massachusetts ha marcado su vida personal, religiosa y política
Mitt Romney ha elegido Boston para aguardar los resultados de la noche electoral, el último mojón en una larga carrera hacia la Casa Blanca que oficialmente comenzó en junio de 2011, pero que lleva en la mente del candidato desde que su padre, George Romney, acometiera sin éxito ese mismo sueño hace más de cuatro décadas. El exgobernador de Massachusetts fue apeado de ese mismo sueño en 2008 pero, cuatro años después, la posibilidad de convertirse en el 45 presidente de Estados Unidos, le parecía mucho más que un anhelo no solo a él, sino a la casi totalidad de quienes el martes se congregaron en el Centro de Convenciones y Exhibiciones de Boston (BCEC) para seguir junto a su candidato el resultado de los comicios con una mezcla de expectación e incertidumbre.
Massachusetts es la cuna de la familia con mayor pedigrí demócrata de Estados Unidos, los Kennedy. En ese Estado Obama lidera las encuestas por casi 20 puntos de diferencia. Muchos de los vecinos de Boston ni siquiera estaban al tanto este martes de que esa era la ciudad elegida por el candidato republicano para culminar su periplo hacia la presidencia. Boston tampoco fue el escenario por el que el republicano se decantó para presentar su candidatura oficial –lo hizo en Stratham, New Hampshire- Sin embargo, Romney decidió refugiarse, junto con su mujer, Ann, sus cinco hijos y sus 18 nietos, en esa ciudad para vivir la noche más importante de su vida política.
Boston es el escenario en el que Romney alcanzó la emancipación personal y política de la alargada sombra de su padre, gobernador de Michigan, un espejo en el que el candidato siempre ha querido verse reflejado pero también un lastre para su propia carrera. Allí decidió instalarse en 1970 junto a su esposa; allí crió a sus hijos; allí ejerció el liderazgo religioso, como obispo de la congregación local de Belmont, a las afueras de la localidad; allí afianzó su fama de exitoso hombre de negocios y desde allí dirigió los designios del Estado de Massachusetts en su época como gobernador entre 2002 y 2007. Todo eso se recuerda en letras bien grandes en el inmenso cartel que da la bienvenida al BCEC.
A ese enorme edificio ha llegado Romney este martes por, la tarde preparado para pasar una noche muy larga que ha venido precedida de un día igual de intenso. Alrededor de las 8.30 de la mañana el candidato acudió a votar con su esposa en el centro Beech Street de Belmont. El voto solo fue el comienzo de una dilatada jornada para el exgobernador. Con las encuestas muy apretadas a nivel nacional y en varios de los Estados clave, Romney aprovechó la mañana para desplazarse a Cleveland, en Ohio, y a Pittsburg, en Pensilvania, en una clara señal de que su campaña quiere aprovechar hasta el último aliento para arañar unos votos que podrían ser decisivos para apuntalar una victoria que el candidato roza con los dedos y que ya ha dado por segura en sus últimos mítines.
Los sondeos generales publicados el martes respectivamente por The Washington Post y el Centro Pew otorgaban a Obama una ventaja de tres puntos sobre Romney, aunque la mayoría reducía la distancia a un solo punto. En Ohio y en Pensilvania la media de las encuestas, según Real Clear Policy, daban al presidente ganador por 2,9 y 3,8 puntos, respectivamente. El equipo del exgobernador, sin embargo, baraja encuestas internas que les hacen confiar en una victoria en Ohio y un resultado muy apretado en Pensilvania. El martes, Romney y los candidatos a la vicepresidencia, Paul Ryan y Joe Biden, regresaron de nuevo a Ohio en un claro mensaje de la importancia de ese territorio.
Pensilvania nunca ha votado por un presidente republicano desde 1988, sin embargo, en los últimos meses la campaña de Romney ha invertido gran cantidad de dinero en anuncios electorales y su candidato, que no pisaba el territorio desde septiembre, ha visitado ese Estado dos veces en menos de 48 horas, el domingo en Morrisville y el mismo día de las elecciones en Pittsburgh. Aunque Obama lidera las encuestas, en las últimas semanas el margen se ha estrechado y el exgobernador ha decidido presentar batalla en un último esfuerzo por tratar de asegurarse los votos del Colegio Electoral.
La intervención de Romney en el primer debate electoral provocó un aumento de su popularidad en las encuestas. Esa renovada confianza del electorado se percibía el martes entre los asistentes al BCEC. “Sinceramente, en mayo parecía casi imposible imaginar en la victoria, pero ahora estamos a unas horas de que se haga realidad”, comentaba Darren Pearson, un voluntario de la campaña del exgobernador.
Romney también parece convencido. Tras unas primarias republicanas interminables y un duro camino en el que ha tenido que lidiar con las acusaciones sobre su presunta falta de principios, su dudoso pasado empresarial o su reticencia a hacer pública sus declaraciones de impuestos, el candidato llegó a Boston con el pálpito de que quizás en unas horas bien podría cambiar la ciudad en que se consolidó como político y donde reside en una lujosa mansión a las afueras por los muros de la Casa Blanca .
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