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‘Snus’, el protagonista colateral del soborno

El tabaco en bolsitas que triunfa en Suecia no se fuma ni se masca

Naiara Galarraga Gortázar
Caja de tabaco en bolsitas 'snus'.
Caja de tabaco en bolsitas 'snus'.

El snus es un tabaco muy peculiar —no se fuma ni se masca— tan típico en Suecia desde el XIX como desconocido fuera de ella. Este producto —tabaco cortado muy fino mezclado con sal y agua— es el protagonista colateral de la corruptela que ha desembocado en la dimisión del comisario europeo de Salud, John Dalli. “Coges un poquito, lo colocas debajo del labio superior y lo dejas ahí. Te puede durar 20 minutos o una peli entera”, explica Kim Warsen, un sueco de 31 años que vive en España desde hace siete años. No se escupe. Sacas la bolsita de la boca y la tiras. Como está prohibido venderlo en toda la UE salvo en Suecia —es una exención que Estocolmo logró al negociar su adhesión en 1995—, Warsen solo lo toma si se lo traen amigos o su madre le envía alguna caja. Cuando no tiene, fuma cigarrillos.

Un millón de sus 9,5 millones de compatriotas (el 22% de los hombres, y el 5% de las mujeres) toma este tabaco sin humo, según Swedish Match, la empresa líder del sector y víctima del intento de soborno.

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Así fue la tentativa de soborno: “Nos ofrecieron la posibilidad de, por 60 millones de euros, cambiar la directiva de productos del tabaco para levantar el veto [europeo] al snus. La persona que nos abordó con esta oferta [...] aseguró hablar en nombre del señor Dalli. Consideramos que la oferta era seria y criminal y la rechazamos”, explica en un correo electrónico el portavoz de la tabaquera Rupini Bergström. Swedish Match lo puso “en conocimiento de la Comisión Europea”, que lo derivó a la OLAF, la oficina antifraude de la UE.

“Tomar snus es un hábito social como aquí tomar cañas. Mi madre lo toma, mi padre lo tomaba... Hay diferentes tamaños, y diferentes sabores” cuenta al teléfono Warsen. El snus de lujo creado para el Día del Padre de 2012 está fabricado con tabaco de la sierra de Gredos aromatizado con jerez. Cuesta 70 euros.

Warsen, un profesor de carpintería que se define con naturalidad como “adicto a la nicotina”, le ve una clara ventaja frente al tabaco clásico, que, como no hay combustión, no daña los pulmones. La tabaquera Swedish Match considera la prohibición europea del snus sueco “carente de un razonamiento justificado, discriminatoria y desproporcionada” y sostiene que debe ser evaluado en función de las pruebas científicas; y esgrime los siguientes datos: el consumo de tabaco es similar en Suecia al resto de la UE, pero se fuma mucho menos (el 13% frente a un 28% de media en la Unión) y la tasa de muerte por el tabaco en el país nórdico es de 152 hombres por 100.000 frente a 467 por 100.000, según la OMS. La empresa, que cotiza en la Bolsa de Estocolmo y vende en Estados Unidos, espera que la reforma de la directiva europea sobre el tabaco sea “un proceso transparente y legalmente justo”.

Este tabaco sin humo que se vende en cajitas metálicas no deja de ser tabaco. Se parece al pitillo de toda la vida. También en Suecia los padres intentan que sus hijos desistan de probarlo, la primera vez sabe a rayos —“pica mucho, la carne quema, no da subidón”—, explica Warsen, y “si tienes novia, no te suele besar mientras tomas snus”. Otro vicio dañino para la salud: es al mismo tiempo un negocio que mueve tal dineral que resulta siempre apetitoso a los corruptos. Un poder que aterra también al profesor de carpintería.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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