Una política de duros ajustes
Los Estados se aplican a traducir la consigna de la austeridad para frenar la crisis
Las estrategias para traducir la consigna de la austeridad para frenar la crisis varían de un Estado a otro. Entre las más usadas del repertorio están la subida del IVA y de la contribución a la renta, el aumento de la edad de jubilación y el despido de funcionarios. La dosis de dolor varía, sin embargo: desde el ahogo de Grecia, inmersa en una espiral de recortes que conducen a una mayor depresión económica que a su vez requiere de más recortes para paliar el déficit y la deuda, hasta los recortes preventivos que se ha impuesto Polonia, cuyo crecimiento se ha desacelerado y ve cómo el contagio de los problemas del euro ya se hace notar.
España y Portugal están en plena efervescencia de recortes, en un adelgazamiento de lo público que no da tregua, y que afecta directamente a los pilares del Estado de bienestar, en el caso luso, por imperativo de los acreedores de la troika; en el caso español, que está estudiando pedir a Europa un segundo rescate después del que salvó del colapso a la banca, por la presión de los mercados. En Italia, las reformas llevadas a cabo por el tecnócrata Mario Monti han logrado contener el déficit pero no han conseguido transformar el mercado laboral para hacerlo más flexible.
Francia y Reino Unido ensayan respuestas diferentes. París trata de incidir en la idea de que los compromisos presupuestarios no están reñidos con medidas de estímulo, y ha repartido las cargas de los recortes en impuestos proporcionales donde los que más tienen, más pagan. Londres, por su parte, se aferra a la libra para capear el temporal, y aunque ha tenido que aplicar recortes, el hecho de tener un Banco Central autónomo le permite modular los tipos de interés según sea más conveniente en cada momento.v
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