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Un grupo armado roba el cadáver del narco abatido en México

Fuerzas de la Marina matan a tiros en una emboscada al jefe del cartel de Los Zetas

Salvador Camarena
Fotografía cedida por la Marina Armada de México (SEMAR) del cuerpo de Heriberto Lazcano.
Fotografía cedida por la Marina Armada de México (SEMAR) del cuerpo de Heriberto Lazcano.---- (EFE)

Heriberto Lazcano Lazcano, alias El Lazca o El Verdugo, máximo líder del cartel de Los Zetas, cayó abatido por la Marina de México al mediodía del domingo en una carretera en la pequeña del norteño estado de Coahuila, según confirmó ayer el Gobierno mexicano. El anuncio representa, junto con la muerte de Arturo Beltrán Leyva El Barbas en diciembre de 2009, el golpe más fuerte al narcotráfico en el sexenio de Felipe Calderón. Pero el Gobierno mexicano no tiene ya el cuerpo del capo. Un comando armado robó su cuerpo del narcotraficante de la funeraria donde se le habían hecho fotografías y tomado huellas dactilares.

La Secretaría de Marina Armada de México informó a través de un comunicado que las imágenes de uno de los dos criminales muertos en el enfrentamiento del domingo, así como la comparación de sus huellas dactilares, comprobaban que el fallecido era Lazcano, líder de Los Zetas, segundo cartel más importante del país, solo superado por el cartel de Sinaloa, grupo con el que libra una sangrienta batalla en distintos puntos del país.

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Los Zetas “inauguraron un nuevo modelo criminal en México”, describe Guillermo Valdés, director durante casi cinco años del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) el aparato gubernamental de inteligencia mexicana. La organización criminal combinó el narcotráfico con “modalidades nuevas de negocio”. Primera modalidad: protección y extorsión a las organizaciones criminales locales (robacoches, secuestradores, bandas dedicadas al tráfico de indocumentados o al robo de hidrocarburos) y a las mafias que se les enfrentaban a lo largo de la larga ruta que controlaban, que comprende el este del país, desde Quintana Roo y Chiapas hasta los fronterizos Estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas. El objetivo, integrarlos en una suerte de “federación de bandas criminales”: se les exige un porcentaje de las ganancias obtenidas a través de sus delitos. La segunda modalidad consiste en ampliar al máximo el “negocio” de la extorsión y el secuestro ya sea mediante las organizaciones locales que controlaban o directamente por los propios Zetas. “Es un modelo tremendamente depredador y violento”, describe Valdés.

Valdés, quien se encuentra escribiendo un libro sobre el tema del narco, agrega que “hay una contribución fundamental de Los Zetas al mundo criminal del narcotráfico”. La planificación y la ejecución de la violencia con un “profesionalismo y exquisitez difícilmente vistos en cualquier otra parte del mundo”. El estilo de Los Zetas forzó al resto de los cárteles “a profesionalizar sus ejércitos privados y a multiplicar sus gastos en armamento y entrenamiento de sicarios. Se pasó de la violencia amateur a la violencia ejecutada por profesionales para aterrorizar a sus propias filas, a sus rivales y a la sociedad entera. Un modelo terriblemente eficaz”.

El Lazca nació el 25 de diciembre de 1974 en Apan, Hidalgo, un pueblo a 110 kilómetros de la capital mexicana. En 1991, a los 17 años, se alistó en el Ejército mexicano, del que salió voluntariamente en marzo de 1998. Junto con otros 30 exmilitares se integró a un grupo comandado por el exteniente Arturo Guzmán, a las órdenes de Osiel Cárdenas Guillén, líder del Cartel del Golfo, quien tras ser detenido en 2003 fue extraditado en 2007 a EE UU, donde se encuentra preso. Tras la muerte de Guzmán, en 2002, Lazcano asumió el liderazgo de los Zetas, que más tarde se separarían del cartel del Golfo y se volverían en su contra.

“Del núcleo de militares que fundaron Los Zetas, solo quedaba El Lazca. Los otros 30 miembros originarios fueron asesinados, encarcelados o simplemente desaparecieron del mapa. De confirmarse su muerte, quedaría al mando Miguel Ángel Treviño, un hombre que no tiene pasado militar, fue policía en Matamoros, y no formó parte del grupo original. La muerte del Lazca significaría así el fin de una cierta ‘mística’ criminal conseguida a lo largo de 12 años por la banda de un grupo de desertores de un grupo élite del Ejército”, explica Diego Enrique Osorno, periodista y autor del libro La guerra de Los Zetas.

La “segunda generación” de Los Zetas —formada por expolicías y miembros formados al interior de la banda— asumiría plenamente el control del grupo, describe Osorno. “Creo que durante este periodo de ‘transición’, Los Zetas detendrán el ambicioso proceso de expansión que habían iniciado hace tres años más allá de sus dominios en el noreste de México. Como por ejemplo, su irrupción en Centroamérica”.

Lazcano era una figura tan escurridiza como representativa del terror que infunden Los Zetas. Con su muerte, el gobierno del presidente Felipe Calderón da el golpe más contundente de su polémica lucha antidrogas a 52 días de entregar el poder. Pero como ha ocurrido en buena parte de este Gobierno, la operación ha resultado polémica. No hay quien comprenda como es que las autoridades que abatieron al peligroso narcotraficante entregaron tan pronto su cuerpo a débiles cuerpos de seguridad locales y que sus restos fueran “rescatados” por un comando criminal de la funeraria a la que había sido llevado tras caer muerto, lo que de nuevo alimenta las dudas de una por sí descreída sociedad.

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