Pierre Dubois, un cura francés contra Pinochet
El sacerdote galo participó activamente en las jornadas de protesta durante la dictadura militar chilena
Los años ochenta fueron una época convulsa en Chile. La gente, atenazada durante una década por una cruel dictadura militar, empezaba a salir a la calle y no temía pedir más libertad y más derechos al ritmo de las caceroladas. La caída de la Junta Militar en la vecina Argentina, tras el desastre de las Malvinas en 1982, era un precedente que los chilenos tenían muy en cuenta, pero el general Augusto Pinochet se aferraba al poder y al comienzo de la ola de protestas, en 1983, confirmaba que permanecería seis años más como jefe de Estado.
En ese Chile que se desperezaba, destacó la figura de un cura francés, Pierre Dubois (Dijon, Francia, 1931), que no dudó en ponerse del lado del oprimido pueblo. Lo hizo en 1983, cuando ofició la misa por la muerte de un joven asesinado por las milicias paramilitares. En aquella ocasión, el cementerio del barrio de La Victoria se convirtió en un campo de batalla cuando los carabineros intentaron dispersar a los 25.000 asistentes al acto.
El barrio obrero de La Victoria —en la periferia de Santiago de Chile— fue el lugar elegido por este párroco para dedicarse a trabajar con personas en riesgo de exclusión durante la década de los ochenta. Llegó a Chile en 1963 y se convirtió en su país de adopción, el que le dio la nacionalidad en 2001 y el que le vio morir el pasado día 28 de septiembre.
Pasó gran parte de su vida en Chile, país al que llegó en 1963
La Victoria era a mediados de los ochenta un populoso suburbio de la capital chilena. Sus más de 50.000 habitantes se habían significado contra la dictadura en aquellos primeros años de protestas, con lo que la represión en el barrio era mayúscula. Uno de los episodios de mayor terror se vivió en noviembre de 1984, cuando los soldados del régimen sacaron de sus casas en plena noche a 3.000 hombres y los encerraron en un estadio de fútbol. Pierre Dubois intentó parar la operación pero fue retenido por dos centinelas en su casa. Como el propio párroco denunció, la maniobra solo pretendía amedrentar a una población que clamaba por la libertad.
Pierre Dubois llegó a La Victoria en 1982 y en poco tiempo se ganó el apoyo de un barrio eminentemente obrero y con un gran porcentaje de ateos. Pero el sacerdote era admirado por su valentía y por su defensa de los derechos humanos y de los trabajadores. Organizó comedores sociales, se preocupó por la educación de los niños y puso en marcha talleres culturales. Pero sobre todo concienció a los habitantes de que debían defender sus derechos. Para ello no dudaba en recorrer la barriada puerta a puerta pidiendo a la gente que se organizase, de forma pacífica, eso sí.
Por sus actos de rebeldía ante el terror, fue expulsado del país
Según Dubois, si Cristo hubiese estado en el Chile de entonces, “se pondría del lado de los pobres, denunciando la represión”. Jamás dudó en situarse en medio de un tiroteo para calmar los ánimos entre soldados y manifestantes, incluso en una ocasión se tumbó en el suelo para que los tanques y jeeps del Ejército y de la policía no entrasen en La Victoria.
Nunca perdió su afán combativo, ni cuando su compañero, el párroco André Jarlan, fue asesinado en 1984, víctima de una bala perdida de los carabineros. El régimen se afanó en culpar a los exaltados de la muerte del religioso, pero Dubois y otros testigos señalaron como responsables a las fuerzas de seguridad. “La bala fue disparada por policías y atravesó el tabique de la casa de Jarlan, que estaba leyendo la Biblia”, denunció Dubois en su momento.
Todos estos actos de rebeldía ante el terror de Estado le costaron su expulsión de Chile en septiembre de 1986. Días antes, un frustrado atentado contra Pinochet, en el que murieron cinco escoltas del dictador, sirvió de excusa al régimen para instaurar el estado de sitio en el país. Una ola represiva asoló Chile y La Victoria no se libró de ella. Dubois se opuso a la acción militar en el barrio y fue expulsado a Brasil junto con otros dos sacerdotes franceses.
La Victoria despidió a su párroco con lágrimas, protestas en las calles y una gran misa celebrada en la calle para que pudiese acudir todo el barrio. Una ceremonia que terminó cuando los soldados y la policía irrumpieron en las calles. Desde su forzoso exilio, Dubois pidió calma a la población y que no siguiese por el camino de la lucha armada. El sacerdote francés pudo regresar a Chile en 1990, cuando Pinochet ya no estaba en el poder. Allí permaneció hasta que el párkinson lo derrotó.
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