El fiscal pide un “castigo mitigado” contra el exjefe de policía de Bo Xilai
Wang Lijun desencadenó la crisis política más grave del país desde Tiananmen al refugiarse en un consulado de EE UU
El juicio contra Wang Lijun, exjefe de Policía de Chongqing (centro de China) y antiguo número dos del dirigente caído en desgracia Bo Xilai, concluyó hoy con la sugerencia de la fiscalía de que reciba un "castigo mitigado" por los cargos que se le imputan, que el acusado no ha refutado. La fiscalía, citada por la agencia oficial Xinhua, consideró que aunque Wang es "responsable" de varios delitos, desde deserción hasta abuso de poder, deben considerarse circunstancias atenuantes, como haber cooperado con la Justicia en la investigación del caso.
Un funcionario del tribunal informó al concluir el juicio hoy, con una vista pública que Wang no negó los cargos de los que se le acusa. Ayer, Wang fue juzgado por deserción y manipulación de la ley en una sesión que se desarrolló a puerta cerrada porque se abordaron secretos de Estado, según su abogada, Wang Yuncai.
Los capítulos sobre el mayor escándalo político que ha sacudido China desde las manifestaciones de la plaza Tiananmen en Pekín en 1989 van cayendo uno tras otro. Wang Lijun se refugió en febrero en el consulado de Estados Unidos en Chengdu (capital de la provincia de Sichuan), días después de ser destituido como responsable policial de la municipalidad de Chongqing, donde Bo Xilai era entonces secretario del Partido Comunista Chino (PCCh). La decisión del policía, que aparentemente huía de Bo, desencadenó una crisis política, que ha puesto de manifiesto las luchas de poder existentes dentro del PCCh, en vísperas del relevo generacional de los máximos líderes del país en el congreso quinquenal del PCCh, previsto para octubre o noviembre.
El incidente condujo a la expulsión en marzo de Bo de su cargo como máximo responsable de Chongqing y a su suspensión, el mes siguiente, como miembro del Politburó del PCCh, órgano integrado por 25 personas, coincidiendo con la acusación a su esposa, Gu Kailai, de ser la máxima responsable del asesinato de un ciudadano británico, Neil Heywood, en noviembre del año pasado.
Wang fue el brazo ejecutor de la campaña lanzada por Bo Xilai en Chongqing para luchar contra la corrupción y la mafia local con la esperanza de que le ayudara en su ascenso hacia la cúpula del partido. Hasta su defenestración, el ambicioso y carismático político era visto como un claro candidato a entrar en el Comité Permanente del Politburó que saldrá del congreso. El máximo órgano de decisión del país está integrado actualmente por nueve miembros.
La operación contra el crimen organizado condujo a la detención de miles de personas y la ejecución de 13 –entre ellas, el máximo responsable judicial de la ciudad-, y le otorgó a Bo Xilai mucha popularidad entre los habitantes de Chongqing. Pero fue muy criticada en algunos círculos por su amplio uso de la tortura y los abusos de los derechos humanos.
Las relaciones entre Bo y Wang se agriaron, sin embargo, después de que, según algunas informaciones, el policía dijera a su jefe que su esposa estaba implicada en el asesinato de Heywood. Según algunas informaciones, mientras estaba en el consulado Wang aseguró a los diplomáticos estadounidenses que creía que Gu Kailai estaba detrás de la muerte del hombre de negocios británico por una disputa económica, y los americanos trasladaron esta información a la embajada del Reino Unido. Wang solo accedió a abandonar la legación americana para entregarse a un representante del Gobierno central enviado desde Pekín. Gu fue condenada a muerte a finales de agosto por el asesinato de Heywood, con suspensión de sentencia, lo que en la práctica equivale a cadena perpetua.
Los analistas consideran que el resultado del juicio de Wang Lijun será fijado de acuerdo con un arreglo para limitar el impacto sobre Bo Xilai, el verdadero protagonista de este serial más propio de una película policíaca. El líder caído no ha sido visto en público desde marzo y se cree que está bajo arresto domiciliario. Wang Lijun podría ser condenado a cadena perpetua por deserción, mientras que las acusaciones de soborno pueden ser castigadas con la pena capital.
Pero la clave del embrollo político sigue siendo qué papel jugó Bo Xilai en el asesinato del británico y la supuesta fuga de capitales en la que estaba implicada su mujer. La agencia oficial Xinhua aseguró en abril que el dirigente chino había cometido “graves violaciones de disciplina”, pero no ha sido acusado públicamente de ningún crimen hasta ahora.
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