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El incendio de la mayor refinería de Venezuela revela la crisis del sector

Un accidente en la planta de Amuay deja 39 muertos y decenas de heridos

El incendio causado por la fuga de gas en la refinería de Amuay.
El incendio causado por la fuga de gas en la refinería de Amuay.Daniela Primera (AP)

El estallido se sintió como si fuera el de una bomba en una guerra. A la 1.15 de la madrugada del sábado (seis horas y media más en la Península), una fuga de gas en el patio de tanques de la mayor refinería de Venezuela acabó en una explosión que mató al menos a 39 personas e hirió a varias decenas. El accidente ocurrió en la planta de Amuay, propiedad de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), integrada en el Centro Refinador de Paraguaná, con capacidad para procesar más de 600.000 barriles de petróleo al día.

La onda expansiva redujo a escombros los edificios que rodean la planta: el Destacamento 44 de la Guardia Nacional, donde murieron más de una decena de soldados, y los comercios y casas de la barriada popular Alí Primera y otras urbanizaciones.

EL PAÍS

El fuego continuó ardiendo durante la mañana de ayer, pero las autoridades descartaron nuevas explosiones. “Tenemos el incendio controlado, aunque hay algunos residuos de hidrocarburos contenidos en los tanques que debemos esperar que se terminen de consumir”, dijo el ministro de Energía y Petróleo de Venezuela y a su vez presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, a través de la estatal Venezolana de Televisión. “Desde el mismo momento en que se detectó la nube de gas, operadores de guardia tomaron precauciones y se dio la voz de alerta en el área circundante, pero estos hechos sucedieron muy rápido, la explosión se produjo casi de inmediato”, explicó el ministro.

Este es el accidente más grave ocurrido en la industria petrolera venezolana en la última década, pero no el primero. Solo durante el primer semestre de 2012 se reportaron 19 incidentes en las áreas de operaciones de PDVSA: explosiones, incendios, derrames de petróleo, fallos en las operaciones de refinerías, pozos y unidades de almacenamiento. En esos seis meses, murieron dos trabajadores y más de una decena sufrieron heridas. Siete de estos accidentes ocurrieron en el Estado de Falcón, donde está ubicada la refinería de Amuay; en mayo, por ejemplo, estalló el horno I de la planta catalítica del Centro de Refinación de Paraguaná, hoy en emergencia.

“Aquí la inversión en industria no existe, nosotros venimos denunciando eso desde hace tres años”, se quejó ayer el presidente de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela, Iván Freites, consultado por medios locales. De acuerdo con la versión de los sindicatos, este tipo de incidentes son consecuencia de la falta de mantenimiento en la industria petrolera. Según Freites, los sindicatos han denunciado sin éxito el deterioro de las infraestructuras. “Deducíamos que iba a pasar una tragedia, lo que rogábamos era que no fuera de una magnitud como la que vimos hoy [por ayer] en la madrugada”, dijo el sindicalista.

El mal estado de las refinerías también ha traído como consecuencia la caída de la producción de gasolina y otros derivados en la industria petrolera venezolana. Durante el último año, PDVSA ha comprado entre 80.000 y 120.000 barriles de gasolina diarios en Estados Unidos, a precios internacionales, para abastecer el mercado interno de combustibles subsidiado, que consume unos 600.000 barriles de promedio. PDVSA cifra la producción petrolera de Venezuela en tres millones de barriles diarios; la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) calcula que son 2,4 millones de barriles diarios.

Las exportaciones petroleras financian el 60% del presupuesto de Venezuela y entre los años 2003 y 2008, el crudo venezolano llegó a cotizarse en más de 120 dólares el barril, y hoy se está en 104,38 dólares. Pero a pesar de esos ingresos millonarios de estos años y de que cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, Venezuela atraviesa problemas energéticos.

En febrero de 2010, el presidente, Hugo Chávez, decretó la “emergencia eléctrica” y el comienzo de un plan de racionamiento; y aunque el Gobierno ha dado por superada la crisis, las interrupciones diarias del servicio siguen siendo comunes en el interior del país. Otros servicios, como la red de carreteras, los hospitales públicos y el sistema de agua potable también se encuentran en crisis.

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