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GUENNADI GUDKOV | EX CORONEL DEL KGB Y LÍDER OPOSITOR

"El KGB era más moderado. Ahora, todo vale para reprimir la oposición"

El diputado de Rusia Justa alerta: “Por el camino actual vamos hacia una gran crisis política que puede llevar a enfrentamientos”

Pilar Bonet
Guennadi Gudkov, durante un mitin de la oposición, el pasado febrero.
Guennadi Gudkov, durante un mitin de la oposición, el pasado febrero.Anatoli Morkovkin

Guennadi Gudkov, uno de los líderes de la oposición al Kremlin y diputado del partido Rusia Justa (socialdemócrata), cree ser víctima de una “venganza” de las autoridades rusas, que le castigan por su “actividad cívica y política” y “por participar en los mítines y apoyar el movimiento de protesta”. Coronel del KGB en época soviética, Gudkov acaba de vender por un precio simbólico el grupo de empresas de seguridad (Oskord) que fundó en 1992. Tras los mítines que acompañaron el retorno de Vladímir Putin a la presidencia en mayo, las licencias de Oskord han sido anuladas, sus armas (pistolas y rifles de caza) requisadas y sus miles de empleados se han quedado en la calle. Gudkov es espiado y sus conversaciones privadas, filtradas a la prensa; en la televisión controlada por el Estado un delincuente búlgaro le acusa de lavado de dinero y la Duma Estatal (parlamento), dominada por Rusia Unida, da pasos para despojarlo de su escaño. “Son episodios de una campaña de presión e intimidación que tiene un origen único, la administración del Kremlin”, dice Gudkov en una entrevista con EL PAIS.

“Mi caso se inscribe en una política para reprimir a la oposición, en la que valen todos los métodos. Lo que me sucede a mí, les sucede a centenares y centenares de personas”, afirma. “Oskord era la mejor compañía de seguridad, tenía 4.000 empleados y un volumen de negocios de 40 millones de dólares al año”, explica el diputado, en la sede central del grupo, poco antes de anunciar su venta, Desde que Gudkov llegó a la Duma en 2001, su esposa controlaba la compañía. Una decena de agentes de Oskord respondían de la seguridad en la tribuna de los mítines de protesta contra el Kremlin.

Los métodos de intimidación denunciados por Gudkov evocan los que el KGB empleó contra los disidentes en la URSS. Pero el diputado sostiene que aquella institución a la que tuvo “el honor de pertenecer” era más “precisa, moderada y profunda” que los servicios de seguridad rusos. “El KGB era una organización de élite, una gran institución de seguridad coordinada internamente” pero se ha producido una “degradación de la calidad profesional y una fragmentación del sistema en múltiples servicios”. Métodos como el kompromat (publicación de materiales comprometedores) y el sliv (filtraciones malintencionadas) estaban sometidos a un “régimen de no proliferación” y “se permitían sólo en relación a enemigos declarados y activos del Estado Soviético”. “Eran medidas raras que exigían el permiso de un dirigente de alto nivel. Para practicar escuchas o filmaciones clandestinas había que pedir permiso a un departamento centralizado que tenía un severo sistema de control. Al desintegrarse el KGB, el genio salió de la botella y se convirtió en un arma muy eficaz y amenazadora en la lucha política y económica y los métodos de los servicios de seguridad se utilizan de forma rutinaria para las luchas económicas y funcionariales entre los distintos departamentos oficiales, y no para velar por la seguridad del Estado ni para luchar contra el enemigo”.

Gudkov dice haber hecho caso omiso de altos cargos de la administración que “más de una vez, con consejos, con bromas o con conversaciones serias” le advirtieron que renunciara al movimiento de protestas o se preparara para ser despojado de sus negocios, expulsado del parlamento, procesado y tal vez enviado a la cárcel. La última vez que le avisaron, dice, “fue a principios de junio”.

Gudkov eligió continuar luchando por la democratización del sistema en la calle, que según él, es la “único mecanismo de discusión” con las autoridades. Y no por testarudez, sino porque “por el camino actual vamos hacia una gran crisis política que puede llevar a enfrentamientos”. En el mitin del seis de mayo en Moscú, en el que hubo centenares de detenidos y decenas de heridos, “vimos los primeros síntomas de esos enfrentamientos”.

El diputado acaba de llegar de una reunión auspiciada por el ex ministro de Finanzas, Alexéi Kudrin. “En Rusia, la oposición está formando un comité de coordinación. Y yo soy de los que cree que hay que incorporarse a él y evitar que la situación se radicalice”, dice. En el mitin del 12 de junio, Gudkov no firmó un manifiesto que pide el cese de Putin. “Se puede querer o no querer a Putin, pero él es hoy el poder real. Si damos prioridad a la reforma política frente al relevo personal, no se le puede decir a Putin que se vaya y al mismo tiempo que nos pongamos de acuerdo mientras se va”. Gudkov aboga por la “oposición constructiva” y cree que “por el momento no se han agotado todas las posibilidades de diálogo, aunque esto no puede continuar eternamente”.

Las autoridades son “miopes” y “se están privando de una vejez tranquila al luchar contra líderes jóvenes que van a sobrevivirles”, como Serguéi Udaltsov, Alexéi Navalni, Iliá Yashin, Yevguenia Chírikova, Iliá Ponomariov o su propio hijo, el también diputado, Dmitri Gudkov. En la oposición hay un ala más radical y otra más moderada, y “no es fácil coordinarlos”. “Hay contradicciones en la élite gobernante y las hay en la oposición, pero por el momento conseguimos actuar de forma unida”.

“Las posibilidades de un enfrentamiento son tanto más elevadas, cuanto más se aferren las autoridades a su línea dura” y “mayores que en época soviética, afirma. “La URSS se salvó de una guerra civil total por que no había contradicciones irresolubles en el terreno ideológico, social o religioso, aunque sí había problemas nacionales no resueltos, y allí donde los había prendió la mecha y se produjeron conflictos y guerras locales”. “Ahora hay contradicciones sociales, nacionales, regionales y religiosas y una polarización de la sociedad. Hay mucho odio y la situación es mucho más peligrosa”, dice. En el Kremlin, se han “encapsulado” y han “perdido el sentido de la realidad”. En el parlamento, el ambiente humano se ha enrarecido. Recientemente, en un gesto sin precedentes, el comité de ética de la Duma convocó una reunión para juzgar a los diputados que asisten a los mítines de protesta (Gudkov, su hijo Dmitri e Iliá Ponomariov, todos ellos de Rusia Justa), sin ni siquiera invitarlos al proceso inquisitorial contra ellos.

“Antes, las discusiones en el parlamento acababan en el bar. Ahora, la gente intenta no darse la mano. Hay una decena de personas en la Duma que yo intento no ver ni saludar. Gente que desprecio. Eso no ocurría antes, y eso que yo soy uno de los diputados más pacíficos y más sociales”, dice. Con todo, se define como optimista, en parte porque “la situación no puede durar mucho” y en parte por la “dependencia de la élite”. “Nuestra élite es absolutamente dependiente de EE UU y de Europa, porque mandan aquí, pero quieren vivir allí y aprovechar todos los frutos de la democracia occidental. La élite rusa es totalmente vulnerable, y lo que más la asusta es la aparición de listas como la de Magnitski (lista de personas implicadas en la muerte en prisión del abogado Serguéi Magnitski, a las que se quiere prohibir la entrada en EE UU). Nuestros burócratas dirigentes no quieren ni pueden vivir en Rusia donde tienen una enorme cantidad de enemigos que ellos mismos han generado, por eso no existe castigo más terrible que prohibirles ir a Occidente. Putin puede perder el apoyo de los miembros de su entorno, si a estos no les dejan salir a Europa a causa de su testarudez”.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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