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Hollande reclama “soluciones rápidas” que den oxígeno a los países del sur

Merkel se centra en el plan de crecimiento obviando los remedios a la crisis a corto plazo

El dilema al que se enfrentaba Angela Merkel se puede sintetizar con dos encuestas: las que muestran por un lado que la mayoría de su población apuesta por una ruptura de la zona euro por su flanco sur y la que ayer encargó el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung para dilucidar si los alemanes son los ciudadanos más odiados de Europa. A la espera de las conclusiones de la cumbre que comenzó ayer, la canciller oscilaba entre la posibilidad de ser un poco menos queridos en el continente o la de obligar a sus votantes a jugarse el dinero para apoyar a sus socios europeos.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, calentó la cumbre con una entrevista al Wall Street Journal que parecía abrir la puerta a algo que hasta ahora había sido su línea roja: la creación de eurobonos para aliviar la presión sobre la deuda de los países del sur. “Alemania está dispuesta a ir todo lo lejos que sea necesario para lograr un acuerdo. Tenemos que estar seguros de que la política fiscal común es irreversible y está bien coordinada. No habrá bonos conjuntos garantizados sin ello”, decía Schäuble. Pero su portavoz quitaba importancia a estas palabras. “Nada ha cambiado en nuestro discurso. Siempre hemos mantenido que al final del proceso hacia la unión fiscal estable se podrán discutir instrumentos de mutualización de deuda. Pero solo entonces”, señalan en el Ministerio de Finanzas alemán.

Nada más llegar a Bruselas, la jefa de Schäuble se encargó de enfriar las expectativas. Angela Merkel obvió en sus primeras declaraciones el asunto que más importa a los países del sur –medidas que solucionen sus problemas para financiarse a cortísimo plazo- y se centró en algo que ya se da por descontado, el plan de estímulo para fomentar el crecimiento.

"Hablaremos del pacto de crecimiento y empleo. Hemos trabajado en un buen programa en inversiones de futuro y en inversiones para dar más oportunidades en el empleo a los jóvenes. Solo así podremos convencer a los europeos”, dijo la canciller, que se refería al plan de 120.000 millones (cifra que supone el 1% del PIB de la UE) que se apalabró en la reunión que la semana pasada tuvieron en Roma los líderes de Alemania, Francia, Italia y España.

Merkel dejó claro no obstante que el apoyo al crecimiento y la creación de empleo es una de las dos caras de una misma moneda en la que también figura el pacto fiscal. “Por un lado necesitamos finanzas sólidas y por otro, crecimiento. Europa tiene de media un 20% de jóvenes sin trabajo, una cifra demasiado alta", zanjó la alemana.

El plan de fomento al empleo, que supone una inyección equivalente al 1% del PIB europeo, puede ser importante, pero está muy lejos de las expectativas de líderes como el presidente francés, François Hollande, que reclamó desde Bruselas “soluciones muy rápidas a los socios”. Sonriente y relajado, Hollande, que fue de los primeros en llegar a la cumbre, declaró a los periodistas trataba de de aliviar la presión de los mercados “sobre los países en dificultades que han hecho”, dijo, “esfuerzos considerables para enderezar sus cuentas públicas”.

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Erigido en defensor a ultranza del llamado Club Med (Italia, España y Grecia), el socialista viajó desde París (en tren para dar ejemplo de austeridad) tras cenar con Merkel en el Elíseo la noche anterior, una reunión de la que no trascendió nada, en lo que pareció un signo de que los desacuerdos entre ambos persistían al comienzo de la cumbre. Curiosamente, lo único que dijo el Elíseo es que Hollande había recibido la noche anterior una llamada telefónica del presidente de EE UU, Barack Obama, y que ambos hablaron de las negociaciones para la cumbre, aunque no aclaró si la canciller alemana estaba presente o no.

Trasladando así la presión de Washington a Bruselas, Hollande afirmó que Berlín y París habían “progresado sobre los medios necesarios para acabar con la crisis del euro”, aunque reconoció que aún no había acuerdo sobre la manera de asegurar la “estabilidad financiera”, y reiteró una vez más su línea: Francia aceptará avanzar hacia una mayor integración pero solo a cambio de que haya “más solidaridad en cada etapa del proceso”.

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