Inútil renovación del exilio
La oposición interna ha ido ganando fuerza y no precisa de apoyo exterior
Es un total desconocido y carece de experiencia política. Aun así Abdel Basset Sayda, de 56 años, fue elegido hoy por consenso, en Estambul, a la presidencia del Consejo Nacional Sirio (CNS), el órgano que reagrupa al grueso de la oposición al régimen de Bachar el Asad.
El CNS pone así fin, al menos provisionalmente, a los disputas que provocaba Burhan Ghalioun, de 67 años, el que fue su presidente desde su creación, en el otoño de 2011 en Estambul. A este académico exiliado en París, que dimitió de su cargo en el CNS a finales de mayo, le reprochaban su supuesto sometimiento a los Hermano Musulmanes y su falta de colaboración con el Ejército Sirio Libre y los comités que coordinan la lucha sobre el terreno.
Durante el mandato de Ghalioun varios grupos o grupúsculos rehusaron incorporarse al CNS o se salieron de él como el Consejo Nacional Kurdo, una facción representativa de esa minoría (9% de los 23 millones de sirios), que lo abandonó en marzo, durante una anterior reunión en Estambul. Su principal éxito fue lograr el reconocimiento de la comunidad internacional como principal interlocutor.
Basset Sayda no ha sido elegido por ser kurdo “sino porque cae bien a todo el mundo, es un independiente y no tiene a nadie detrás, ni siquiera a los kurdos”, asegura el exiliado sirio Yassin el Hussein, que anima el blog El Cofre Damasquino, en lengua española.
El nuevo presidente nació en Amuda, una ciudad de la zona kurda de Siria, pero fue educado en árabe. Es profesor, como su predecesor, pero no de sociología sino de civilizaciones antiguas. Vive exiliado en Suecia desde hace muchos años. Desde hace siete meses se ocupaba en el CNS de derechos humanos.
Aun así su nombramiento al frente del CNS puede dar la impresión de que los islamistas moderados han perdido peso en la institución y facilitar el regreso al Consejo de algunas ovejas descarriadas de la oposición, empezando por los kurdos. No en balde Basset Sayda insistió, en su primera rueda de prensa, en que quería ampliar la base del CNS y prometió tener más en cuenta a la resistencia interior.
La elección de Basset Sayda puede también espolear “algo la lucha en las áreas kurdas de Siria como El Qamishli o la propia Amuda donde hasta ahora la rebelión ha tenido un carácter más árabe”, vaticina Ignacio Gutiérrez de Terán, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. Los kurdos han sido, sin embargo, la comunidad más reprimida por la dictadura que ni siquiera les reconocía como ciudadanos sirios.
La renovación de cargos al frente de una oposición en el exilio desunida tiene, cuando hace quince meses que parte del pueblo sirio se sublevó, escasa importancia. La oposición interna, es decir los comités locales y el Ejército Sirio Libre, han ido ganando en fuerza y autonomía y necesitan cada día menos a un CNS que siempre fue a rastras de sus reivindicaciones. El Ejército Sirio Libre proyecta ahora dotarse de una estructura política propia.
El futuro de Siria pasa cada vez más por los planteamientos que hagan los que luchan sobre el terreno con los que algunas potencias occidentales y árabes han empezado a tratar discreta pero directamente.
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