Partidarios y detractores del rescate empatan en los sondeos en Grecia

El apagón demoscópico que la ley griega prescribe para las dos semanas previas a la jornada de votación añade un nuevo elemento de duda a la incertidumbre que Grecia arrastra desde las elecciones inconclusas del pasado 6 de mayo. Cuando solo faltan 15 días para que los griegos vuelvan a las urnas por segunda vez en seis semanas, el pronóstico sobre el desenlace del 17 de junio es confuso: con una campaña centrada en el euro y sus servidumbres, la única conclusión de los sondeos de intención de voto es un empate virtual entre los conservadores de Nueva Democracia y la izquierdista Syriza, es decir, entre los partidarios de las medidas de austeridad a cambio de los rescates y quienes, como apuntó este viernes Alexis Tsipras al presentar el programa económico de Syriza, defienden anular las imposiciones de la troika. Ninguno de los sondeos arroja mayorías claras, y todos ellos, una horquilla de apoyos fluctuante que, de concretarse, puede complicar aún más que en mayo la formación de un Gobierno.

Las encuestas se han contradicho flagrantemente esta semana, mientras la Bolsa de Atenas acumulaba caídas y un solo día de ganancias, el lunes, con una subida del 6,9% de su índice general tras la divulgación de seis sondeos que daban como ganadora a ND. El resto ha sido una carrera desenfrenada por ajustar el pronóstico, mientras la campaña hace días que se convirtió en un cuerpo a cuerpo entre Nueva Democracia y Syriza.

Igual que el miércoles, cuando varios sondeos se llevaron la contraria entre sí, nuevas encuestas hechas públicas este viernes, último día hábil, dan la victoria a ND y a Syriza. Las muestras de Rass y Kapa otorgan al partido de Andonis Samarás una ventaja de 2,3 y 2,5 puntos sobre Syriza; sin embargo, la encuesta de Public Issue para el diario conservador Kathimerini coloca en cabeza a Syriza con el 31,5% de los votos, seis puntos por delante de los conservadores (26,5%). La penúltima muestra de Public Issue para Kathimerini, el 24 de mayo, daba cuatro puntos de ventaja a Syriza, el partido que registra la mayor progresión desde hace una semana.

La horquilla de porcentajes también se ha ampliado, aunque ningún partido rozaría el 38% de los sufragios técnicamente necesario —el resto lo pone el bono de 50 escaños que recibe el partido ganador— para formar Gobierno en solitario.

A la hora de pergeñar una coalición cuenta con más bazas la derecha que la izquierda: ND, que ha absorbido a un pequeño partido y facciones de otros, podría llegar más fácilmente a un acuerdo con los socialistas (terceros en intención de voto), partidarios también de los rescates y el acuerdo suscrito con la troika, que Syriza con otras formaciones de la izquierda. La incógnita reside en la moderada Izquierda Democrática (19 diputados en mayo), que podría inclinarse a un lado u otro.

Con nuevos datos negativos sobre la mesa —Grecia ostenta el récord de paro juvenil y femenino en la eurozona—, Syriza presentó este viernes su programa económico. Alexis Tsipras anunció “la anulación” del memorándum que impone al país un rosario de medidas de austeridad a cambio de la ayuda. “El memorándum o se aplica o se anula, y nosotros lo anularemos”, dijo en Atenas, en una sala atestada de ciudadanos y medios de comunicación griegos y extranjeros. Como alternativa a una hoja de ruta del rigor, Syriza propone “un saneamiento presupuestario socialmente justo y la participación igualitaria de Grecia en la eurozona”.

Tsipras, a quien sus detractores acusan de comportarse como primer ministro in péctore desde el éxito electoral del 6 de mayo (segundo partido, 52 diputados, cuatro veces más votos que en 2009), adelantó su deseo de “renegociar” un acuerdo con la UE y el FMI para mantener la asistencia financiera a Grecia. Andonis Samarás había formulado la víspera un discurso menos riguroso que en mayo: el programa de ND propone menos recortes e impuestos, y más ayudas sociales, aunque insiste en la política de privatizaciones. Si gana, renegociará con Bruselas un plazo extra de dos años para aplicar los últimos recortes exigidos por la troika, en febrero.