Jean-Marc Ayrault, designado nuevo primer ministro de Francia
El alcalde de Nantes, de 62 años, es un hombre de consenso con contactos en Berlín
Partía como favorito y finalmente se ha impuesto a la secretaria general socialista, Martine Aubry, considerada demasiado radical, como nuevo primer ministro francés. Cercano al presidente François Hollande desde hace 15 años, Jean-Marc Ayrault, de 62 años, alcalde de Nantes y jefe de filas de los socialistas en la Asamblea Nacional, anunciará mañana la composición del Gobierno socialista. Discreto, distante para algunos y tímido para otros, conoce a la perfección el engranaje parlamentario. Sin embargo, al igual que Hollande, carece de experiencia gubernamental. Procedente del ala izquierdista del partido y reconvertido a la socialdemocracia más moderada, encarna la unidad anunciada por el nuevo mandatario. Antiguo profesor de alemán y gran conocedor del país germano, tiene en su contra arrastrar una vieja condena por favoritismo, ahora prescrita.
Nieto de agricultores e hijo de obreros, Ayrault fue profesor universitario de alemán antes de dedicarse de lleno a la política y mantiene valiosos contactos en Berlín, un aspecto que toma especial relevancia cuando Hollande se dispone a buscar un terreno de acuerdo con la canciller Angela Merkel sobre el pacto presupuestario europeo. Como presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional desde 1997, Ayrault ha cultivado también una imagen de consenso y sus relaciones con los diputados le serán especialmente útiles a la hora de aprobar en el Parlamento las primeras medidas de su Gobierno, entre ellas la reforma fiscal que Hollande quiere aprobar en julio en sesión extraordinaria. Se trata de un “opositor tenaz y republicano”, en palabras del conservador François Fillon, con el que mantiene buena relación y que debe entregarle las llaves de Matignon.
Ayrault, nacido en Maulévrier (Maine-et-Loire, al oeste del país) el 25 de enero de 1950, padre de dos hijas con su esposa Brigitte, inicia muy joven su militancia en el seno del Movimiento Rural de la Juventud Cristiana antes de ingresar en el Partido Socialista en 1972, donde conoce a su primer mentor, el marxista Jean Poperen. Entabla entonces un recorrido político en la que nunca ha perdido una elección: alcalde de la pequeña localidad de Saint-Herblain a los 27 años, diputado a los 36, llega a la municipalidad de Nantes a los 39, en 1989, puesto que ha ocupado en los últimos 23 años, reelegido siempre en la primera vuelta con más del 55% de los votos. A los 47 se impone a la cabeza del grupo parlamentario. “Encarna la izquierda del Oeste, una síntesis de socialdemocracia sobre un fondo católico”, relata el ecologista François de Rugy, que fue uno de sus adjuntos en el ayuntamiento durante años, al Journal du Dimanche.
Sus adversarios le critican por su frialdad sectarismo. Sus íntimos valoran su espíritu de unidad
Una gestión polémica
Su gestión al frente de la alcaldía se ve enturbiada por una condena en 1997 a seis meses de cárcel sin cumplimiento de pena y a 30.000 francos, unos 4.600 euros, de multa por favoritismo, un escándalo que posiblemente le costó ya en 1997 la entrada en el gobierno socialista de Lionel Jospin. Entonces la alcaldía entregó la edición del diario municipal a un empresario cercano al partido sin realizar ninguna oferta pública. El caso ha vuelto a salir a la luz en los últimas días, debido a la promesa de Hollande de no incorporar a ningún político “juzgado y condenado” en su Gobierno.
“Es un caso que no me afectaba intuiti personae, pero asumí como alcalde (…) Soy un hombre honesto y seguiré siendo un hombre honesto”, ha tenido que reaccionar el interesado en su perfil de Facebook. “Se trataba de una pena por principio”, explica por su parte al diario Le Monde Pascal Bolo, adjunto de finanzas del ayuntamiento de Nantes. “Incluso la derecha de Nantes jamás ha utilizado este caso en ninguna elección”.
Otro proyecto controvertido que le ha valida duras críticas, en particular por parte de los verdes, es la promoción de la construcción del aeropuerto internacional de Notre-Dame-des-Landes para remplazar al de Nantes, que se situará a poca distancia de la ciudad. El proyecto ha sido tildado de “uno de los más aberrantes de Francia” por su ex adjunto municipal verde, el senador Ronan Dantec, al Journal du Dimanche.
Sus adversarios le critican por su frialdad, su falta de carisma e incluso su sectarismo, mientras que otros loan su republicanismo y su espíritu de unidad. Su círculo más íntimo retrata por su parte a un hombre tímido, púdico, trabajador y poco mundano. Es en cualquier caso un fiel de Hollande desde hace más de un década, sin llegar a ser íntimo, al que apoyó ya en las primarias socialistas del otoño pasado y con el que tenía la costumbre de almorzar cada martes durante 10 años.
En él recae ahora la tarea de anunciar mañana, cuando desvele la composición del Gobierno, la suerte de los que fueron sus competidores para el puesto de primer ministro: Martine Aubry, cuya entrada en el Ejecutivo no está asegurada y que dejará la secretaría general de partido, Manuel Valls, que suena como titular de Interior, Pierre Moscovici, que podría asumir la cartera de Exteriores, y Michel Sapin, candidato al ministerio de Economía.
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