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La justicia iraní condena la caricatura de un diputado con 25 latigazos

El dibujante le 'vistió' de futbolista para denunciar la interferencia de la política en el deporte

Ángeles Espinosa
La caricatura que muestra a Ahmad Lotfí Ashtianí.
La caricatura que muestra a Ahmad Lotfí Ashtianí.

El dibujo hubiera pasado desapercibido en cualquier otro país del mundo: Un diputado vestido de futbolista para denunciar la interferencia de la política en el deporte. Pero en Irán, donde la tolerancia a la crítica de las autoridades se reduce día a día, el aludido, Ahmad Lotfí Ashtianí, consideró insultante la caricatura y denunció a su autor, Mahmud Shokraye. Más sorprendente aún, la justicia admitió el caso y ha condenado al dibujante a 25 latigazos.

El desproporcionado castigo, sin precedentes ni siquiera en Irán, ha sido interpretado por los dibujantes dentro y fuera del país como una advertencia a la profesión. Los activistas se han movilizado tanto en Twitter como en Facebook para denunciar el atropello contra la libertad de expresión. “Excesivo”, ha sentenciado Scottish Cartoon, una asociación de caricaturistas escoceses (Scot.Cart.Art Studio ‏ @ScottishCartoon). La misma opinión comparten los profesionales iraníes.

“Este veredicto es una amenaza directa a todos y cada uno de los caricaturistas que trabajan dentro de Irán. A partir de ahora, si esta sentencia no se anula, cualquier funcionario podrá demandar a los dibujantes por plasmarles en una viñeta”, ha declarado Nikahang Kowsar a The Guardian.

Kowsar es un destacado dibujante iraní que se exilió en Canadá después de que su caricatura de un destacado clérigo como un cocodrilo le llevara a pasar seis días en la cárcel en febrero del año 2000. Todavía estaba en el Gobierno el reformista Mohamed Jatamí, pero los conservadores ya controlaban los poderes legislativo y judicial. Con la llegada a la presidencia del ultra Mahmud Ahmadineyad en 2005, la libertad de expresión ha caído en picado. La actual sentencia contra Shokraye parece extender a todos los cargos públicos la prohibición de caricaturizar a los clérigos.

En otro ejemplo de los estrechos límites a la libertad de expresión en Irán, el ayatolá Safi Golpayeganí, ha emitido un fetua en la que condena a muerte por apóstata al rapero Shahin Najafi. Al parecer el clérigo de Qom ha considerado blasfema su canción “Ay Naghi”, por interpretar que se refiere al décimo imam chií. Najafi, que desde 2005 vive en Alemania, se ha disculpado en una entrevista con la BBC Persa, pero algunos medios ya se refieren a él como “el Salman Rushdie de la música”.

Sin embargo, el intento fiscalizador de las autoridades iraníes puede volverse contra ellas. La viñeta de Shokraye apareció en Nameye Amir, un periódico local de Arak, la capital de la provincia de Markazi, por la que Ashtianí es diputado. Ahora, decenas de caricaturistas en todo el mundo están convocados a través de las redes sociales a realizar viñetas con la imagen del poco tolerante parlamentario.

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Como sus colegas periodistas, también muchos dibujantes se han visto obligados a dejar la profesión o incluso el país para evitar la cárcel. A los que siguen trabajando no les queda otra salida que la autocensura. O arriesgarse al látigo.

Con motivo del reciente Día Mundial de la Libertad de Prensa, dos de las más prestigiosa organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión, Reporteros Sin Fronteras el Comité para la Protección de los Periodistas, denunciaron la penosa situación de Irán. No solo ocupa el cuarto puesto mundial de los países con mayor censura, sino que es el que tiene el mayor número de informadores y blogueros encarcelados, por encima del medio centenar.

Entre las últimas en entrar en prisión, destaca el caso de la joven periodista Narges Mohammadí, que también era portavoz del Centro de Defensa de los Derechos Humanos que dirigía la Nobel Shirín Ebadi. Mohammadí ha sido condenada a seis años por “reunión y conspiración contra la República Islámica” y “propaganda antigubernamental”. Pero como demuestra el caso del veterano Issa Saharkhiz, nada garantiza que uno saldrá de la cárcel al cumplir la condena. El editor de la revista Aftab fue detenido en julio de 2009 y condenado a tres años por “publicidad contra el régimen”, pero el año pasado le añadieron otros dos por actividades previas a su detención.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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