El caso Chen abre una crisis entre EE UU y China
Obama afirma que su Gobierno abordará el tema de los derechos humanos en la cumbre bilateral
La suerte de Chen Guangcheng, el famoso disidente ciego que ha buscado refugio en la embajada de Estados Unidos en China, puede empañar la importante cumbre anual que ambos países celebran esta semana y amenaza con abrir una crisis en sus relaciones bilaterales. Como prueba de lo delicado de la situación, Barack Obama se ha negado hoy a comentar el asunto de Chen, aunque ha recordado que “cada vez que EE UU habla con China surge el tema de los derechos humanos”.
Obama ni siquiera ha querido confirmar la presencia de Chen en la sede diplomática norteamericana en Pekín, a la que, según fuentes de la disidencia china, llegó la semana pasada tras burlar el arresto domiciliario al que estaba sometido después de haber cumplido cuatro años de prisión por oponerse a la política oficial de abortos obligados. En estos momentos no se sabe exactamente si Chen está en la embajada o ha sido trasladado a otro edificio con protección diplomática. Ningún funcionario estadounidense ha dicho hasta ahora una sola palabra sobre este incidente.
En una rueda de prensa con el primer ministro de Japón, Yoshihiko Noda, el presidente norteamericano ha intentado hoy reducir la tensión con China recordando que su Administración no trata de contener el ascenso de ese país, sino cooperar para que cumpla con las reglas internacionales y asuma el papel que le corresponde como gran potencia. El caso de Chen, sin embargo, se presenta actualmente como un obstáculo muy serio para la cooperación bilateral.
Si no se produce un acuerdo por sorpresa en las próximas horas, este asunto estará en el primer plano cuando la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el secretario del Tesoro, Tim Geithner, lleguen el jueves a Pekín para tratar con el Gobierno chino asuntos económicos y de seguridad en lo que hoy se considera la conferencia anual más decisiva del mundo. Según informó The New York Times, la Administración envió este domingo a un emisario especial, el diplomático Kurt Campbell para tratar directamente la situación de Chen, pero no existen muchas esperanzas de solución inmediata.
Los seguidores de Chen temen que si se queda en China, su vida esté en peligro. EE UU no puede entregarlo a las autoridades sin un previo acuerdo con el disidente, y el Gobierno chino, que todavía no se ha pronunciado, no puede dejarle salir sin un compromiso para salvar la cara.
Esta crisis llega, además, en un momento especialmente delicado para el régimen chino, todavía tratando de reducir los efectos negativos de las denuncias contra Bo Xilai, el líder comunista apoyado por el sector conservador del partido, recientemente implicado en casos de corrupción, asesinato y espionaje. Todo ello a pocos meses del congreso en el que partido tiene que designar a nuevos líderes.
Para Obama, este conflicto tampoco es muy oportuno. Su rival republicano por la presidencia, Mitt Romney, ya ha reclamado al presidente “un papel fuerte en apoyo a los que luchan por sus derechos en China”.
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