Cambio de panorama
El debate en la Unión Europea comienza a centrarse ahora en el crecimiento
Angela Merkel invita regularmente a algunos de sus homólogos a reflexionar, cerca de Berlín, sobre los contornos y el contenido de la Europa del mañana. En Francia, por desgracia, vamos a salir de la campaña presidencial igual que entramos en ella: sin saber mucho más sobre la forma en que el presidente saliente y el probable presidente entrante piensan redefinir la ambición europea gala. Es cierto que la crisis de las deudas soberanas distorsiona la reflexión. Creíamos que se estaba alejando, pero se acerca de nuevo, como demuestra la nueva rebaja de la nota de España.
Sin embargo, el panorama ha cambiado entre el comienzo y el final de la campaña. Nicolas Sarkozy la empezó avalado por un acuerdo europeo sobre la disciplina presupuestaria destinada a devolver la confianza en la Unión Europea y la eurozona. François Hollande se distanció inmediatamente y prometió una “renegociación” en caso de victoria, pues consideraba que habría que “completar” urgentemente ese dispositivo presupuestario mediante un capítulo “crecimiento” centrado en la reactivación de la economía.
Inmediatamente saltaron las acusaciones de “irresponsabilidad”, e incluso de “mentiras” o “traición”, pero enseguida vino la recesión que hoy afecta a ocho países de la eurozona. Esta situación justifica la pertinencia del enfoque de Hollande y, progresivamente, otros europeos se han alineado con él. Tanto es así que hoy, por necesario que sea, el punto de vista estrictamente presupuestario es considerado demasiado desequilibrado y, por tanto, susceptible de ser “completado” por un capítulo crecimiento tan pronto como sea posible. Por lo demás, con las cifras de la recesión, han vuelto las tensiones en los mercados.
El periodo de calma del que disfrutábamos hasta este momento se lo debíamos en buena medida a la acción del Banco Central Europeo: más de un billón de euros cedido a los bancos. Sin embargo, ha sido el mismo presidente del BCE, Mario Draghi, quien acaba de cambiar las tornas al pedir que los esfuerzos de saneamiento a los que se han comprometido los europeos sean completados por un “pacto de crecimiento”. Algunos solo han querido ver en estas declaraciones la reafirmación de la necesidad del saneamiento. Pero Hollande parece ver en ellas, y con razón, un signo positivo y bienvenido.
De hecho, coexisten dos puntos de vista. El primero, más bien de derechas, es el de Alemania y los dos Marios, Draghi y Monti, que abogan por una política de la oferta y, por ende, por reformas estructurales y un inevitable periodo de austeridad. El segundo, más bien de izquierdas, es el de Barack Obama y François Hollande, que condicionan los esfuerzos al retorno del crecimiento y hacen más hincapié en el aumento de los impuestos que en la reducción del gasto público.
En realidad, hay que luchar en los dos frentes, el del saneamiento y el del crecimiento. Y el candidato socialista ve el hecho de que, en Europa, el debate se centre ahora en el regreso del crecimiento como algo alentador. Además, tendrá un punto de apoyo en la misma Comisión Europea. Hollande ha defendido la necesidad de reforzar el Banco Europeo de Inversiones para financiar la investigación y las infraestructuras; igualmente, ha expresado el deseo de que los fondos estructurales, que hasta el momento los Gobiernos han guardado para mejor ocasión, sean utilizados lo antes posible; dos temas que la Comisión Europea quisiera ver hechos realidad. En cuanto a los eurobonos, actualmente rechazados por Alemania y, en consecuencia, por el BCE, están en vías de estudio en la Comisión y en el seno del Eurogrupo, y deberían ser la consecuencia lógica de un enfoque de crecimiento. Así pues, la situación ha cambiado. Nicolas Sarkozy no pudo vencer las reticencias germánicas; tal vez François Hollande sí pueda hacerlo con el apoyo de los socialistas alemanes, apoyo que también necesitará Angela Merkel para obtener la ratificación de un nuevo tratado presupuestario.
En el mismo orden de ideas, y en la medida en que ha empezado a admitirse que la recesión solo puede agravar los déficits, la consecuencia lógica del enfoque que acaba de fomentar Mario Draghi sería escalonar en el tiempo la marcha forzada, y tan difícil, hacia el retorno del equilibrio. Evidentemente, el componente tiempo es esencial en la gestión de una crisis. Los dirigentes europeos deberían conseguir imponer a toda costa este sensato punto de vista a unos mercados que razonan muy a corto plazo. Una vez más, este enfoque va en la misma dirección que François Hollande, y también en la misma que Jean-Claude Juncker; y me parece que va en el interés de todos los europeos que quieren la supervivencia de la Unión Europea.
Traducción de José Luis Sánchez-Silva.
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